Inicio Análisis político Alejandro López Munguía El liderazgo “pedorro” de Francisco Torres Rivas

El liderazgo “pedorro” de Francisco Torres Rivas

1840

El liderazgo “Pedorro” de Francisco Torres Rivas.

No hay margen de maniobra. Francisco Torres Rivas, Presidente del PRI en Yucatán quedó atado de pies y de manos para poder operar. Su “liderazgo” nació medio muerto y está a punto de exterminarse.

Abandonado a su suerte política, sin respaldo de los liderazgos que en antaño dieron solidez al partido, sin el amor de la militancia (más que de algunos cuantos), sin el clamor del Consejo Político, sin el respaldo absoluto de los presidentes municipales y sin la bendición presidencial, sin cobijo del Jefe Político, no le queda más que “arrastrar la cobija” para tal vez, presentar su renuncia en breve.

Una vez que acribillaron a su progenitora política, él se encargó de darle el tiro de gracia. Se acurrucó en los brazos del corrupto Alejandro Moreno Cárdenas “Alito” y se perdió para siempre. Con ese hecho, avaló todo lo que Alito representa, el fraude, el robo de la elección, la corrupción, su riqueza inexplicable… Todo.

De forma muy tonta se fue a entregar a los pies del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pensando que tal vez, “pegaría el chicle”. Quiso vender la versión de que está “trabajando responsablemente para beneficio de los priístas y de los yucatecos”. Nunca se dio cuenta que hizo el ridículo.

Torpemente balbuceó ante la figura presidencial. De hecho,no pudo ni evitar que Lila Frías la terminara de “regar”. “Sí, necesitamos de usted Señor Presidente”, le suplicó la flamante Secretaria General.

Parafraseando al legislador Gerardo Fernández Noroña, hoy vemos que lo del Presidente del PRI en Yucatán, es un LIDERAZGO PEDORRO. ¿Quién lo sostiene?, ¿la militancia?, ¿los sectores?. La militancia está encabronada, los sectores están moribundos, los líderes ya se fueron o se vendieron o les dieron la espalda.Se quedan los ilusos, y algunos “buenas gentes”.

Pobre PRI. Deberían expulsar a “Pumba” Torres por no dar el ancho. La verdad es que cualquiera ya puede tomar su lugar. De pena ajena.