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El largo camino de los rebozos en México

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Por su alta calidad y fina creación, dicha prenda producida en territorio nacional es reconocida a nivel mundial

México, 2 de mayo (Notimex).— Los rebozos elaborados en Santa María del Río, San Luis Potosí, son considerados como valiosas piezas que reflejan horas y horas de esmero, rigor y alto gusto estético; a causa de ello, sus creadores han obtenido reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el rubro de Artes y Tradiciones Populares. Tales creaciones cuentan con gran prestigio en México y otras partes del mundo.

      La producción se realiza en la Escuela de Rebozo, el Taller-Escuela de Rebocería y en diversos talleres familiares. Durante 1993 se realizó el rescate de los tintes naturales con un curso impartido por la experta en teñidos antiguos, Ana Roquero, según información de la Secretaría de Cultura federal e investigaciones sobre el arte popular mexicano.

      Esta prenda tradicional de Santa María del Río se caracteriza por estar elaborada —principalmente— con seda, la cual se hila en un telar de cintura bajo diferentes técnicas de tejido, tales como las bolitas, lloviznas, grecas, caramelos, peinecillos, tintes abiertos, flechas y corazones, entre otras. Esta calidad ha hecho que Isabel Rivera y Julia Sánchez sean reconocidas como “Maestras del Arte Popular”.

      Cada pieza es fabricada por dos personas; la primera elabora el tejido con base en diferentes procedimientos: devanar, urdir, pepenar, amarrar y teñir hasta tejer por completo la tela; la segunda realiza el empuntado. Además, se incorporan colorantes naturales que provienen de diferentes materiales como la grana cochinilla, añil, nogal, vara dulce, bardo de león, liquen, cempasúchiles, entre otros.

      Después se amarran las partes sin dibujo y se mete en el agua con el tinte caliente; posteriormente se retira, colocándolo a secar y se vuelve a dejar en el urdidor, desamarrándolo cuidadosamente con la navaja. Se deposita así en el telar de cintura entreverando los diseños jaspeados con rayas lisas y tejiendo con trama de algodón. Al término del tejido del paño se entrega a otra mujer, quien realiza el empuntado o rapacejo en las puntas.

      Todo este proceso de elaboración lleva aproximadamente un año, por lo que los precios de venta se elevan considerablemente y pocas personas pueden adquirirlos; no obstante, se mantiene la tradición y producción de estos rebozos. Otra prueba de calidad es que artesanos como Arturo Estrada y Domingo González han obtenido galardones y premios nacionales por la finura de su trabajo.