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Escándalo por el avión que Calderón autorizó comprar

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Resulta que este fin de semana en las redes sociales quisieron hacer “su agosto” los críticos del presidente Enrique Peña Nieto por la entrega de un nuevo avión presidencial. El asunto es siempre críticar las acciones que suponen un dispendio de dinero público supuestamente malgastado por el nuevo inquilino de Los Pinos.

Sin embargo, a propósito y conveniencia se les olvida que la concreción de la adquisición viene de tiempo atrás. Que nace de la sugerencia que la SCHP hace a la presidencia en el 2011 para renovar la flota aeronáutica del Ejecutivo Federal por ser ya antigua, anacrónica y obsoleta. Al final, el Presidente es la figura que ostenta el Poder Ejecutivo, la soberanía y la representatividad del Estado México. Contar con los medios de transporte, como lo hacen los otros presidentes del mundo por la naturaleza de la investidura, se convierte en una necesidad de seguridad nacional.

Precisamente por contar con mejores elementos para el análisis de la seguridad de traslado del presidente de la república en turno, la administración de Felipe Calderón Hinojosa aceptó la sugerencia de hacienda y autorizó la compra de un nuevo avión a sabiendas que no lo iba a disfrutar el mismo. Un avión, mucho menos con las características de una aeronave presidencial, no se tiene un aparador esperando ser adquirida. El equipamiento y el acondicionamiento lleva tiempo. La administración de Felipe Calderón dejó en el 2012 la presidencia, y por consiguiente, el asunto fue transferido al gobierno de Enrique Peña Nieto.

Por lo tanto, se equivocan quienes pretender determinar que la decisión, autorización y compra de un nuevo avión es capricho del actual presidente Enrique Peña Nieto. Simplemente se dio una continuidad a una decisión que se convirtió trasexenal, heredada y hoy sustanciada con la material entrega del aeroplano.