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¿Cómo es tu fe?

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¡Porque supongo que en algo tienes Fe!, pues en estos días millones de personas en el mundo reavivan su Fe en un Dios que sólo tiene sentido si crees que precisamente resucitó y venció a la muerte para redimir al género humano.

Esta vez no es mi intención debatir si es la Escolástica, la Apologética o la Teología misma, fuente de tu Fe o de tu incredulidad, duda o inseguridad o quizás de tu completa animadversión por cualquier credo, sin embargo es obvio que como cada año muchos, incluyéndome, hacemos un paréntesis en nuestras vidas para revitalizar nuestra Fe contemplando nuevamente los misterios de la vida misma a través de la tradición y de actos piadosos. Muchos quizás no entiendan el motivo de ello y tal vez les valga la crítica y aún más el desprecio, lo cierto es que quienes creemos firmemente en la fuerza de la Gracia, nos fortalecemos con tal vivencia, que por otro lado tiene que ser constante y perseverante.

De igual forma es tiempo de vivir la fe de una manera práctica: con obras. Así la actitud misionera  de muchos sin duda será semillero de nuevas vocaciones de Fe y qué mejor que compartiendo alguna obra de misericordia, que déjenme decirles que las obras de misericordia no es patrimonio, ni legado, ni invención de la Iglesia sino una cualidad propia del género humano. Su etimología proviene del latín misere (miserianecesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás); significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.

Si bien la Iglesia (católica) esté viviendo un tiempo aciago y lleno de padecimientos tortuosos en su andar, no debe ser motivo de escándalo en cuanto que  está conformada por hombres (del género humano) y su andar depende de las imperfecciones propias, así es la libertad que le han concedido, sin embargo es injusto no valorar la tradición y el magisterio de la Iglesia a los largo de estos más de 2000 años de existencia y con la confianza que a pesar de las debilidades y vicios que la han corrompido, el valor de Fe, de esperanza y de enseñanza es más que nuestras imperfecciones.

Muchos se han empecinado en tratar de destruirla, de corromperla, de viciarla, incluso desde adentro; no son pocas las herejías que la han afectado y hoy día son muchas más las que sutilmente se esconden dentro de la multiplicidad de quienes la odian, la detestan, la quieren ver de rodillas. Les es un estorbo, un obstáculo, un peligro para sus creencias, ¡qué insensatez! Pierden su tiempo porque a pesar de nosotros mismos, la Iglesia permanece y permanecerá.

Lo único que han hecho es debilitar la riqueza de valores que de manera genuina a lo largo de la historia, del magisterio de la iglesia, de los Doctores de la Ley, de la Tradición, de la acción de la Gracia han actuado sobre la humanidad conduciéndola por caminos si bien torcidos muchas veces pero siempre ansiando la verdad y la justicia.

Hoy miles sino es que cientos de miles de misioneros en el mundo dan testimonio de ello y aunque es tan grande la noticia, fruto de la fe, ha pasado desapercibido o asi han querido que pase, para aquellos que se nutren y prefieren el escándalo. No queramos ver el vaso medio vació o a conveniencia. De las acciones pecaminosas e injustas hay que encargarse y que actué la ley sin falta, pero de eso a ser un rabioso agresor contra la iglesia, con la excusa de prevenir a los que creemos, ¡vaya! No tiene sentido.

Espero no se escandalicen, pero mi Fe quedará resumida el domingo de Gloria bajo la proclamación de ¡Viva Cristo Rey!

 

De remate:

Dichosos aquellos que sin ver creen… es bíblico.