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De la Democracia a la Dictadura

De acuerdo con la RAE, la Democracia puede entenderse como una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos, así como una doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, mismo que ejerce el poder directamente o por medio de representantes. En contraposición, se encuentra la Dictadura, que según dicho organismo se define como el régimen político que por la fuerza, violencia o manipulación de masas, concentra todo el poder en una sola persona, grupo u organización, reprimiendo los derechos humanos y las libertades individuales.

Estos dos polos, conllevan diferentes matices, ya que no existe ni democracia ni dictadura perfecta (sólo la película con este nombre), pareciendo una utopía el lograr sólo las bondades de un sistema en particular, pasando por alto sus peligros, y vaya que son muchos, como nos muestra la propia historia de la humanidad.

En materia democrática, al menos en México, considero que estamos aún en pañales. Desde mi, quizá joven e inexperto, pero valioso punto de vista, nuestro país, atraviesa por un periodo de cambios políticos, enfatizado en este 2018 con las elecciones a todos niveles. Cambios que se vienen suscitando a veces paulatinamente y otras tantas, de manera abrupta, desde hace muchos años. La gobernabilidad en México tiene un amplio rango de mejora, las garantías para la consolidación democrática del país parecen ser mínimas o estar a disposición de sólo unos cuantos, de forma tal que hoy día es pertinente preguntarse sobre la factibilidad de crear un Estado democrático de derecho.

Pareciera que el marco institucional prevaleciente impide, en la práctica no así en la teoría, que un importante sector de la población tenga acceso a la seguridad jurídica, al mismo tiempo que tolera que ciertos grupos se coloquen abiertamente por encima de las leyes, en completa impunidad y a la vista de todos, muchos de los cuales ya no se están haciendo de la vista gorda, al engrosarse las cuentas de unos pocos, y enflaquecer la capacidad adquisitiva de todos los demás.

Nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, contempla elementos propios de un Estado de derecho moderno, en el cual no sólo se consagran las garantías de certeza (artículos 103, 107, 71, 72 y 73) y seguridad jurídicas (artículos 14 y 16) sino que también contempla el principio democrático (artículo 41) y la noción de derechos fundamentales (artículos 1o. al 29). El problema de raíz, creo que es el respeto a las leyes y la vivencia real de valores universales conducentes a velar por el bien común, empezando por quienes deberían poner el ejemplo: las autoridades y servidores públicos. Sin embargo, no son ellas y ellos, los únicos responsables de lo que acontece en el país, sino cada uno de nosotros, quienes en lo relativamente pequeño de nuestras trincheras, podemos elegir actuar diferente: con civismo, educación, solidaridad, altruismo, siendo así parte de la solución y no del problema.

Es verdad que desde el punto de vista del “principio democrático” como sociedad hemos avanzado en comparación con épocas anteriores, y sólo en algunos aspectos, pero en el ámbito del respeto a la legalidad nos falta aún mucho por lograr. Violar la ley, parece ser lo cotidiano, las bromas y “memes” al respecto no cesan; comienza por los gobernantes y se extiende a los gobernados: se viola la ley para obtener beneficios individuales o de un solo grupo, y es ahí en donde inician los albores del concepto de Dictadura disfrazada de Democracia ¿Será verdad o mentira? Cada quien que juzgue según su propia experiencia.
En la película “La Ola” (Die Welle), se pone de manifiesto de manera pedagógica, puntual y objetiva además, pues se basó en hechos reales, cómo puede pasarse de un estado de Democracia a uno de Dictadura, simulando un discurso de Derechos Humanos, incluso en nuestros días, y pese a todos los acontecimientos históricos que nos deberían haber dejado ya un gran aprendizaje sobre nuestros errores como gobierno y sociedad, para no tropezar con la misma piedra. Pero el ser humano sin sabiduría de lo alto, sabio sólo en su propia opinión, tiende al mismo error de manera reiterativa e incluso predecible.

En la “Ola”, se muestra cómo un profesor alemán, de un curso de “Autocracia” (gobierno de uno solo), realiza un experimento con jóvenes, a quienes va suprimiendo paso a paso su identidad personal y derechos individuales, a través de discursos emocionalistas y manipuladores desde el punto de vista psicológico, aunque bien argumentados e incluso lógicos y coherentes (al más puro estilo sofista en acción), y logra una “identidad grupal”, con uniforme, logotipo y sentido exclusivo de pertenencia, incluidos. Un pensamiento propio, diferente, crítico constructivo, creativo, era penalizado, censurado, de manera tácita y explícita.

Quien pensaba diferente, era excluido del grupo y considerado “en rebeldía”. Lo que opinaba el “líder autocrático” se hacía y obedecía, siendo incuestionable.

Lo anterior, me llevó de inmediato las características del pensamiento sectario, muy diferente a la verdadera unión espiritual y hermandad cooperativa entre cristianos, por ejemplo. En las sectas, que tanto han dañado a miles de personas, está prohibido cuestionar, opinar, aportar, mejorar, ahí solo deben “obedecer sin pensar”, cuando de entrada Dios nos dio el razonamiento como un don y es para utilizarlo. Cuando un líder autocrático, no está sujeto a un consejo de “ancianos” o a otro líder para rendir cuentas, empiezan los problemas y lo que empezó con una intención de bondad, puede llevar a suicidios en masa, hecho que ocurrió en la película, aunque de manera individual cuando un alumno se suicidó al anunciársele que “La Ola” concluiría por haber traspasado múltiples límites en la sociedad.

Jesús, actuaba distinto, siempre escuchó a los demás, con humildad le lavó los pies a sus discípulos, no lo movía el “poder” sino el servicio, y sin distinción alguna o “pecado” amó, sirvió, curó y salvó a todos y todas las que por su camino se atravesaron y tuvieron la fe suficiente. El único requisito era: ¿ser perfectos? No, Él vino por pecadores no por justos.

El requisito fue y es tener fe en Él. En este sentido, es la Democracia (con un liderazgo que vea por el bien de todos y todas), y no el autoritarismo (que se centre en su propio beneficio y el de unos cuantos “elegidos”), lo que marcará una verdadera diferencia en nuestra sociedad. La Democracia en un país se anula en el momento en que las personas ceden sus derechos humanos en pro de los objetivos de la masa, perdiendo su individualidad, y la conciencia de que fuimos diseñados de manera distinta, enriqueciéndonos estas diferencias.

En conclusión, considero que tanto la democracia como el Estado de derecho, van en pro de la persona autónoma, aquella que está dotada de derechos, los conoce y hace valer, inteligente y con sabiduría (que va más allá del mero conocimiento), informada, con un liderazgo participativo y transformacional, capaz de elegir y decidir, comprometida y responsable de sus propias decisiones, que pide cuentas, que no calla pero que al hablar lo hace con educación y respeto al derecho ajeno, pues su finalidad es la paz.

El Estado de derecho, sólo puede ser posible al vivir y defender nuestros derechos fundamentales, los mismos que se constituyen en condición sine qua nonde la democracia. Luego entonces, al hacerse mayor la autonomía personal con sabiduría, el Estado de derecho reforzará las condiciones necesarias para una verdadera democracia, y a través de ellas, se cimentará más la propia democracia, volviéndose un círculo virtuoso.

A través de la autonomía de las personas, y el respeto a sus diferencias individuales, así como a la vivencia y no sólo discurso teórico acerca de los valores, eje de cualquier sociedad congruente con su razón de ser, la democracia permitirá construir la verdad pública a partir del diálogo constructivo y positivo (no debates destructivos, agresivos e infructuosos), la toma de acuerdospor consenso entre seres con puntos de vista, todos respetables y válidos, aunque existan desde mi perspectiva principios generales axiomáticos que deben guiar nuestras decisiones, experiencias e ideales que nos enriquezcan y amplíen nuestra forma de abordar la realidad.

La propia autonomía personal, el respeto a nuestros derechos humanos, y el respeto a los de los demás, son unos de los valores que sustentan a la democracia y que justifican al Estado de derecho, siendo la mejor garantía de una real existencia de la misma. En este camino, la construcción activa de un genuino Estado de derecho sigue siendo imprescindible, y nos corresponde a todos y todas.

Referencias:

Definición de Democracia y Dictadura. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado el 26 de marzo de 2018 de: http://dle.rae.es/?id=C9NX1Wr
Gansel, D. La Ola (Die Welle). Película recuperada el 25 de marzo de 2018 de: https://vimeo.com/97620463
Haro, J. Estado de Derecho, Derechos Humanos y Democracia. Recuperado el 25 de marzo de 2018 de: http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/6/2897/7.pdf

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana.
Licenciada en Psicología UADY. Maestra en Psicología y Orientación Educativa ENSY. Estudiante de la Licenciatura en Derecho UNAM y la Licenciatura en Teología SETEMIN. Doctorado en Ciencias de la Educación, Universidad Anáhuac Mayab (en curso). Catedrática en el Seminario Teológico San Pablo y en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán. Articulista en Buró Educativo Internacional y Mi Punto de Vista.
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