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El caso de Remedios o sobre el propio corazón

Todo era caos en la vida de Remedios, una mujer acostumbrada a ponerle una curita a todo aquello que encontraba herido o roto en su andar, excepto a su propio corazón. Veía manchas por doquier, pero no se daba cuenta de que la suciedad se hallaba, no en lo que veía, sino en sus propios lentes, esos que por años se había puesto, y que jamás se le había ocurrido limpiar. Remedios, era doctora, y le hacía honor a su nombre, hasta que un día, aconteció algo inesperado, que la sacudió desde la raíz y le movió su mundo cuadrado y perfecto: sus lentes cayeron al suelo, haciéndose trizas al instante, y ello, no lo pudo remediar. La única solución posible era tirarlos al bote de basura y quizá, encontrar unos nuevos. Pero era una mujer que se aferraba al pasado, eran sus lentes: sucios ¡sí!, viejos ¡sí!, inservibles ¡sí!, pero suyos, y con ellos había pasado tantas experiencias de vida, que era difícil acostumbrarse a ver, de ahora en adelante, de una forma distinta, la realidad que la rodeaba. Remedios, con la tristeza de quien debe decir adiós a una parte del pasado, depositó con aire luctuoso sus lentes en el basurero. No había levantado aún la cabeza, pues la solemnidad del momento, así lo requería. Pasaron unos minutos, que para ella fueron eternos, y levantó el rostro, sólo para quedar con la boca abierta y exclamar a gran voz: ¿Qué es todo esto?, ¿No se supone que el mundo era gris, con manchas?, ¿Por qué ya no están ahí? ¿Ahora qué voy a remediar? Mi nombre es Remedios ¿Y mi nombre?, ¿Ya no será ese, deberé cambiarlo? Todo este remolino tenía lugar en su interior, cuando de pronto, una voz proveniente del cielo se escuchó en forma de un tenue silbido de aire, misma que le dijo susurrante al oído: El remedio es Jesús. La venda se ha caído de tus ojos. Jesús, es la cura. Tu nombre es hija, ya no Remedios. Te amo, con amor eterno, di la vida por ti. Yo soy la vida. La antigua Remedios, quien ya era hija, entendió que Dios le habló, y acercándose a Él, a una relación y no a una religión, su vida fue transformada para siempre… perdonó, amó y ¡vivió!

“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”. Proverbios 10:12

Completa las siguientes frases:

Sin amor, yo ___________

Sin amor, mi familia ___________

Sin amor, el mundo ___________

Perdonar es ___________

Necesito perdonar a ___________

Quisiera que me perdonen ___________

Requiero una transformación en estas áreas de mi vida: ___________

Sin perdón, no hay amor. Sin amor, no hay transformación.

Y se hizo la luz… Dios es:

Amor ágape (pero también justicia)

Murió por nosotros sin merecerlo

Ordena nuestro caos y nos transforma

Resucitó y nos dio vida eterna (¡Gracias Jesús!)

Separando la luz de las tinieblas…

Existen diez formas de hablar, presentadas por la biblia, que son exactas y de aplicarse, darán muy buenos resultados en la vida de quien lo realiza. Estas son:

1.- Escuchar sin interrumpir (Proverbios 18)

2.- Hablar sin criticar (Santiago 1:19)

3.- Dar sin escatimar (Proverbios 21:26)

4.- Orar sin cesar (Colosenses 1:9)

5.- Responder sin pelear (Proverbios 17:1)

6.- Compartir sin fingir (Efesios 4:15)

7.- Disfrutar sin quejarse (Filipenses 2:14)

8.- Confiar sin vacilar (1era. Corintios 13:7)

9.- Perdonar sin castigar (Colesenses 3:13)

10.- Prometer sin olvidar (Proverbios 13:12)

Un día a la vez…

Hoy es el primer día del resto de tu vida y puede marcar la diferencia. ¿Qué harás distinto? Recuerda que las pequeñas acciones, realizadas con constancia, son las que pueden generar grandes transformaciones.

La semilla de tu actitud…

 La actitud se compone de pensamientos, emociones y conductas. Es el filtro o los lentes, a través de los cuales ves al mundo. Fíjate en el caso de Remedios, se honesto, examínate y ve si los lentes que traes puestos, son los adecuados, y mejor aún ¿en realidad necesitas usar lentes? Dios te puede y te quiere cambiar la visión, de tuya o reducida, a la de Él o buena, agradable, perfecta y eterna. Lo que necesitas es una renovación de la mente, tras nacer de nuevo, en el sentido espiritual. Tu actitud ¿refleja el amor de Dios?

Multiplícate y fructifica…

Una vez renovada la mente, en el amor y justicia de Dios, es decir, habiendo fortalecido el carácter, lo que sigue es poner a trabajar los dones y talentos, para dar cumplimiento efectivo a la misión por la cual nacimos, y seguimos vivos. A cada quien le tocó su paquete especial y único de semillas (temperamento, dones, talentos; aunque uno elige la semilla de su actitud), así como un huerto determinado (circunstancias de vida: periodo histórico en el que se nació, país, cultura), herramientas (recursos materiales, que pueden incrementarse con una sabia administración) y equipo (familia: nuclear y de la fe). Todo tiene un porqué y un para qué, siendo parte de un plan divino y perfecto, mucho mayor al concebido por la limitada mente humana. El mandato de Dios es fructificar, dar buenos frutos en la tierra, y teniendo en cuenta que uno recoge lo que siembra, al ciento por uno, cuida lo que hay en tu corazón, pues ello es lo que sembrarás y cosecharás en tu andar.

“Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Proverbios 4:23