REFLEXIÓN
Amadísimos hermanos y entrañables amigos:
El Señor vino a la tierra a invitar muy cordialmente a Su pueblo elegido de Israel AL BANQUETE DE BODAS. Más se hicieron los importantes al presentar sus excusas para no asistir AL BANQUETE DE SU REY Y SEÑOR. San Juan dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. (1; 11). La ceguera espiritual de este pueblo en quien Dios se complació y los colmó de su amor, fue provocada por HABERSE ACOSTUMBRADO a lo extraordinario y a lo sobrenatural; a la falta de aprecio y amor por la vida y, especialmente, a LA INGRATITUD. Un pueblo agradecido con Su Benefactor, vive en la consciencia del bien recibido. Israel fue ingrato ante Su Salvador, Su Benefactor y Su Libertador. Por eso, Dios cambia sus planes e invita al BANQUETE CELESTIAL DE SU REINO a todos los pueblos de la tierra, porque los Suyos, se hicieron indignos: “Pero a quienes lo recibieron y creyeron en Él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.” (San Juan 1:12).
Nosotros, los cristianos que hemos escuchado su invitación al banquete del Reino, acudamos a la cita en Su Iglesia Santa y participemos de la alegría de los bienaventurados. Pero, ¡Ojo!, nosotros, los no judíos, somos esa multitud de ciegos, cojos, lisiados, paralíticos y pobres. ¡No hagamos de nuestra Iglesia UN CLUB, porque es Dios quien nos ha convocado al Banquete y por lo mismo, no seamos exigentes con los hermanos incómodos, porque Dios nos ha dado a todos el mismo privilegio de SER HIJOS DE DIOS, por haber creído en Su Nombre.
P. Cosme Andrade Sánchez+
