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Cualidades de un buen político en los tiempos de la 4T: López Munguía.

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Las cualidades de un buen político.

El político es un ser humano que en la actualidad enfrenta grandes retos de vida. Principalmente el conducirse con probidad, tanto en el ámbito político como en el personal. Ahora que vivimos tiempos de apremio, tiempos de la 4T, es necesario reforzar esos valores que distinguen a un buen político.

La probidad tiene que ver con la integridad y ésta se consolida con la congruencia. Un político incongruente se evidencia como alguien no confiable, ni para los suyos ni para los demás.

Es por eso que el político debe ser valiente. Valiente para vencer sus debilidades. Valiente para saber contenerse. La ambición desmedida es una debilidad que transforma a los seres humanos en otras personas. Les cambia la personalidad casi irreversiblemente. Solo cuando fracasan se llegan a “medio” arrepentir.

La auto evaluación es un ejercicio que el político responsable debe realizar con disciplina y constancia. Revisar los actos, los planes, los hechos, sin justificarse, resaltando los errores cometidos, le permitirá ver oportunidades de mejora. El político debe todos los días reforzarse, incluso reinventarse.

La tolerancia es señal de madurez. ¿Qué es el ser humano sin madurez?. Dejar que los demás desarrollen sus ideas es entenderlos mejor, y no hay nada más útil que entender el entorno, saber qué piensan los demás te hará saber qué terrenos estás pisando. Un político no debe perder su sentido de animal político.

El respeto a los derechos de los demás te dignifica. La dignidad no es la simple defensa del ser, también es el proyectar una visión de respeto que te distinguirá por la estima de quienes confían en ti. El buen líder sabe valorar el esfuerzo y las capacidades de los demás.

La sensibilidad es la huella política de todo aquel que se desempeña en ese ámbito. El grado con el que desarrolle esa virtud le permitirá comprender las diferentes situaciones de vida por las que atreviese la comunidad. En menor grado, el ser humano se verá alejado de toda posibilidad de ganarse la aprobación y el aprecio de la gente.

El buen político se prepara para desarrollar el oficio complicado del quehacer público. La política tiene reglas, códigos de conducta y de operación que rigen su conducta como parte de un todo. No es fácil adquirir ese oficio, a manera de ilustración, el político es como el “hojalatero”, nadie estudia la carrera profesional de Licenciado en Hojalataría, sino que desarrolla el oficio. Para que logre ser considerado un “maestro” hojalatero deberán haber pasado por sus manos cientos de vehículos. Con el paso del tiempo, habrá moldeado tantos que se convertirá en un “maestro de la hojalatería”. Existen políticos que aparentan ser “maestros” cuando apenas están moldeando su primer vehículo.

El político que miente para conseguir su propósito cimenta su vida en la deslealtad. El que miente no tiene honor, y si no tiene honor entonces no es confiable.

Si en lo pequeño, en lo sencillo no te cumple, entonces no te cumplirá jamás. Un buen político honra su palabra. Y no hay nada más valioso en la político que un político honorable. Uno Decente.

Lo conducente al evaluar a un político en campaña es revisar su hoja de vida. Preguntar ¿qué ha hecho para llegar a esa posición?, ¿cuánto ha tenido que sacrificar para ser gobernador, diputado, regidor, Alcalde?. Es necesario observar a quienes ha beneficiado, qué leyes ha impulsado, que acciones ha impulsado que hayan generado beneficios para la Ciudad, para el Estado, para su país, para la población más vulnerable, para la causa común?, ¿qué ha hecho a favor del respeto a los Derechos Humanos, la libertad de expresión, los derechos de los niños, la transparencia, la rendición de cuentas, la justicia social, la democracia?. Si el político nos lo comprueba entonces vale la pena considerarlo una opción.

¿Y qué tanto gusta de debatir las cosas?. Todo buen político gusta de dialogar a fondo las cosas. Incluso debatir diversos puntos sin que se moleste, sin que se altere, sin que pierda los estribos. Un político con oficio jamás rehuye un debate, una entrevista incómoda, jamás reprime la crítica, nunca se esconde a quien lo increpa. Porque tiene argumentos de toda índole, legales, democráticos, personales, políticos para exponer sus razones.

Un buen político debe saber tomar decisiones sin vacilar. Decisiones serias, eficientes, eficaces. Todo político con oficio nunca toma decisiones arrebatadas. Nunca sin razonar, sin pensar. El buen político se toma su tiempo, aunque ese tiempo sean segundo, para darle rumbo a las cosas. Toma decisiones dolorosas sin pesar, incluyendo sacrificios. Porque lo importante es cumplir con el proyecto trazado en beneficio de la sociedad. El que toma decisiones particulares satisfaciendo a intereses oscuros y caprichosos fracasará de inmediato.

Estas son las principales cualidades que considero deben ponderarse en un buen político. Uno que solo base su expectativa en el carisma, la “guapura” o el buen talante, está condenado al fracaso y ha generar un retroceso permanente al avance democrático.