Ricardo Anaya vuelve a la escena nacional con un tema muy espinoso. Es sujeto a una investigación por Lavado de Dinero, y es que la adquisición de una nave industrial le generó, dicen los que lo acusan, una ganancia de 54 millones de pesos, mediante una triangulación compleja que involucra a empresas fantasmas creadas exprofeso.
Lo ligan con un empresario de nombre Manuel Barreiro, de Querétaro, donde ambos son originarios. Anaya niega todo, sin embargo, se niega a denunciar, hasta ahora a sus denunciantes.
Estos denunciantes, protegidas sus identidades por la PGR debido a que están amenazados de muerte, revelaron la triangulación con la que afirman, Anaya se benefició de un supuesto Lavado de Dinero.
El tema central aquí es que se trata de un candidato presidencial, que según varias encuestas, está en segundo lugar de las intenciones del voto y que declara “que le tienen miedo”. Anaya acusa al PRI de esta campaña en su contra.
A Ricardo lo quieren bajar de la contienda para que AMLO no se vaya solo. Anaya estorba. Ciertamente Ricardo debe aclarar este asunto, tan grave como parece. Ahora sí que lo veo en apuros.
El mensaje es claro, Ricardo Anaya debe bajarse de la contienda, si no es por voluntad propia, entonces que sea por voluntad judicial. Contundente, la evidencia está en los hechos.
Ricardo Anaya quedó atrapado en el tiempo. Todo empezó con la revelación de que llevó a sus hijos a estudiar – radicar en Atlanta, Estados Unidos. De allí se derivó todo. Anaya reveló que vendió una nave industrial que le redituó ganancias sin imaginar que ese hecho lo tendría hoy en la situación tan complicada de un supuesto Lavado de Dinero.
Veremos hasta dónde llegará el tema. Lo verdadero, lo real es que Anaya está en la mira.
- Con información de medios nacionales.
