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El estallido en Beirut es una advertencia para Estados Unidos

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WASHINGTON.- No bien me enteré de la terrible explosión en Beirut y de la consiguiente escalada de especulaciones sobre quién la habría provocado, mi mente se retrotrajo a una cena de la que participé 40 años atrás, en la residencia de Malcolm Kerr, entonces presidente de la Universidad Americana de Beirut.

En el transcurso de la cena, alguien mencionó la inusual granizada que había caído sobre Beirut dos noches antes. Cada uno de los asistentes tenía su propia teoría sobre ese raro suceso meteorológico, hasta que Malcolm les preguntó irónicamente a sus invitados: “¿Ustedes dicen que fueron los sirios?”

La pregunta de Malcolm, hombre encantador y brillante académico, que fue trágicamente asesinado dos meses después de aquella noche por personas nunca identificadas, era una broma y una profunda reflexión al mismo tiempo. Se estaba riendo de la tendencia de los libaneses a ver una conspiración detrás de cada hecho, sobre todo conspiraciones de Siria, y por eso nos reímos todos.

Pero también era una reflexión profunda sobre la sociedad libanesa, y que lamentablemente ahora también es aplicado a Estados Unidos: en el Líbano de entonces y más aun hoy en día, todo, hasta el clima, se ha politizado.

Debido a la naturaleza sectaria de la sociedad libanesa, donde todos los poderes de gobierno y las arcas del Estado fueron constitucional o informalmente repartidos con cuidadoso equilibrio entre las diferentes sectas cristianas y musulmanas, todo era efectivamente político. Cada nombramiento, cada investigación por mal desempeño, cada decisión de gobierno para financiar eso y no aquello, era visto como una ventaja para un grupo y un perjuicio para otro.

Fue un sistema que logró estabilizar a una sociedad sumamente diversa como la libanesa, entre los espasmos de una eterna guerra civil, pero al precio de no rendir nunca cuentas, y de una corrupción y un desmanejo permanentes.

Por eso lo primero que se preguntaron la mayoría de los libaneses después de la explosión no fue qué había pasado, sino a quién le convenía.

Estados Unidos se va pareciendo cada vez más al Líbano y otros países de Medio Oriente en dos aspectos. Primero, que nuestras diferencias políticas se han polarizado tanto que ahora nuestros dos grandes partidos parecen sectas religiosas en una lucha de suma cero por el poder. Allá se llaman chiitas, sunnitas y maronitas, o israelíes y palestinos. Acá los llamamos demócratas y republicanos, pero se comportan cada vez más como tribus rivales que creen en el poder a vida o muerte.

Segundo, al igual que en Medio Oriente, en Estados Unidos ahora todo está cada vez más politizado: hasta el clima, hasta la energía, hasta el uso de barbijo en una pandemia.

De hecho, en Estados Unidos nos estamos pareciendo tanto a Medio Oriente que mientras los libaneses llegaban a la conclusión de que la explosión efectivamente fue accidental, el presidente Donald Trump hablaba como un líder de las milicias de Beirut, declarando que seguramente fue una conspiración.

“Fue un atentado”, dijo Trump que le habían dicho sus generales. “Una bomba de algún tipo.”

Pero cuando todo se vuelve político, las sociedades, y ciertamente las democracias, terminan muriendo. La politización también termina acogotando la gobernabilidad. De hecho, lo que dejó preparado el camino para la explosión fue el fracaso del corrupto Poder Judicial libanés para proteger el bien común y ordenar el retiro de esos explosivos del puerto, tal como se lo venía solicitando insistentemente la autoridad portuaria desde hace años.

“Para que se difunda una política sana tiene que haber puntos de referencia que queden fuera de la política, como cierta idea del bien común”, explica el filósofo de las religiones Moshe Halbertal, de la Universidad Hebrea. “La política muere cuando todo es política”.

Para decirlo de otra manera, cuando todo es política, todo tiene que ver con el poder. No hay centro, solo hay lados. No hay verdades, solo hay versiones. No hay hechos, solo deseos contrapuestos.

Si alguien cree que el cambio climático es real, debe ser porque le pagaron con algún subsidio o beca de investigación. Si alguien cree que el presidente Trump cometió una falta que amerita un juicio político al haber intentado reclutar al presidente de Ucrania para debilitar a Joe Biden, es porque quiere el poder para su partido.

 

 

 

FUENTE: Yahoo noticias