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El odio sin propuesta no construye un México en paz

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Una de las realidades del mundo global es la penetración de las redes sociales. Lo que significaba una oportunidad para la democratización de la libertad de expresión, por la facilidad de interconexión y la globalidad en la comunicación, hoy se convierten en instrumentos para sembrar odios y fomentar la ira social en algunos casos.

Hoy resulta muy fácil que cualquier persona pueda decir algo en una red social. Hay quienes esgrimen en la defensa de la libertad de expresión el fundamento para decir lo que sea. Sin embargo, hay que precisar que para que exista esa libertad se requiere de una manifestación igualmente libre de ideas. Lo que se nos olvida es que la manifestación de ideas, como cualquier otro derecho, tiene sus limitaciones que surgen de las obligaciones inherentes en el ejercicio del mismo. De tal manera que se determina que la libertad de expresión es válida siempre y cuando sea respetuosa, no dañe a terceros, como tampoco, se altere la paz y la armonía social.

Lo que estamos viendo en las redes sociales es la catalización de hartazgos que se entienden en un clima de inflexión social difícil. No obstante, la violencia en que se ha asumido la crítica, tampoco abona al entendimiento de las partes. A menos que esa sea la intención: llevar de manera consciente y deliberada al país en un estado de no retorno por inestabilidad social.

Si esto es así, entonces estamos ante un gran peligro en el proceso de consolidación de la democracia. La maduración de la democracia exige la construcción de pactos, de acuerdos, respetar a las instituciones y los marcos jurídicos que las sostienen. Pero hoy parece que vamos en un sentido contrario. Se le apuesta a la caída del gobierno como si realmente eso sea la solución.

Veamos el caso de la solicitud de renuncia de Enrique Peña Nieto. En la justificación de aquélla se habló en su momento de falta de acción por parte del Ejecutivo Federal, cuando en la realidad y configuración política y legal el gobierno se sustenta en la toma de decisiones bajo sistemas de jurisdicción y competencia complejos. Cada quien tiene una tarea que hacer y se supone que si las hicieran como deberían no estarían pasado muchas cosas que lamentablemente acontecieron. Ahora que el gobierno anunció un cambio constitucional para una respuesta más efectiva, surgen voces que se quejan de que la propuesta resulta violatoria de la autonomía municipal.

Pues así, ya no hay de donde agarrarnos. En esa crítica no hay propuesta, sino solo decir por decir para sembrar la incertidumbre. Es la procuración de una caída en la conveniencia de otra fuerza política que quieren llegar al poder a costa de la incertidumbre política y el debilitamiento de las instituciones de gobierno y parálisis del orden legal.

México está dolido. Nadie en sano juicio debería apostarle a la destrucción del camino y logros que hemos obtenido en el proceso de consolidación de la democracia. Los intereses de la nación deberían estar por encima de los traumas, las ideas o los reclamos personales.

Lo malo es que hay políticos y líderes que no entienden ese proceso y con ello arrastran a quienes no tienen la capacidad de analizar e interpretar estos hechos, que no tienen la claridad ni la visión para construir un país en paz.