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Carta a la generación del diálogo por Manuel Espino

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 Mi generación les ha dejado un México con escasas oportunidades para su
desarrollo profesional y con muchos, muchos más retos que recursos. 
 
Como generación, los políticos de mi edad les hemos fallado. Algunos
hicimos grandes esfuerzos, varios hasta fuimos a dar a la cárcel por
defender la libertad de expresión, la democracia y la equidad entre
todos los mexicanos. Pero nuestros frutos no fueron suficientes. 
 
Seguramente todos los políticos de mi generación pueden reconocer que
quisiéramos haber logrado más. Basta ver los índices de inseguridad por
los cielos y los índices de pobreza por los suelos para saber que no
estuvimos a la altura de lo que México nos demandaba.
 
Por ello, en lo personal les pido una disculpa. Hice mucho, pero quisiera
haber logrado más. Quisiera que hoy tuviéramos una democracia
consolidada, y no una amenazada y tambaleante. Que a nadie se
persiguiera por expresar su pensamiento, que a nadie le faltaran esas
básicas expresiones de la dignidad humana que son el alimento, la
medicina, la educación. También que la justicia y la seguridad fueran
algo más que una utopía.
 
Creo que la raíz de nuestra inefectividad política como generación fue
nuestra propensión a formar bandos y facciones, sin jamás escucharnos
del todo ni ser capaces de entablar un diálogo sincero y productivo. 
 
Ya desde nuestra formación académica, se reconocía que había
universidades de derecha y universidades de izquierda, cuando estos
conceptos eran considerados obsoletos en gran parte del mundo.
Nuestros propios maestros nos adoctrinaban en sus ideologías, sin ser
capaces de enseñarnos la más necesaria cualidad de un líder político: la
tolerancia. Más que ser educados, éramos reclutados. Convertimos las
ideologías en armas y en trincheras, con una concepción bélica de la
política.
 
 
Por ello, hoy somos un país separado por la política. Una casa dividida
por conceptos ideológicos. Una sociedad en la que se echa mano de la
etiqueta, la descalificación, el insulto, en la que se dice ³ese es de
izquierda´ o ³ese es de derecha´ y con ello basta para cerrar el paso a
todo entendimiento. 

Y este es el país que les va a caer en las manos. Antes de lo que se
imaginan, ustedes estarán dirigiendo el destino de esta maravillosa
República y tendrán el deber de hacerlo mucho mejor que mi
generación.
 
Si un consejo les puedo ofrecer, es que busquen ser la generación del
diálogo. Sean fuertes allí donde nosotros fuimos débiles: en nuestra
capacidad de dialogar sin conflicto. Triunfen allí donde nosotros
fracasamos: en el consenso, el encuentro, el trabajo conjunto. 
 
Logarlo no es fácil, pero creo que pueden comenzar por comprender
toda la plural realidad mexicana y por escuchar al otro, al de ideas
divergentes a las suyas, pero no por ello menos mexicano.
 
Recuerden que antes de cambiar a México, tienen que conocerlo: vayan
a los barrios y colonias de su ciudad más diferentes a donde viven
ustedes. Visiten las comunidades rurales, los más pequeños pueblos,
hasta conocer todo su estado. 
 
Viajen para conocer las radicales diferencias que hay entre los desiertos
norteños y las selvas del sur, pero la maravillosa comunión entre
nuestras palabras y nuestro corazón mexicano.
 
Utilicen las redes sociales como una escuela de debate, no se acerquen
solo a quienes piensan como ustedes, sino sobre todo a quienes
difieren. Busquen hablar, escuchando con la mente y el corazón bien
abiertos, a aquellos que más lejos están de su forma de pensar.
 
Si su universidad o sus maestros intentan formarlos en una escuela de
pensamiento único, muestren la rebeldía intelectual de ampliar su
mente leyendo justamente lo contrario de lo que les están enseñando. 
 
Si les dan biografía de Lázaro Cárdenas, también lean una de Gómez
Morín. Si les dan un libro de Castillo Peraza, lean otro del
subcomandante Marcos. Si les dan a leer un discurso de Fidel Castro,
además lean otro de Kennedy. Eso les permitirá decidir y pensar por
ustedes mismos, ejerciendo la suprema cualidad del ser humano: la
capacidad de elegir, de actuar con libre albedrío.
 
Hagan de su formación, en suma, una escuela de tolerancia. Ello les
permitirá superar los lastres que impidieron a tantos en mi generación
llegar a ser Estadistas, quedándose solo en la categoría de políticos. 
 

Porque ustedes corren un grave peligro, el de convertirse no solo en
Ninis de los que ³ni estudian, ni trabajan´, sino en otra clase de Ninis, la
de aquellos que teniendo una formación escolar son tan apáticos que
apenas atinan a decir ³ni participo, ni me interesa´.
 
Que haya tanta apatía, lo reconozco, también es culpa de mi
generación, pues nuestro ejemplo no constituye la mejor motivación
para seguir una vocación política. Sin embargo, les pido que actúen con
generosidad hacia la patria y se esfuercen por seguir dando la cara por
México.
 
Ustedes tienen la oportunidad de lograr un cambio genuinamente
histórico: la reconciliación nacional, el ciudadanizar los partidos y
³despartidizar´ la sociedad, el utilizar las diferencias ideológicas no para
dividirnos, sino para enriquecer propuestas comunes. Ustedes tienen la
oportunidad de transformar México hasta sus cimientos, pero para
lograrlo es indispensable que primero se conviertan en la generación del
diálogo.
 
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