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Abundan los políticos mediocres, corruptos e ignorantes: Alejandro López Munguía

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Abundan los políticos, mediocres, sumisos, corruptos e ignorantes: Alejandro Lopez Munguía

En nuestro Yucatán, y muy seguramente en todo el país, abundan los políticos mediocres, sumisos, corruptos e ignorantes. No es nada nuevo. Esta tendencia viene de muchos años atrás, sin embargo, en los últimos años se ha acentuado esta característica.

Y es que, mucho tiene que ver la falta de preparación de quienes gustan de hacer política. Los partidos políticos dejaron de formar nuevos cuadros y se abandonaron al pragmatismo de ocupar los cargos sin mesura, movidos por la ambición desmedida y la codicia.

En la actualidad la política es sinónimo de empleo sin esfuerzo, de ganar dinero fácil y de vanidades. Pocos son los políticos que poseen una visión de Estado, un compromiso para generar bienestar, una tarea social y la convicción de servir al prójimo.

El asunto es que abundan quienes asumen los cargos públicos de forma fácil y gracias al favor de las élites, ya sea por recomendación, por dedazo, por intereses.

Sin trayectoria no puede haber oficio político. Pocos conocen el valor del concepto. El oficio político son las buenas formas de quienes han vivido con esfuerzo las etapas diversas del servicio público. Un político con oficio entiende bien las circunstancias, los tiempos. Se maneja con prudencia, razona antes de actuar, no cae en ocurrencias, ni en romanticismos, menos en la soberbia o altanería del cargo. Se presta a desarrollar su tarea política dejando constancia de su deber y su responsabilidad con la gente.

Un político con oficio no agrede, no provoca, no insinúa, no grilla, no vacila, hace las cosas con cálculo y generosidad.

Un buen político debe usar su oficio para dar ejemplo de buen desempeño. No debe mentir, no debe corromper ni corromperse, no debe violar la ley, no debe pasar por los derechos de los demás y debe en todo momento mantener un prestigio y un respeto.

Un buen político debe inhibir la envidia, la codicia, la mentira, el insulto, la agresión, la soberbia, la petulancia, el egoísmo, el saqueo, el robo, el despojo.

Debe procurar la justicia, por sobre todo y sobre todos, siempre la justicia.

No es fácil ser un buen político. Se necesita ser valiente, con aplomo, mesurado, discreto, calculador, abierto, honesto, honrado, generoso.

El oficio político llega tras una vida de esfuerzo y enseñanzas. El político con oficio le saca provecho a todas las circunstancias de la vida. Es sabio por experiencia de vida. La trayectoria erradica la ignorancia.

Los valores que incuban a un político con oficio le dan prestigio. Y el prestigio es poderoso, porque es incalculable. Abre puertas, y genera oportunidades.

La diferencia entre un político charlatán y uno con oficio, radica en la forma en la que se ha conducido toda su vida. Del buen político emana solo ideas inteligentes, porque escudriña, analiza, cuestiona, diseña, imagina. El charlatán copia discursos, o se forja uno con base a sus necesidades, es tonto y de él solo emanan ocurrencias.

La política es más que una profesión, es una especialización de vida. Cuídate de aquellos que se hacen llamar “profesionales de la política”. Son mercenarios, gente sin valores, mentirosos y charlatanes. Gustan de los acuerdos en lo oscuro y no vacilan en vender a los demás, incluyendo a sus amigos y parientes.