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“Efecto M68 o sobre el aleteo que jamás se olvidará”

Introducción: una oruga que devora

Sociedad mexicana con dolor, cura que no llega, parece ser la frase que describe a la perfección, una larga travesía desde lo infame vivido el dos de octubre de 1968, hasta lo innombrable que acontece en nuestros días. Tlatelolco, Plaza de las Tres Culturas, fue el escenario de la socio-patía en su máxima expresión, de la represión por poder, del hacer sin límites y sin conciencia. Lo acontecido en el pasado, impacta en nuestro futuro. Quizá no de forma determinista, pero la influencia es clara, ya que se generan estructuras subyacentes tanto psíquicas como sociales, que condicionan un tipo de respuesta que antes del suceso, no se tenía. El ser humano aprende, los mexicanos somos seres humanos, luego entonces ¿aprendimos?…La realidad actual, nos muestra de manera fehaciente múltiples repercusiones del M68 en las áreas social, educativa y cultural del país, denotando una memoria histórica que pese a haber intentado ser adrede manipulada, y su verdad ocultada, ésta alumbra en la oscuridad tan fuerte, entre las sombras de lo que ya casi no se dice, pero se sabe y duele. Al respecto, muchos han decidido no callar, para realizar la catarsis de su dolor, y yo estoy entre ellos y ellas. Mi país, me duele, nos duele a muchos, y a quienes no, seguro son parte de ese 3% de la población conocido como psicópatas, quienes no sólo matan físicamente en algunos casos extremos, sino también, emocionalmente, dejando huellas imborrables. En palabras del Dr. Hugo Marietán, médico psiquiatra: “El psicópata es un desierto disfrazado de persona” y en la clase política, abundan muchos, pues donde está el poder, ahí estará un psicópata encubierto y posiblemente integrado, como los perpetuadores de esta masacre que dejó huella y cuya herida sigue sangrando.

Empatía inexistente, un gobierno indiferente, que da el golpe y luego desmiente. Involucrados hasta el cuello, el otrora presidente Díaz Ordaz y también Luis Echeverría, quien fue primero Secretario General y luego a la presidencia ascendería. En un histórico y demagógico discurso, hablando de “dientes para afuera”, asumió su responsabilidad Díaz Ordaz, pero jamás hubo consecuencias legales en vida. Ante ello, surge una pregunta en aras de una verdadera justicia y no de una a medias: ¿los fallecidos y sus familias, en dónde quedan? En sus propias palabras Díaz Ordaz expresó: “Asumo íntegramente la responsabilidad ética social, jurídica política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”, en su Quinto Informe de Gobierno, en San Lázaro. Y hasta la fecha, en palabras queda, pues la culpa y responsabilidad legal, nunca llegaron. Por su parte Echeverría, expuso en su libro “Entre lo público y lo privado” de Editorial Planeta, que “todo lo manejó el presidente”, en lo que a él respecta. Si bien, la orden de intervención en la Plaza de las Tres Culturas, fue dada por Marcelino García Barragán, cabeza del Ejército en aquella época, quien en el libro “Parte de guerra” de Julio Scherer y Carlos Monsivais, se muestra tratando de incriminar al otrora rector de la UNAM Javier Barros Sierra, y a su vez, escudándose diciendo que tan sólo seguía órdenes superiores, ¿y a quién le queda la chaqueta ahora? Como en los juicios de Núremberg ocurrió, tras la masacre evidente, hubo quien sus manos lavó. Altos jerarcas nazis tomaron como defensa, el argumento de: “Yo solo seguía órdenes”, y lo hicieron sin ninguna vergüenza. Lo legal y lo justo, a veces no se corresponden, y ahí entra la fuerza y sentido de la dignidad y derechos humanos, a poner orden. Tlatelolco siguió un camino distinto, pues los justos juicios no existieron, y ese es un asunto no extinto.

La crisálida: movimientos sociales que se gestan y dan a luz
Sociedad mexicana y valores universales diluidos, en un laberinto de impunidad y corrupción sin sentido. Llovía en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, lágrimas del cielo que presagiaban, lo que ese día habría de ocurrir. Cual tinta de la memoria, los movimientos estudiantiles de ayer y hoy, han sido como gotas, hasta que se derrame el vaso, y se le ponga un fin justo y necesario, a este ocaso. En palabras de José Emilio Pacheco: “Una gota de lluvia temblaba en la enredadera. Toda la noche estaba en esa humedad sombría que de repente iluminó la luna”. Esa luna que somos nosotros, quienes ante las adversidades desarrollamos resilencia, como diría Viktor Frankl, sobreviviente judío de los campos de concentración nazi, psiquiatra y padre de la logoterapia: “El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo, y es padre de su porvenir”, así como: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Elijamos ser la luna que ilumine la humedad sombría. Difícil, pero no imposible. ¿Quieres saber qué hay dentro del corazón de una persona? Fíjate en cuando lo exprimen las experiencias difíciles de vida ¿qué jugo saca?, ¿el de un limón, por amargo?, ¿o el de un durazno por dulce? La diferencia no radica en la experiencia, buena o mala, sino en lo que tenía guardado dentro. Lo más importante es invisible a los ojos, veamos y vayamos más allá de lo aparente, enfoquémonos en lo que realmente vale, en lo trascendente.

Enemistades de antaño, con manipulaciones mediáticas pagadas, para generar olvidos y omisiones, décadas después siguen haciendo daño, en mentes y corazones. La nación sufre, el pueblo clama. Ningunas Olimpiadas ni imagen internacional, justifican una masacre que a México quiso callar. Tras el fracaso como crónica de una muerte anunciada en la actuación del Ministerio Público de la Federación, en materia de reconstrucción histórica de los hechos, incluido el análisis del contexto estudiantil, y todos los detalles alusivos al fatídico 2 de octubre de 1968, el presidente Vicente Fox entró al acecho. Decidió en el año 2001, crear la “Fiscalía especializada para movimientos sociales y políticos del pasado” FEMOSPP, dando cumplimiento a una promesa de su campaña del 2000, rumbo a los pinos, un trayecto arduo y con espinos… La bolita “saltó” fincando parcialmente responsabilidades desde el presidente Gustavo Díaz Ordaz, hacia Julio Sánchez Vargas, procurador general de la República; Salvador Toro Rosales, ex agente del Ministerio Público; Miguel Nazar Haro, comandante de agentes; Luis de la Barreda Moreno, subdirector de la Dirección General de Seguridad; hasta que tres años después de iniciada la investigación recayó según el juez José Mattar, del Segundo Tribunal Unitario de Circuito, en la figura de Luis Echeverría, a quien detuvieron y arrestaron en su domicilio por el delito señalado, arresto generalizado a 55 personas más, el cual no duró pues el magistrado del Tercer Tribunal Unitario en Materia Penal, Jesús Guadalupe Luna Altamirano, exoneró en el año 2009 a Echeverría, afirmando que no había pruebas que lo inculparan e hicieran permanecer en dicha estadía. Al morirse Díaz Ordaz, toda la culpa recayó estratégicamente en él, pero ya fallecido ¿cómo habría de pagarla?…La justicia es en vida, aunque de la eterna, nadie se salva, y ese es un pequeño consuelo para quienes aún les duele el alma.

Niños y niñas, lloran sin consuelo y crecen con secuelas, adoleciendo de falta de paz y seguridad, teniendo a la tragedia como escuela. Otros, como un niño de 12 años dió su último suspiro en el edificio Chihuahua, en medio de balas expansivas, emblemática construcción que fue silencioso testigo de cómo masacraron a nuestra nación. Masacre sin número exacto de víctimas, estimándose de 41 (31 el 2 de octubre y 10 en días posteriores), hasta 350 según la arista desde donde se mida. Listas negras, listas blancas, nombres con rostro, vidas truncadas: 25 hombres, 6 mujeres, en cifras “oficiales”; 16 eran de 13 a 20 años de edad; 7 de 21 a 30; 5 de 31 a 40; y 3 de 40 a 60. Y en la soledad de los recuerdos de la enfermera Chofi, Señora Valencia, Poo Hurtado, y muchos más, el tiempo pasó…

Tiempo de morir y de nacer como diría Eclesiastés ¿a quién corresponde dictarlo? Sólo a Dios en mi creencia, y no a quien se esconde, tras un puesto de autoridad para matar inocentes, por perpetuidad de poder, sin importarle las gentes. Gentes con nombre, apellido y familias, con un futuro desvanecido tras las rejillas, de mentes perversas que actuaron ex profeso, para saciarse del mal y ello no quedó penalmente confeso. “Únete pueblo, no nos abandones, únete pueblo. Pueblo, no nos abandones, únete pueblo”, expresaban las mantas en las manifestaciones del Movimiento Estudiantil el 5, 13 y 27 de agosto, así como el 13 de septiembre de 1968. “México Libertad” era el coro que al unísono se expresaba en las calles, de acuerdo con la investigación realizada por Elena Poniatowska, fielmente retratada en su libro La noche de Tlatelolco: Testimonios de historia oral. El relámpago verde de una luz de bengala dio inicio al ¡Fuego! Y los cuerpos inocentes se fueron desplomando como la credibilidad en un México justo, ese que aún, los crédulos y creyentes, y no tanto, buscamos. Represión, detenciones masivas, macanizas, eran parte de un modus operandi habitual para el gobierno, ese que gobernaba para sí mismo en detrimento del bien común. ¿Lo hacía, lo hace, ha cambiado ya? … Los límites eran difusos o inexistentes; lo “cuerdo” era pisoteado por un grupo de dementes, sin más conciencia que la de su propio bienestar, causando malestar a miles de valientes y no sólo eso, privándolos con cobardía de la vida, de esa que sólo Dios puede quitar, usurpando con psicosis su lugar.

Adelante, a seguir de frente, con fe, resiliencia y actitud, pero acordándonos de un pasado, repleto de ineptitud. Si lo haces, hazlo bien, y si no, mejor no lo hagas, que de medias tintas y plumas tenemos, bien repletas las almohadas. Sobre la cama del olvido, se acostó la democracia, diciendo la injusticia a su oído: ¡Ahí te quedas Anastasia! Con amnesia y en pijama roja, cual hija de un Zar, quedó dormida la joven, que empezaba aún a andar. Movimientos sociales en el mundo, que se gestaron y dieron a luz en 1968, al que se sumó México, aunque separados en lo espacial, contaban con un mismo espíritu: la pugna por el reconocimiento y respeto de lo que se habría de conocer como “derechos humanos”, tan fundamentales, como el respeto a la dignidad de la persona, su libertad, la igualdad entre todos y todas, y la vida misma. Paris, Praga, Berlín, Berkeley, Madrid, fueron algunos de los protagonistas, y en México sus ecos, se replicaron con esmero. Cual Efecto Mariposa se fueron dando los hechos, circunscritos en lo que parecería plantear con exactitud la Teoría del Caos, cuyo precursor, además del matemático Henri Poincaré por supuesto, fue el meteorólogo Edward Lorenz, quien en su conferencia brindada en 1972 planteó ante la comunidad científica de la época un concepto adicionado de pregunta fundamental: “Predecibilidad: ¿el aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas? Y la respuesta es sí. Luego entonces, ¿Cuántos aleteos o movimientos de la sociedad civil organizada, son necesarios en México para provocar un Tsunami que transforme no sólo el país sino el mundo? La respuesta es incierta, pero existe una gran verdad: si seguimos aleteando, juntos, unidos, con fuerza, algo grande pasará.

Yacían tendidos los cuerpos en la Plaza de las Tres Culturas, y parecía “el final”, pero al contrario, era el principio. México, ya no sería igual. La metamorfosis, dolorosa sí, injustificable también, ya había empezado. Lo único constante es el cambio diría Heráclito de Éfeso, y en ese río ¿ya no nos bañaríamos dos veces? La realidad actual, nos responde con cifras sin par, ¿era y es nuestro país una olla, a punto de explotar? Quizá no es la misma agua del río, pero sí una similar. La violencia continúa, urge un verdadero cambio sin chistar. Estamos hartos de lo de siempre, queremos al país transformar. Un nuevo presidente tenemos este 2018, AMLO a 50 años ya, de una matanza que no fue en vano, y que de la nación forma ese reflejo ciudadano, que por la democracia verdadera su vida dará. Desde nuestras respectivas trincheras, haciendo con calidad lo propio, sea la excelencia nuestra bandera y el respeto hacia el prójimo. Lo que se siembra se cosecha, cuando el tiempo exacto llega, no es antes ni después. El año 68 dio fuerza al 99, el tiempo de despertarse del letargo llegó. Seis fueron los puntos similares en el pliego petitorio, que en abril un nutrido grupo de estudiantes y personas con anhelos genuinos de cambio, presentaron ante las autoridades para hacerse escuchar, de nueva cuenta. Actos que bien reflejan el concepto de Terrorismo de Estado, donde no existió límite claro entre autoridad y autoritarismo, entre poner “orden” y sadismo, son la gasolina de un pueblo, que sin embargo, quiere paz.

Olimpiadas manchadas de sangre en el 68, en un México violentado, sin respeto a los derechos humanos desde adentro, sin testimonio real para mostrar hacia afuera. Lejanía entre el decir y el hacer, incongruencias de fondo que nos impactan como ser. Sociedad hoy, vista desde el ayer. Concuerdo con Luis González de Alba, delegado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuando dice que: “México era uno antes del Movimiento Estudiantil y otro después de 1968. Tlatelolco es la escisión entre los dos Méxicos”. En el México contemporáneo, han existido movimientos sociales impactados por el M68, de gran trascendencia y dolor nacional, que motivó a la acción masiva de la sociedad civil, siendo algunos de ellos desde mi punto de vista: 1) El “movimiento ciudadano por la justicia 5 de junio”, por el incendio acontecido en la guardería ABC en el 2009, tras lo cual no existen detenidos presuntamente responsables; sin embargo, este lamentable hecho sirvió para que se aprobara la Ley General de Prestación de Servicios para la Atención, Cuidado y Desarrollo Integral Infantil. 2) “Nuestras hijas de regreso a casa”, que surgió tras la desaparición de Lilia Alejandra García Andrade, el 14 de febrero de 2001, quien fue encontrada sin vida tiempo después, lo que motivó a su madre Norma Esther Andrade, a su hermana Malú García, y a la activista Marisela Ortiz de Ciudad Juárez, Chihuahua, a fundar una AC que ayuda a familiares de mujeres desaparecidas o asesinadas en esta zona del país, y en general. Tras agotar las instancias mexicanas de justicia, acudieron a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, quedando los casos de los feminicidios en Campo Algodonero de Ciudad Juárez, bajo la responsabilidad penal del Estado mexicano, de acuerdo con el máximo tribunal de justicia de la región. Aunado a ello, situaciones como la de San Salvador Atenco, plagadas de detenciones arbitrarias, torturas, allanamiento de morada, abusos sexuales, retención ilegal, y violación al derecho a la vida, siguen aconteciendo en un México que nos duele. Un país con un Tlatelolco y un Ayotzinapa, con la desaparición forzada de 43 estudiantes, que quizá no sean tantos como en el 68, pero cada vida cuenta, es valiosa, es el mundo para sus familiares.

Cientos de movimientos sociales del pasado y la actualidad, crean un puente que une conciencias, y promueve el despertar. En 1968, la juventud se unió en un solo clamor mundial: la crítica a democracias insuficientes, a gobiernos rígidos y autoritarios, al socavamiento de la libertad, a la violación de la dignidad. En los países socialistas, se criticaba al orden comunista del “Kremlin”; en el occidente industrial, la guerra era contra el capitalismo racionalista y su continuos abusos de “mano de obra barata” proveniente de países subdesarrollados, en aras de un enriquecimiento que a todas luces, es ilícito, o por lo menos, moralmente reprobable. En Francia, el M68 pugnaba por promesas humanistas basándose en ideas de Sartre o Camus como bandera. En Alemania, se luchaba por una mayor democracia e incidencia de un nuevo paradigma en la educación, por ir más allá de lo tecnocrático o especializado. En Estados Unidos, el movimiento se enfocó en contra de la guerra de Vietnam, la no discriminación racial y la consolidación real de los derechos civiles. Desde la década de los 60, fueron suscitándose múltiples movimientos sociales en cascada hasta nuestros días. Hoy, las redes sociales marcan una nueva forma de generar revolución, conciencia social y lograr cambios: organizados, pacíficos, inteligentes, con el fin de construir entre todos y todas una mejor sociedad, que contemple con empatía a las futuras generaciones.

Conclusión: seamos mariposas Monarca o sobre un México con esperanza
Hijos e hijas de padres y madres, víctimas de algunos sin esta última, y no entraré en detalles, no quedarán en el olvido. Su vida, valió la pena, tuvo un sentido. A 50 años de distancia, el M68 se presenta como una gran oportunidad para que un nuevo tipo de revolución que implica el uso de las redes sociales y el internet, se utilicen para gestar y organizar a la sociedad civil de manera masiva, movilizándola en pro de una o muchas causas sociales, de forma pacífica, sabia, inteligente pero contundente. Concuerdo con el escritor chiapaneco y estudioso de la filosofía alemana, Leonardo Da Jandra, en que “Las revoluciones tradicionales del mundo costaron miles de vidas, y no han demostrado ser la salida. El camino, debe ser evolutivo, es decir, partidario de un desarrollo social pacífico, gradual, que busque siempre el mayor beneficio, para la mayor cantidad de gente, el mayor tiempo posible”. En este sentido, la invitación es a ser como las mariposas Monarca, las Danaus plexippus, en apariencia dormidas, pero en transformación constante. México, necesita despertar. Con una perseverancia digna de admirar, la generación de las mariposas Monarca tipo “Matusalén”, a diferencia de sus antepasados con vidas efímeras de semanas o máximo un mes, son capaces de vivir hasta siete u ocho meses, que en términos humanos serían aproximadamente 525 años, tomando como vida media de una persona, los 75 años, para realizar un largo viaje con retos por vencer, pero ellas, pese a su aparente debilidad, demuestran que sí se puede. Perdonar, sin olvidar, pues el recuerdo nos conduce a la toma de acciones concretas en ayuda de uno mismo y los demás, es la cura de muchos males prevenibles. Esa metamorfosis, producto de la metanoia o cambio de mente, es la que hará decir: todo lo vivido, valió la pena, tuvo un sentido. Ese, es el gran desafío para quienes desean conservar la salud mental mientras buscan justicia, en un estado “ideal” de derecho, que se vislumbra lejano, que brilla por su ausencia, y pese a ello, muchos pensamos que sí es posible y actuamos como las mariposas Monarca, moviendo las alitas cada día en pro de su construcción.
Octavio Paz calumniado a raíz del M68 por el presidente Ordaz, un gran legado ha dejado por íntegro y audaz. Dijo ¡no! a un gran puesto, poniéndose en “disponibilidad”, ya que su conciencia sin pretexto, no le hubiera dejado hacer honor a su apellido, y decidió avanzar. Ni en la India ni en GZ-N11, la galaxia más lejana al sistema solar, querría Octavio representar a ese gobierno, tan plagado de maldad. ¿Qué es el bien, qué es el mal? Muchos preguntan, y la respuesta al dilema, para unos es clara y para otros no: ¿Es acaso la oscuridad, tan sólo la ausencia de luz?, ¿es la maldad, lo que “está ahí” cuando no se encuentra la bondad?, ¿el odio es lo que existe cuando el amor deja de ser y de estar? Pero el amor, nunca deja de ser…y siempre está. El de verdad, así es, eterno y sin par. Amor que nunca hubo en el corazón del poder, que faltó hacia seres humanos, ese 2 de octubre al atardecer. Sin embargo, siempre quedan, enseñanzas que adquirir, de las más cruentas experiencias que nos sirven para no repetir. Cual inocentes ovejas caminaron sonrientes, con ímpetu juvenil, paso firme y de frente, miles de personas a Tlatelolco, a quienes atacaron sorpresiva y masivamente. Alzaban pancartas de libre expresión de humanidad, mientras cantaban coros, en una democracia fallida que les privó de vivir más. Pese a ello, la sabiduría de la no venganza, del actuar con misericordia con quienes no lo han sido, radica en un principio simple pero profundo: ellos, los culpables, jamás tendrán paz y del juicio eterno no se salvan, pero uno sí puede tenerla, puede decidir ser feliz pese al dolor, superarse y transformarse utilizando las adversidades como piedras, que apiladas de forma estratégica, sirvan para salir del pozo. Y esa, es la mayor de las venganzas: no quedarse atorado en el pasado, siendo libres de la amargura y el desánimo, luchando de forma pacífica con la fuerza que dan los callos formados, en comunión con los sólidos principios, convicciones y motivos para vivir solo por hoy, centrados en agradecer lo que se tiene, cada instante y suspiro, honrando a los que partieron, a través de una vida que construya y no destruya. El dominio propio es de grandes. Aplicar la V de Vendetta, puede satisfacer momentáneamente al ego, pero los estragos posteriores no valen la pena, terminará quien así actué, sufriendo cada día, al rememorar el suceso, y esa será, la mayor de sus agonías. Ya lo planteaba mí amado Jesús: “Ama a tus enemigos, bendice al que te maldice, devuelve bien por mal”, y es así, solo así, cómo se demuestra de qué estamos hechos y qué tan fuertes o débiles somos. Perdonar es de fuertes. Quien es capaz de perdonar, se libera a sí mismo, aunque no olvide y actúe motivado por la experiencia. De lo negativo puede surgir algo positivo. El Efecto Mariposa puede darse en México. Nuestro país, tiene esperanza. Si en vez de mover nuestras alitas cada quien por su lado, nos armonizamos y comenzamos a moverlas en conjunto, puede generarse un tsunami de nuevas oportunidades de desarrollo integral, no sólo para las personas, sino para las familias y la sociedad en general. Vivamos una metamorfosis real, que empiece con uno mismo, y siendo ejemplo, se modele a los demás: Mantengamos la paz. Amemos más odiemos menos. Recordemos sin dolor, devolviendo bien por mal. Integremos no separemos, pues todos valemos. Perdonemos y seamos libres. Opinemos pero construyamos el cambio con acciones y no sólo con palabras. Sembremos lo bueno y eso cosecharemos a su tiempo. Apartémonos de lo que nos daña, y si somos víctimas de una injusticia, salgamos fortalecidos, jamás vencidos.

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Datos de la autora:

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana.
Cel. 9991-20-66-69 Sitio web: www.deyav.com
Licenciatura en Psicología UADY: Céd. 5157846. Maestría, ENSY: Céd. 09887047.
Perito en Psicología certificada por el Poder Judicial: Registro RP249/2018.
Doctorado en Ciencias de la Educación, Universidad Anáhuac Mayab y
Licenciatura en Derecho, UNAM (en curso). Miembro de la Red Mundial
de Conferencistas con sede en Alemania RMC https://conferencistas.eu/deya/