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Cartilla Moral de Alfonso Reyes, texto actual y visionario para retomar valores humanísticos en la educación

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Con el propósito de abrir la Cámara de Diputados a la ciudadanía a través del Espacio Cultural San Lázaro, se realizó el “Coloquio sobre la Cartilla Moral de Alfonso Reyes”, texto actual y visionario que propone retomar diversos valores humanísticos en la educación, como el respeto hacia sí mismo, la familia, los seres humanos y la naturaleza, matiz ecológico que lo convierte en vigente.

En la Cartilla Moral, escrita en 1944 a petición de Jaime Torres Bodet, entonces secretario de Educación Pública en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, el ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano, la diseña como un complemento de la campaña de alfabetización, porque en esa época la mitad de la población no sabía leer ni escribir.

En el coloquio, convocado por la Secretaría General y la Dirección General de Servicios de Documentación, Información y Análisis (SEDIA), el moderador, Ismael Carvallo Robledo, estableció la relevancia del análisis de la Cartilla Moral en el marco del Espacio Cultural San Lázaro, cuyo objetivo es posicionarlo como un centro de convocatoria de actividades artísticas, discusión y arte.

El también asesor de la Secretaría General, consideró este texto como perfecto, con doce lecciones, para proponer enseñanzas a fin de que el hombre se eduque para el bien, asociando mente-cuerpo, con la voluntad, la civilización y la cultura.

Propone los respetos universales, a través de círculos concéntricos que se unen y dependen unos de otros, como la persona, familia, sociedad, Estado, patria, especie humana, naturaleza (ecología) y una síntesis de estoicismo moral, cuya firmeza se basa en no preocuparse por lo que escapa a la voluntad humana, pero sí actuar para contribuir a atender y resolver los problemas.

Rodrigo Martínez Baracs, presidente de la Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, destacó la importancia del texto de Alfonso Reyes, por lo que el gobierno federal lo editó, con un tiraje de ocho millones de ejemplares, en enero del presente año, con la adaptación ecológica de su padre, José Luis Martínez, realizada en la década de los noventa, y quien fuera secretario particular de Jaime Torres Bodet, titular de Educación Pública, entre 1943 a 1944.

Apuntó que es un texto vigente porque sus propuestas responden a problemas actuales que no se han resuelto y que requieren un enfoque humanista, donde se consideren los vínculos entre todos los actores y quehaceres.

Uno de los más polémicos preceptos en la Cartilla es la propuesta de la moral con una visión religiosa, primera crítica que se expone al respecto, ése es el centro de la discusión de la obra; sin embargo, debe analizarse la propuesta de retomar los valores helenísticos clásicos para ser mejor persona y permear a la sociedad, humanidad y naturaleza.

Al reseñar la historia de la obra, indicó que se consideró que la Cartilla fuera complemento de la educación y se insertara en los textos educativos, incluso en los de Ciencias Sociales en el nivel superior y en una edición para niños, que ya fue elaborada.

Destacó la necesidad de que los preceptos morales se repitan de diversas formas para que la gente la comprenda, sin vincularlos con la religión y se conozcan las normas éticas.

José Manuel Cuéllar Moreno, filósofo e historiador de la UNAM, afirmó que la Cartilla es un texto actual y visionario porque propone el respeto a la naturaleza y el reciclaje.

“No son mandamientos, son lecciones. Tampoco son propuestas doctrinarias, ni exhorto a deberes, sino orientaciones mínimas de expresión”. Da pautas y criterios para evaluar las acciones cotidianas de cada uno para asociarlas a la familia, a la sociedad y la ecología. Los círculos concéntricos del respeto se asocian a diferentes aspectos de la vida cotidiana, por ello es un planteamiento pedagógico, subrayó.

“Respeto es la palabra clave para que se desarrolle, aprenda y viva el ciudadano en la sociedad, a través de la educación en busca del bien, que incluye el progreso material y espiritual”, resalta la obra.

Refirió que se le ha criticado y calificado de anacrónica, religiosa o cristiana. Convocó a erradicar ese prejuicio, porque supera esa visión para ofrecer propuestas helenistas de los grandes moralistas aristotélicos y postaristotélicos, de Platón y Kant. Consideró a Reyes como “un aristotélico sui generis y americano”.

Frida López Rodríguez, integrante del Consejo Consultivo de Jóvenes de Cultura UNAM, aseguró que la más significativa aportación de la Cartilla es el “aprendizaje moral a través de la conciencia de uno mismo”.

Alfonso Reyes hace una labor retórica en el sentido más responsable en la Cartilla Moral, al traducir los problemas más importantes de la filosofía a expresiones cotidianas en la pluralidad de una sociedad que cree en diversas expresiones religiosas. Esta propuesta del lenguaje y expresión son la forma y el contenido.

Comentó que es un texto que se puede llevar a todas partes, y por su edición permite consultarla como guía que conduce al lector a que se responda a sí mismo con la tradición de pensadores clásicos.

Descartó que sea anacrónico, por el contrario, es vigente y actual porque propone el ejercicio de las reglas universales, como el respeto a la vida.

Alfonso Vázquez Salazar, maestro en filosofía de la UNAM y de la Universidad Pedagógica Nacional, comentó que el texto de Reyes se inserta en el momento histórico que privilegia la educación moral basada en las instituciones a la par de la alfabetización, perspectiva de primordial importancia para reivindicar los preceptos humanísticos, después de diez años de enseñanza socialista en el país.

Subrayó que Alfonso Reyes era el único que tenía la autoridad y solvencia intelectual para plantear una Cartilla Moral, por ser heredero del humanismo atenista, en un momento crucial en la enseñanza mexicana en 1944, porque el gobierno cardenista replanteó el ideario educativo como una política nacionalista de corte humanista y clásica.

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