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Rumbo al 2018… Cuidado con el resentimiento

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alm comunique sept 2015Tras los resultados electorales del Domingo 5 de junio, toca dejar en claro que el respeto al voto de los mexicanos está garantizado. Es sin duda, un hecho que consolida la democracia en México.

Los resultados son precisos, reflejan el fiel sentir de los mexicanos que hicieron valer su voluntad en las urnas. El PRI ganó en cinco entidades, el PAN en cuatro y la alianza PAN con PRD ganó en tres. En el Distrito Federal, Morena se llevó la mayoría de los escaños constituyentes refrendando de ese modo la enorme influencia que aún tiene Andrés Manuel López Obrador en la ahora denominada Ciudad de México.

Diversas expresiones se han generado a raíz del Domingo, resaltando, el triunfalismo de Ricardo Anaya, líder nacional del PAN, presumiendo ante los medios que su partido “está de vuelta”. Anuncia jocosamente que en el 2018 el PAN ganará la presidencia de México, porque según su perspectiva, “los ciudadanos están hartos de la corrupción que impera en el gobierno del presidente Peña Nieto”. El entusiasmo exacerbado del joven presidente nacional, le hace ir de frente y sin paracaídas; debería tomar las cosas con calma, pues la realidad es que si bien es cierto la gente castigó la corrupción de algunos gobiernos, también es cierto que gran parte de los votos que favorecieron a los candidatos del PAN provinieron de priístas resentidos con los gobernadores. Casos muy concretos como el de Chihuahua, Veracruz, Tamaulipas y Quintana Roo. Anaya no debería recurrir demasiado al concepto “corrupción”, pues en el PAN están verdaderamente curtidos y ensuciados hasta los “moches”. Hábilmente ha logrado quitarle reflectores a Margarita Zavala y a Rafael Moreno Valle, aspirantes serios a la candidatura por la presidencia en el 2018.

ricardo anaya en Merida 18 mayo 2015En el exceso, Ricardo Anaya ha sobajado la figura del PRD, al no darle crédito alguno. En todas las entrevistas a medios ha dicho “el PAN ganó 7 gubernaturas”. El ánimo bajo de Agustin Basave no le permite disputarle nada a Anaya. Basave lo que quiere es irse del PRD.

En las victorias panistas, hubo voto priísta en contra de los gobernadores emanados del PRI. Un caso concreto lo vemos en Quintana Roo, donde las cosas están muy claras. Carlos Joaquin, priísta de facto, renunció al tricolor 5 minutos antes de la elección y como abanderado de la alianza PRD – PAN se concentró en operar para convencer a la militancia priísta y hacerla el motor de su campaña política. Al final, ganó la elección con el voto del priísmo inconforme.

Y lo mismo sucedió en Veracruz. Donde el Gobernador realmente lastimó a la militancia priísta. El voto medular, el sísmico, el demoledor, fue el voto del resentimiento.

Sumado este factor al voto de los ciudadanos, hartos “hasta la madre” de los abusos del poder de dichos gobernadores. Hartos también de los abusos y excesos de sus colaboradores y funcionarios de confianza.

Ricardo Anaya sabe que el resentimiento del priísmo fue el factor que le generó el severo daño al PRI.
Cuando el tricolor va unido, nunca pierde. El PRI cuenta con una estructura enorme, cuyos alcances son ambiciosos; cuando se articula, es una maquinaria poderosa que gana elecciones a pesar de los problemas. Las derrotas del PRI, siempre están cimentadas en discordia y división interna.
Raul paz 23 sept 2015Los panistas “acelerados” piensan y aseguran que ya ganaron la gubernatura de Yucatán en el 2018. Consideran que el PRI viene en caída libre y que la corrupción los enterrará. ¡Ajá!.
Faltan aproximadamente 23 meses para la jornada electoral del 2018. Periodo suficiente para hacer los ajustes a la estrategia priísta. El PRI es un partido estructurado bajo la batuta de Rolando Zapata Bello, quien como gobernador está bien calificado, pues ha logrado construir una buena imagen pública, generando un ambiente de cordialidad política, armonía social y paz pública. Por ese lado no hay flanco débil. Yucatán no es Quintana Roo.
En un sector del Priísmo yucateco, existe inquietud tras los malos resultados en Quintana Roo; es una situación normal. No alcanza a ser un escándalo, pero sí un correo de voz que permeó desde el domingo mismo.

Los que lo vivieron, aún recuerdan lo que padecieron durante el desgobierno de Patricio Patrón Laviada en los que se vivieron largos 6 años de retroceso y marginación social (2001 – 2007). Vivos están los malos recuerdos por las humillaciones públicas, los despidos injustificados, los desplantes… las heridas aún duelen.
Por un momento el priísmo yucateco vivió la angustia de aquellos días pasados. La derrota en el 2001 generó una herida profunda en el corazón de los priístas yucatecos.

El PRI yucateco no debe caer en el error de creer que la derrota no es posible en el 2018. Por el contrario debe contar con el hecho de que en una elección, lo único seguro que se tiene es la derrota y que a partir de esa premisa, todo debe enfocarse hasta conseguir la victoria.

El desgaste como partido en el poder es natural. Y deben corregirse los errores, si no se pueden todos, al menos los que son decisivos. El resentimiento al interior del priísmo yucateco existe y debe ser acotado de inmediato. El PRI debe ir construyendo los puentes para que los grupos se afiancen y de esa forma acabar con las amenazas de ruptura. Porque lo mínimo que debe existir en el PRI es unidad.

La unidad no se genera por decreto. Ni es de facto. Ni es de cajón. La unidad se construye todos los días, porque la política toma forma según los intereses de cada grupo. La política es un arte, por tanto necesita de artistas, hombres y mujeres con oficio.
En el Priísmo existen sentidos reclamos, uno de ellos, es el reclamo de que militantes panistas que durante el desgobierno de Patricio Patrón Laviada se sirvieron, hoy ocupan cargos dentro del gobierno del estado. Reclaman los que tienen un cargo menor que ellos, los que están fuera del gobierno y hasta los que aparentemente no tienen razón para reclamar.

Todas las decisiones causan un efecto, a veces más nocivo que benéfico.

Rolando Zapata Bello, como primer priísta de Yucatán, y jefe político del priísmo yucateco, encara la tarea de preparar la estrategia para que el priísmo se una, se organice, prepare armas y entusiasme el corazón tricolor para la gran batalla.

En esa tarea, Rolando Zapata no puede fallar, porque le va la vida al priísmo en Yucatán. Su mandato merece un final feliz, porque se lo merece. Es un buen político, un hombre de la política, que se ha ganado el respeto y la admiración de propios y extraños por sus acertadas decisiones. El colofón de su obra debe ser entregar el poder en manos de un priísta que consolide el proyecto y no entregarlo en las manos de uno que lo venga a destruir como pasó en el 2001 con el panista Patricio Patrón Laviada.

En este momento no hay secretos bajo la mesa. Todos los actores priístas saben lo que se debe de hacer. Los tiempos, las definiciones, las alianzas, la disciplina, el orden… si algo sabe hacer el PRI para ganar, es acordar. Ya es tiempo de acordar.

El PRI no depende de lo que hagan otros partidos, ni de lo que digan los personajes de otros partidos, depende única y exclusivamente de lo que haga él.

No se puede ir a pedir el voto de los vecinos, si en casa, el voto familiar está dividido.

El punto a cuidar es el sentimiento del priísmo, la tarea es el cabildeo interno, porque hoy más que nunca, la verdad está en el susurro, en el murmullo, en la mirada, en el silencio. Escuchar para comprender, reflexionar para ceder o para dialogar. La tarea es política, cara a cara, cuerpo a cuerpo. El frío mata el calor del cuerpo y lo hace insensible.

Lo único que puede hacer perder al PRI es el resentimiento interno. Y sería injusto para Yucatán, para el propio Rolando Zapata Bello y para los miles de priístas que en el 2012 lo acompañaron y trabajaron para que ganara la gubernatura.

Como siempre, comparto lo que es única y exclusivamente, mi punto de vista.