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El turismo de la zona costera: un reto compartido y transversal

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La buena gobernanza, debe estar definida como la aplicación de aquellas políticas públicas orientadas al bien común, con un enfoque transparente y administrativamente correcto, transmitir una herencia de auténtico bienestar para las próximas generaciones.

Dichas estrategias públicas necesitan un desarrollo, una implementación y su posterior aplicación con transversalidad, concepto que se caracteriza por la integración práctica de los tres niveles de Gobierno, quienes junto con la sociedad participen de un desarrollo pleno y sustantivo.

Aplicado a diversas ramas de estudio, hablar de transversalidad significa elegir un tema en el que se entrelacen diversos campos de acción: la salud, la educación, la economía, la planeación urbana y el desarrollo sustentable.

Son necesarios – por supuesto -estudios previos y pre requisitos estableciendo objetivos primarios, conocer las situaciones particulares de cada problemática así como coordinar las tareas a realizar por cada una de las parte del proyecto, todo ello a través de un plan de trabajo programático.

Podríamos como organismos de poder público, aplicar la transversalidad por ejemplo a la industria turística de nuestro estado, reconociendo la importancia que tiene ésta como actividad económica preponderante.

El turismo en Yucatán abarca los ámbitos primarios, secundarios y terciarios; en la zona costera no es la excepción, ya que representa un importante espacio de oportunidades para el crecimiento socioeconómico, siempre y cuando se atienda un equilibrio ecológico sustentable.

Según datos del Instituto de Estudios Turísticos para el Desarrollo del Sistema de Información de Estadísticas Turísticas (Datatur), en el 2016, más de 1 millón 800 mil visitantes llegaron a Yucatán, ocupando alguna de las más de 9 mil habitaciones disponibles.

En zonas de alto riesgo, las estrategias turísticas tienen que ir acompañadas de mecanismos de protección de los paisajes, los ecosistemas y su biodiversidad, hogar de una multiplicidad de especies como aves, peces y corales.

Existe una relación directa entre el agotamiento y la disminución de los recursos naturales con un descenso en el desarrollo económico de la zona costera: según datos del estudio “La costa de Yucatán en la perspectiva del turismo”, en el año de 1989, en la pesca, se ocupaba el 51% de la población en edad para trabajar, mientras que en el 2004, representaba tan solo el 33%, pero por otro lado, el empleo el sector turismo pasó de 10.4% en 1989, a 25.7% en el año 2004.

Según este mismo estudio, dentro de las problemáticas del turismo en la región de la costa están el crecimiento de sitios inapropiados para la disposición final de la basura, la perdida de la biodiversidad y los cambios en los patrones de circulación de las corrientes costeras, entre otros.

El planteamiento que debemos hacernos va más allá de los datos o estadísticas; es generar las condiciones necesarias para promover el crecimiento de un área demográfica que demanda diversas necesidades pero sin afectar el equilibrio ecológico.

Requiere la capacidad de impulsar el turismo con orden, de ser transversales en las políticas públicas de gobernanza, adecuando infraestructura con la convivencia respetuosa del medio ambiente, invitando a los habitantes de la región costera a ser parte de un proyecto innovador que los integre, que sientan suyas las playas y los manglares.

Tengo la certeza del enorme potencial que tenemos, pero antes, debemos hacer partícipes a quienes son dueños de ese legado histórico, a las familias, a los hombres y a las mujeres originarias de la costa yucateca, privilegiar el diálogo es un imperativo para la construcción de una nueva visión para la región.