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Caso Lozoya ¿justicia o uso político?

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El tema de Lozoya, en la medida que pasa el tiempo, puede reventarse para la Cuarta Transformación.

Desde antes de su llegada a México, había evidencias de un tratamiento especial en el manejo de información sobre el proceso contra Emilio Lozoya. Contra lo que pudiera esperarse, se anunció que las audiencias judiciales serían a puerta cerrada a la prensa, cuando se supone que la reforma penal tiene como principio rector la máxima publicidad y, en un sentido estricto de interpretación legal, los procesos deben estar abiertos al público que así se interese. Pero el poder judicial parece que se le torció la mano y contra la certidumbre de los principios se iba mantener cerrada la puerta y para “cumplir” con la transparencia se iría informando minuto x minuto lo que sucediera en ella. Inconcebible tanta secrecía cuando hoy es tan fácil transmitir un evento en vivo.

El pasado viernes en la madrugada llegó Emilio Lozoya. Pero no ha pisado la cárcel como muchos ya esperaban. De manera súbdita, en los escasos 12 horas de vuelo, se le presentó una anemia y un problema de esófago. Solo así se puede entender que las autoridades carcelarias españolas no supieran esos datos de salud.

De lo contrario, habría que acusar al gobierno español de violación de derechos humanos por no verificar el estado de salud de sus reos y mucho más de aquellos que están en procesos de extradición. Una pifia y error descomunal de los españoles. ¿No creen?

¿En qué condiciones se entregó Emilio Lozoya? ¿Está detenido? ¿Es testigo protegido?

Si se dice que fue detenido, aún con la intervención médica por las condiciones de salud que los españoles nunca pudieron darse cuenta, el tiempo está pasado y los tiempos en el proceso penal son fatales para asegurarse el debido proceso. Lo que puede provocar que el proceso se caiga por no cuidar de las formas y los procedimientos judiciales.

Hoy López Obrador en su conferencia mañanera nos informa que Emilio Lozoya es un “testigo protegido”. Es decir, que lo que algunos llaman un “soplón”, lo que le permitiría gozar de ciertos privilegios legales que lo podrían llevar a no sufrir la pena de cárcel.

Para el presidente esta es una oportunidad para “purgar” de la corrupción del sexenio pasado. Con lo cual se descubriría el regadero de dinero que se distribuyó a diferentes legisladores para aprobar la reforma energética. La “tormenta perfecta” como “anillo al dedo”.

Sin embargo, hay igualmente figuras de la Cuarta Transformación que podrían ser enlodadas en este proceso como es el caso del ahora gobernador de Puebla, Miguel Barbosa. Durante la pandemia, la relación entre ambos no ha sido tersa sobre todo en lo que se refiere a la dotación de insumos médicos para atender el Covid-19.

Haciendo memoria, durante el debate legislativo de la reforma energética, uno de los temas frontales que pretende enderezar la Cuarta Transformación, se le extraño la beligerancia de López Obrador. En ese tiempo se reportó que el señor había sufrido de un infarto al corazón y por lo tanto había desaparecido del escenario político. Para algunos, en política no hay casualidades, sino causalidades. Pero solo es entrar en el terreno de una especulación del cual no hay evidencias públicas para validar o negar la información.

De lo que si podemos estar seguros es que Emilio Lozoya ya está en México sin la claridad de su condición legal, pero sin duda, tiene un platillo contra la actual oposición que justo, al iniciar un proceso electoral, es susceptible de ser usada la información más con fines mediáticos y electoral que buscar, por las vías judiciales pertinentes, la penalización de los actos de corrupción que tanto alimentan la simpatía por la Cuarta Transformación.

Al final, la justicia no se trata de consultas, sino de evidencias que se puedan comprobar dentro de un proceso que tiene reglas claras para validar las pruebas y llegar a la verdad histórica que permita sentenciar las penas a los culpables.

Los días están pasando y no vemos los mexicanos que exista una intención contundente para cumplir con los procedimientos judiciales pertinentes para llegar a enjuiciar a los responsables de la corrupción del sexenio pasado.

Pero si vemos que como se alimentan los grupos de simpatizantes con el discurso de corrupción del pasado sin que hasta ahora ninguno de los actores políticos esté procesado por ello.