Inicio Análisis político Columnista MPV Dios, nuestra fortaleza sobre el carácter para continuar

Dios, nuestra fortaleza sobre el carácter para continuar

Psicóloga Deya Álvarez.

En ocasiones, Dios permite que nuestro corazón sea roto, en una o varias áreas, pues estamos aferrados a cosas que sólo nos dañan, y aunque duela, el cirujano por excelencia que es el Espíritu Santo, con ese bisturí exacto, que sabe realizar la incisión justo donde se necesita, hace el corte, y tras pasar por un proceso de sanidad que forma el carácter, Dios, en su infinito amor y sabiduría, nos regala un corazón más sano, santo y enamorado de Él. Muchas veces, las hojas caen, más el árbol no muere. Él, soporta con firmeza el invierno, sabiendo por fe de manera literal, que la primavera volverá y traerá de nueva cuenta: hojas, flores y frutos nuevos. Por ello, no desistas ante las dificultades, ya que todo siempre trae una enseñanza valiosa y obra para el bien de quienes amamos a Dios. Nuestro Padre celestial, está presente en cada estación de nuestras vidas. Y aunque caigan las hojas, nuestro Abba, sustenta siempre nuestras raíces, nutriéndolas con su palabra y su Santo Espíritu, haciéndolas más fuertes, permitiendo así, que crezcamos cada día más hacia la estatura del varón perfecto: Jesús.

Mujer, vaso frágil, revestido de poder. Mujer, perla de gran precio, y del Padre, una joya en su haber. Mujer, alta es tu estima ante los ojos de Jesús. Compró tu vida a precio de sangre, con la suya en una cruz. Dios nos creó perfectas, con un diseño sin igual. Ningún hombre o lo creado, podrá nunca apagar: ese sueño bien plantado, en nuestra alma por Papá; de dar luz a naciones, siendo mujer ejemplar. Para lograr que el propósito, se cumpla sin dudar; debemos morir en vida, a lo que no es útil ya. “Quita la escoria de la plata y de allí saldrá material”, como dice Proverbios 25:4, y no des vuelta atrás. Mujer ejemplar ¿dónde se hallará? Más valiosa que las piedras preciosas, es su vida al andar. Ella es fuente de bien y no de mal. Tiende su mano al pobre, es generosa sin esperar. Su fuente de fortaleza es solamente Jehová; quien la sostiene con su diestra y no la soltará. Decepciones y golpes, seguro habrá; pues en este mundo caído, es lo natural. Con la mirada puesta en el Padre y no en lo terrenal, toda prueba que sobrevenga, con Su ayuda vencerá. Saldrá fortalecida y más sabia será; a medida que crece y madura en los caminos de Papá. Mujer, no desfallezcas, sigue con fidelidad; aprendiendo la palabra y dejando al Santo Espíritu obrar. Mujer, niña, princesa amada, consentida de Papá; en las manos del alfarero, estás siendo formada ya. Victoria profetizo para tu vida, en esta hora y más allá; sabiduría de lo alto, en perfecto amor y paz. Dios, nuestra fortaleza, nuestro Padre protector; con identidad de hijas, caminemos con valor. Mujer, vaso frágil, revestido de poder. Mujer, perla de gran precio, y del Padre, una joya en su haber. Mujer, alta es tu estima ante los ojos de Jesús. Mujer, si entregas tu vida a Cristo, en ti, brillará eternamente su luz.

¿De qué debemos deshacernos mujeres hermosas, para añadir a nuestras vidas el hecho de ser más virtuosas? Imagina la siguiente situación, hipotética… Laura, Mary, Claudia, Ceci, el nombre que gustes, era una niña que creció en soledad. Pudo haber sido la hija más pequeña, o la única quizá. Con padre ausente, por trabajo o problemas con mamá, o bien, con presencia inadecuada, a causa de adicciones o desvarío conductual. Mamá, la creció, como pudo y sola… con la ayuda de Dios, y talvez sin saberlo, pues no eran creyentes aún, sino más bien religiosas, siguiendo lo tradicional. Imagina también, que por falta de cuidado y protección, en malas manos fue a parar, pudiendo existir un abuso psicológico, físico y/o sexual. Ella creció y buscó el amor donde jamás lo podría hallar, desviando el camino hacia personas y relaciones, que no hacían más que dañar. Su corazón que estaba roto, no paraba de sangrar y las lágrimas en sus mejillas, eran un salado manantial. ¿Depresión, dejar esta vida? Quizá por su cabeza rondaba ya; pero algo le decía que debía continuar. De oruga a mariposa, se debía transformar. De pronto en su camino, algo bello sucedió: a Jesús en su corazón aceptó. A partir de ese día, miel sobre hojuelas no hubo; pero si una renovación de la mente, y la mariposa nació.

Pensar como niña, la mayor fortaleza para seguir de pie: Caminando por la vida, encontré un día, que pensaba como niña. Este gran cambio noté, cuando al tropezar mi corazón lastimé. Heridas de antaño, cual aguijones hacían daño. Tristeza sobrevino, más a Jesús hallé en mi camino. Me dijo: Deyita, estoy contigo mi bonita. No temas princesa amada, que yo te he dado mi espada. Eres frágil, pero no indefensa; eres mansa pero no mensa. Y en un abrir y cerrar de ojos, fueron quitados mis anteojos. Cerca estuve del abismo, pero ya no me importó lo mismo. Pensar como niña me ayudó, y mi mente renovó. En la niñez se es sincero, honestos y espontáneos con esmero. Un niño no guarda rencores, y olvida rápido los sin sabores. Las niñas, especial tesoro, son princesas con decoro. Y los niños valientes juegan, olvidando el ayer sin tregua. Aquí, no hay víctimas sino amigos; no hay análisis ni enemigos. Hay amor por sobre todas las cosas, y varita al que bien no se porta. Que bella es la niñez en el alma; mantiene la mente en calma. Que grato aroma divino es el pensar cual niño. Ser infantil no es lo mismo, pues eso manifiesta cinismo. Pensar como niños es grandeza, que se da con sutileza. No admite bajeza alguna, del tipo: “Si me dañas, te regreso una”. Hay en ello un gran secreto, con bases bíblicas como dice el decreto: “Sólo quienes como niños son; ingresarán al reino, con el Padre eterno”. Pensar cual niña cambió mi vida, hallando al fin, la salida. Jesús, sonriente, lleno de gozo, con su mano de amor me sacó del pozo. Sin importar tu pasado, presente o futuro, Dios es quien derriba cualquier muro. Problemas en el mundo siempre habrá, pero la respuesta es una y no variará: Jesús es el único camino, verdad y vida; a él nos rendimos y que la niñez siga.