Conforme se acerca la realización de la XXII Asamblea Nacional, el PRI enfrenta la exigencia de abrir los espacios para que la militancia se exprese de forma libre y abierta en las mesas temáticas. Ivonne Ortega Pacheco, exgobernadora de Yucatán puso el dedo en el renglón al dirigir una carta a Claudia Ruiz Massieu, actual Secretaria General del tricolor en la que le pide textualmente “su intervención a fin de que se abran los espacios para permitir la participación libre de los delegados en las Mesas Temáticas Nacionales, tanto en número como en la elección de la Mesa a la cual puedan acudir”.
La petición de Ortega Pacheco llega en el momento preciso en el que se emitieron las reglas de participación, mismas que solo permiten que del total de 10 mil delegados acreditados, 3 mil participen en las mesas temáticas. Una situación que, a consideración de la también ex Secretaria General del CEN del PRI, “limita la expresión a las diferentes voces y posturas que, como afirma la Convocatoria, “constituyen un instituto político vivo donde se debate y se acuerda””.
En su escrito, Ivonne Ortega alerta sobre el gran malestar que estas disposiciones han generado entre la militancia, ya que afirma, “(existe) un gran número de militantes que desean participar más de los debates desde las Mesas Temáticas, y quieren hacerlo en los temas que prefieren de acuerdo a su perfil y legítimas inquietudes partidarias”.
Si el PRI deseaba “madrugar” a su militancia, se equivocó. Han quedado al descubierto las intenciones por “planchar” la Asamblea y en ella, aprobar lo que la dirigencia nacional tenía intenciones de aprobar. Y no estoy diciendo que al final no se salgan con su propósito, sino que al menos hoy, la militancia y la ciudadanía, conoce la situación real.
Se trata de evitar la simulación para poner al partido en la ruta correcta, es decir, hacer confiable y creíble la Asamblea.
El debate y el consenso permitirán que el PRI demuestre apertura democrática, esa que le otorgará legitimidad real y verdadera.
Con la carta, Ivonne Ortega abre la puerta al diálogo serio, profundo y audaz, en el que todos los militantes del PRI apostarán al 2018, con la mira puesta en ganar las elecciones. El PRI puede perder la presidencia de México en su XXII Asamblea Nacional, si no escucha a su militancia, si no le permite participar y expresarse libremente; si le prohíbe debatir y si impone con alevosía y ventaja la voluntad de la dirigencia nacional.
El Presidente Enrique Peña Nieto, ha manifestado públicamente que participará en la Asamblea; luego entonces, ésta no puede ser un acto testimonial de servilismo, sino de avanzada democrática. Porque el pueblo de México estará atento a los acontecimientos, presto a escuchar a un PRI alejado de la obediencia a ultranza, alejado del borreguismo y apartado del dedazo.
El PRI y el Presidente Peña Nieto se juegan la supervivencia política en la referida Asamblea. Si al final, el PRI opta por darle jugada a solo tres mil militantes, el resto se encargará de darle la puntilla en el 2018. El PRI no está para darse el lujo de imponer la voluntad de las minorías sin escuchar al menos a las mayorías.
No hay futuro para el tricolor, porque el futuro se gastó con el desprestigio político. El margen de maniobra es estrecho y no da para simular.
En el PRI, la hora de la definición llegó, o sale fuerte para dar la batalla o sale sin piernas y brazos, derrotado y sin posibilidades.