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El fomento del estupidismo en México

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estupidoUna joven estudiante logra adjudicarse representando a México un gran lugar en la Olimpiada Internacional de Matemáticas. La noticia tomo revuelo por el mérito propio, sino por el comparativo que varios usuarios de las redes sociales hacían con motivo de diferenciarlo del caso de la lady100pesos. Es más que absurdo que la sociedad esté dando méritos a quien no solo ocasionó daños a propiedad privada por estar ebria y que intentó sobornar a la policía. Pero tal parece que es la característica de la sociedad que enaltece la estupidez por encima de la razón.

Desde hace algunos meses una periodista norteamericana denunció una agresión sexual cuando caminaba y un hombre que no solo le sube la falda, sino que le baja también el calzón. Exigiendo su legítimo derecho de castigo al agresor tuvo que dejar el país por las amenazas que empezó a recibir. Hoy se supone que el agresor forma parte de un programa de televisión especializado en hacer bromas en las calles de la ciudad de México. El programa ya fue retirado del canal Telehit que lo transmitía y como medida despidieron a los protagonistas. Hoy la amenaza está sobre sus cabezas de recibir una sanción penal por tan incorrecto comportamiento.

Lo malo de la historia anterior es que, relatado el hecho ante unas jóvenes las féminas se rieron. Tal agresión sexual lo tomaron como una simple burla.

¿Pero que le podemos pedir a los jóvenes que están inmersos en la cultura de la estupidez?

Por estúpido debemos de entender el necio, el falto de inteligencia. Implica no tener un criterio formado y consolidado para entender la realidad y actuar en consecuencia. Para la formación de la estupidez no se requiere más que información de su misma calidad. La broma pesada y soez. La irracionalidad de la conducta.

Desde programas de televisión y películas que van de lo absurdo hasta lo estúpido se ha creado toda una generación donde se vanagloria que una persona sea insulsa a la inteligencia. La seguridad y respeto a la integridad y valor de la persona queda supeditada a la momentaneidad de la risa, de la burla sin razón y sentido.

El estupidismo no contribuye a la construcción de una sociedad más justa en la objetividad del análisis de la conducta, de la sanción y reparación del daño. No lo puede hacer, porque el estúpido no puede ver más allá de la propia satisfacción personal, del placer inmediato que le produce la risibilidad del hecho.

En las redes sociales hay mucho estupidismo. Conforman este grupo aquellos que en la necedad de su propia percepción arremeten sin argumentos porque no tienen la capacidad racional para comprender y entender. Se escudan en el derecho de la libre expresión, pero son tan intolerantes cuando se les expone claramente la razón de su estupidez. Entonces pierden el sentido de la ocasión, del respeto mínimo, sin poder debatir con ellos ya que todo termina en agresión.

El estúpido no razona. Se deja llevar solo por las emociones. Se cree con la verdad absoluta sin la capacidad de argumentarla con evidencias claras, contundentes y razonadas.

Le parece que todo es correcto, no importa si hay agresión a otra persona en una broma. El estúpido no es capaz de ver los efectos de ésta.

El estupidismo tiene carencia de visión, no ve más allá de lo inmediato y efímero. No tiene catálogo de ideas, de aportaciones. No le preocupa el camino y rumbo de la sociedad. Vive para sí mismo, en su momento. No hay más allá de él mismo.

Parafraseando a Facundo Cabral y Alberto Cortez, hay que tener mucho cuidado con los estúpidos… ¡porque son muchos y no puede cubrirse todo ese frente!