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A los hijos dales un buen ejemplo: Alejandro López Munguía.

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A los hijos dales un buen ejemplo: Alejandro López Munguía.

No hay nada más preciado en la vida que el reconocimiento de los hijos. Cuando un (a) hijo (a) te profesa su admiración, es la evidencia de que estás haciendo lo correcto.

Esa admiración acentúa su amor y una profunda lealtad a sus padres. A los hijos nada les hace mejor que tener padres ejemplares.

Los hijos se ven reflejados en los padres. Por eso, no pueden vacilar en su conducta. La congruencia es fundamental para no decepcionar a los hijos.

Con ellos no vale el educarlos bajo la premisa de “haz lo que te digo, no lo que hago”. Esa tonta premisa de conducta les envía un mensaje decepcionante. Y cuando un hijo se decepciona de sus padres, no hay vuelta hacia atrás. Ellos harán su vida de acuerdo a un criterio vacilante, erróneo e irresponsable.

Si el padre le dice a su hijo que no debe tomar licor, pero el niño ve a su padre tomar licor, perderá toda credibilidad el padre sobre su vástago. Perderá calidad moral y cuando lo quiera reprender el hijo lo verá con desconfianza, recelo y molestia.

Lo más poderoso para educar a los hijos es darle el ejemplo.

Los padres debemos ser ejemplo de vida para ellos, porque cuando pasen las etapas de su crecimiento, tendrán un referente, sabrán cómo conducirse y a quién escuchar. Un padre que es requerido por su hijo en los tiempos de tribulación es un triunfo de vida para la familia.

Una familia que se nutre de valores es fuerte, porque está unidad en un solo espíritu y una sola mentalidad.

Un hijo o una hija que presume a sus padres es un ser humano decente y poderoso. Porque está sano mentalmente y su espíritu de lucha está basado en los cimientos de una escala de valores que lo rigen desde su nacimiento.

Los padres debemos estar conscientes de que un hijo no es el resultado de una aventura, sino una responsabilidad eterna que nos obliga a esforzarnos para darles una formación alejada de la perversidad, la maldad, la insidia, la intriga, el odio, el resentimiento, la envidia, la desmedida ambición, el robo, la mentira y la traición.

Los padres que inculcan a sus hijos el respeto por la vida, el respeto a los derechos de los demás, que les enseñan a amar a su prójimo, a perdonarlo incluso si lo han calumniado y/o difamado, a ayudarlo a progresar y a salir de sus problemas, es un ser humano de luz, que siempre tendrá el aprecio de mucha gente. Solo lo odiarán quienes profesan el mal.

El deber de los padres es darles vida saludable, emocional y física a sus hijos, fomentando los valores, el amor a Dios y el amor a su familia por encima de cualquier tentación del mundo.