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Café Córdoba, un establecimiento que lucha por sobrevivir

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Ubicado en la colonia San Rafael, también ha sido escenario de filmes como “Sin remitente”

Por Luis Galindo

México, 30 Dic (Notimex).- En la colonia San Rafael, alcaldía de Cuauhtémoc, el Café Córdoba es uno de los pocos sitios donde todavía se puede disfrutar del rico café con leche en vaso de vidrio grueso y el sabroso “niño envuelto”.

Situado entre una zapatería y un billar en la calle Serapio Rendón esquina San Cosme, el recinto con más de 60 años es uno de los pocos “cafés de chinos” que sobreviven en la capital del país.

Su más de medio siglo no sólo ha sido escenario de tradicionales desayunos, comidas y cenas, pues ahí además se han filmado cintas como “Sin Remitente”, de Carlos Carrera, historia basada en “La carta de amor”, de Paula Markovitch.

Su vieja identidad de “café de chinos” fue atractiva también para rodar escenas de la película “Hombre en llamas”, de Tony Scott, con las participaciones de Denzel Washington, Marc Anthony y Dakota Fanning.

En las vitrinas de la entrada se exhibe su también emblemático pan de chinos, el “niño envuelto”, cuerno relleno de crema pastelera, conchas de chocolate, trenzas de canela y polvorones, entre otros suculentos bizcochos.

La enorme réplica de Buda en uno de los aparadores llama la atención de los transeúntes.

El establecimiento posee mobiliario tradicional: en la entrada una enorme barra del lado izquierdo con sillones fijos, las dos filas de gabinetes de madera a los lados, una mesa en el centro con cuatro sillas y al fondo su infaltable sinfonola.

“Los dueños son mis papás. Recuerdo desde niña que aquí pasaba las horas con mi abuelo, quien compró el local en la década de los cincuentas. Después pasó a manos de mi papá y ahora yo estoy a cargo de la cafetería”, comentó María Elena Alvarado Figueroa en charla con Notimex.

Mientras atendía a la clientela, relató que luchan por conquistar a las nuevas generaciones, ya que sus clientes habituales son personas mayores que de niños iban con sus padres a consumir su café y el rico pan.

Recordó que el negocio tuvo años de esplendor, sobre todo cuando aún funcionaba el Cine Ópera, situado enfrente, y la gente salía de las funciones a comer o a cenar. No se diga los domingos con las matinées.

“La gente llegaba antes o después de entrar al cine, pasaba a tomar café, desayunar, comer y cenar con nuestra amplia carta de tradicionales platillos como milanesas con papas fritas, huevos al gusto, frijoles refritos, enchiladas verdes y tacos dorados”, comentó.

Mientras se escucha el tañer de las campanas de la Iglesia de San Cosme y Damián (situada casi enfrente), doña María Elena recuerdó con nostalgia que los feligreses también acudían al café al término de las misas.

“Antes venían familias enteras. Hoy la clientela que acude es gente mayor, de 50 y hasta 80 años, que se mantiene fiel a la tradición. Tuve un cliente que vino a comer de sábado a jueves durante 58 años y apenas murió hace tres años”.

Ante la modernidad de las grandes cafeterías Figueroa reconoció que eso ha bajado las ventas, porque la mayoría busca lo novedoso y lo actual. “En cambio, aquí siguen los mismos muebles, la sinfonola, que es de acetatos y las mesas.

Destacó que “con el paso del tiempo este lugar se ha convertido en escenario natural para filmación de películas; hace 20 días estuvieron filmando escenas para un cortometraje de corte policiaco.

“También vienen estudiantes que nos piden el local para locación de sus proyectos o videoclips para partidos políticos”, señaló.

De manera paradójica lo añejo y tradicional del local ha alejado a los clientes jóvenes, pero también ha acercado a cineastas, historiadores, fotógrafos.

“Una vez pregunté a una fotógrafa por qué tomaba fotografías del lugar y me respondió: ‘porque es bonito y se ve alegre pero, sobre todo, porque han filmado aquí”, compartió.

María Elena ignora si el lugar seguirá aguantando los años difíciles o si se hará alguna campaña para atraer nuevo público de otras generaciones, sólo sabe que está muy orgullosa de conservarlo así porque no quiere que se pierda la esencia del “café de chinos”.