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Descubrió su pasión hace 17 años

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Artesanos representan a Yucatán en la Ciudad de México

 

Ciudad de México, 25 de mayo de 2017.- Benjamín Mex Euán no imaginaba que su trabajo como contador fiscal lo llevaría a descubrir su talento y pasión por las artesanías,  gracias a que un señor originario de Chiapas lo ayudó a entender que cualquiera puede hacer lo que se proponga mientras de verdad le nazca.

“Era un viejito de 60 años, un proveedor que tres veces al año llegaba con mercancía a la tienda. Como ya había confianza, le pregunté si en verdad le resultaba ganancia de las artesanías. Él me explicó que sí y me aseguró que todos podemos lograrlo, pero que a veces no queremos”, relató el expositor, nativo de Valladolid.

Lámparas de lek iluminan el rostro del artesano, quien retrocede más de 15 años en el tiempo para hablar con entusiasmo de su labor. Las máscaras y esculturas de madera lo rodean, y una infinidad de figuras hechas de hueso, caracol y bejuco adornan el escenario, que es el estand del taller Calypso en la Semana de Yucatán en México.

En esa época, Benjamín trabajaba en la contabilidad de una importante tienda de artesanías en Cozumel. Después de aquella conversación, decidió pedir una oportunidad y tras un proceso de un año, la tienda que era su segunda casa le abrió las puertas a sus primeras piezas.

“Mi tío trabajaba el coral y el carey cuando se permitía, pero lo dejó por necesidad. Así, que le pedí que me enseñara la técnica que usaba y la empecé a aplicar en otros materiales. Al inicio les ofrecimos más de 100 modelos, de los cuales nos aceptaron 15”, recordó.

A partir de entonces, se continuó formando en la disciplina, en la cual ha descubierto nuevos materiales y técnicas que lo acercaron a un mundo que se volvió su estilo de vida.

La fundación del taller Calypso tuvo lugar hace 17 años en Valladolid, donde se fabrican cientos de piezas que llegan a distintos puntos de venta y gracias a ello muchos jóvenes han encontrado una actividad que les permite aprender y obtener un ingreso extra.

“En el taller no existe el ‘no puedo’, ahí todo se puede. Eso lo fomentamos mucho porque nos llegan muchachitos desde primaria hasta preparatoria y ahí les enseñamos cómo trabajar una pieza. Así debe de ser su vida, en la escuela y en todo, siempre ser mejor cada día”, comentó convencido de sus palabras.

“¿Cuánto?”, pregunta una mujer al tiempo que señala una escultura. “Mil quinientos, es madera de cedro”, contesta el artesano. Judith ha permanecido cerca durante toda la entrevista, cuando no está con los clientes, escucha atenta los relatos de su esposo, recuerda y sonríe.

“Hace ocho años que estoy con ella. Ella me apoya con su calidad de trabajo y hace el 50 por ciento de todo”, asegura. Judith Chay Moguel también es originaria de la Perla de Oriente y comparte con Benjamín el orgullo de su tierra y la pasión por las artesanías.

A la Semana de Yucatán en México han llegado con 30 mil piezas de madera y cedro, así como guajes y lek, conchas, cuerno y hueso de toro, cocoyol, semillas, bejuco, plumas, caracoles y arena, entre otros materiales. En su tercer año de participar, decidieron llevar a sus clientes lo que saben que les gusta, así como artículos nuevos que prepararon de manera especial durante un mes y medio.

Las ferias y expos son el lugar donde estos artesanos se retroalimentan con el gusto de los visitantes, pues no cuentan con un punto de venta propio, aunque ese es uno de sus objetivos.

Todos los involucrados en la producción artesanal de Calypso están conscientes de que lo más importante es conservar la calidad en cada detalle, así lo ha especificado su fundador. Esa dedicación les ha valido premios estatales y regionales que los motivan a continuar aprendiendo y creando.

“Qué bien se siente que te reconozcan y que valoren tu trabajo, porque cada pieza la hacemos con gusto, le dedicamos tiempo y garantizamos su calidad”, expresó orgulloso.

Sobre todo, reconocen lo que les ofrece la naturaleza, pues cada elemento cumple un papel esencial en la elaboración de las artesanías: “todo es una unión y hay que agradecérselo a la madre tierra porque sin ella no se hace nada”.

Benjamín asegura que el deseo de seguir creando se mantiene latente y que con gusto volverían a este evento el próximo año para seguir compartiendo la cultura del estado a través de sus piezas.