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Día histórico en CUBA: votan la inclusión de las mujeres como socias plenas

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Es un día histórico. Por primera vez en sus cien años, el Club Universitario de Buenos Aires se atreve a debatir uno de los mandatos que lo volvían anacrónico a los tiempos que corren: que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres, dentro del club. Es decir, si las mujeres podrán ser socias plenas de CUBA, sin importar su estado civil ni filiación. Hasta ahora, solo pueden acceder como “asociadas”, si son esposas, hijas o madres de un socio. Semejante cambio de paradigma desborde la convocatoria de la comisión directiva del club: más de 5000 socios se acercaron a la sede de Palermo y colmaron los jardines de CUBA. Tan grande es la convocatoria que los organizadores decidieron extender el horario de la votación, que debía finalizar a las 20.30.
En la cancha de tenis cubierta, unas 20 máquinas de voto electrónico van registrando las posturas de los socios. Por el sí, los que quieren que CUBA sea un club de universitarios y por el no, los que defienden que sea un club de hombres.
La votación está reñida. Aunque gane el sí, el cambio será gradual y todavía seguirán existiendo espacios dentro del club vedados a las mujeres, según surge del texto del proyecto que se vota: la sede Viamonte seguiría siendo el bastión de la resistencia. Allí, ellas solo podrán participar de actividades “sociales y culturales”, tal como postula el artículo 68 del estatuto que se intentaba votar en la asamblea de socios. Solo los hombres podrán acceder a los espacios deportivos en la sede central. ¿El argumento? Que cuando se levantó el edificio, en 1928, solo concurrían hombres y no hay, explican, en todo el predio un lugar para hacer un vestuario de damas. En las demás ocho sedes, las mujeres podrán participar de todas las actividades como socias plenas. Siempre y cuando sean universitarias.
Pero, llegar a la instancia misma de debatir la inclusión de las mujeres como socias implicó un debate puertas adentro que generó una fractura generacional entre los socios. Mientras que los mayores defienden en nombre de la tradición que CUBA es un club de hombre, los más jóvenes impulsan la reforma con el argumento de que es un club de universitarios, más allá del género.
La asamblea de socios empezó cerca de las 16, en el gimnasio cubierto de la sede Palermo. En el inicio, eran apenas unos 100 hombres. Los vitalicios eran mayoría, agrupados a la izquierda del escenario, impulsaban el “no”, con el conductor Rolando Hanglin y el socio Raúl Landini como principales referentes. A la derecha del salón y en el centro, el promedio de edad bajaba y era mayoría el “sí”. Pero, con el correr de las horas la balanza se fue inclinando. Después del horario de oficina, llegaron los socios más jóvenes. Por momentos, el ingreso al club parecía colapsado. Aunque estaba cerrado para actividades deportivas, la llegada de socios era constante y contrastaba con un día común en el club, donde las reglas de etiqueta le ganaron a la indumentaria deportiva: nada de chombas, remeras de rugby, shorcitos de tenis ni joggins. Camisa; en algunos casos, corbata, y el que aguantaba el calor, saco y corbata. La formalidad le ganó al deporte.
Fuente: Yahoo noticias