Exgobernador de Veracruz, dijo que no escaparía… y escapó.
Finalmente no cumplió su palabra. Javier Duarte le dijo al periodista Carlos Loret que no escaparía, que renunciaría al cargo de Gobernador de Veracruz para defenderse de las “infamias” que le estaban imputando. Nos mintió a todos, y digo a todos, porque yo vi esa entrevista.
Desamparado, seguramente Duarte no tuvo otra alternativa que huir como lo hacen los que saben que su destino es la cárcel. El ex mandatario jarocho, no pudo soportar la idea de verse detrás de las rejas, ahora que nadie lo defiende.
El presente de Javier Duarte es extraño, hace cuatro fue calificado por el Presidente Enrique Peña Nieto como parte de una gran generación de políticos priístas, una generación de gobernadores que transformarían a México.
El joven Gobernador perdió el piso. Hizo todo lo que quiso y al amparo del poder político, se adueñó del estado, lo maniató, lo manipuló y al final no pudo detener el hartazgo y el rechazo a a su gobierno.
Durante su gestión, mataron a varios periodistas; la violencia se hizo presente con fuerza y la zozobra creció. Veracruz dejó de ser alternativa para ir de vacaciones o de plano ir a vivir. Veracruz se convirtió en una plaza de terror.
Durante la entrevista con Loret de Mola, Duarte pelaba los ojos, hacía muecas y se desbarataba para tratar de convencer de que no poseía las 47 casas que le atribuyen, rechazó también que hubiera tocado un solo peso del erario para su provecho personal. Pero la PGR y el SAT le atribuyen desvíos por más de 8 millones de dólares.
¿Quién le cree a Duarte?. En esa entrevista, Loret de Mola no pudo pegarlo a la pared, lo acorraló pero el político se escurrió. Duarte hábilmente salió del apremio, aunque era evidente que nadie del teleauditorio le creyó.
Enrique Ochoa Reza, líder nacional del PRI, en gira por el estado de Oaxaca, afirmó que en el PRI denunciarán todos los actos de corrupción que realicen los priístas y los del otro bando. Y no está vacilando. Tiene la línea presidencial de hacer que las cosas se compongan mediante el ajuste de cuentas con los corruptos. Al presidente Peña Nieto le conviene ganar la confianza de la gente, y eso impulsa la acción contra los gobernadores que perdieron piso y perdieron la elección del pasado mes de junio.
Javier Duarte escapó y nadie sabe de él. Se giró orden de aprehensión y faltó a su palabra. Se escapó. Se fue sin sus derechos militantes, eso sí, bien “forrado”.
