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Fundamental la convicción en la participación de jóvenes en la Política, por JMRP

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José Miguel Rosado Pat es universitario, labora en la UADY y fue Secretario de Gestión Política del Frente Juvenil Revolucionario. Actualmente dirige la Revista Voz Activa.

 

La política como un bien de consumo más

La política a lo largo de su historia se ha presentado como una lucha por el poder público, al referirnos a la política aludimos a las funciones, a las instituciones, al proceso de formular decisiones y a la propia determinación política, mas sin embargo, en estos tiempos, en los que predomina una cultura post materialista y ligada a la inmediatez, la política se ha convertido en un bien de consumo más. Este nuevo carácter que ha adquirido la política, influye en las formas de participación política de la sociedad y sus sectores, ya sea que los clasifiquemos por según criterios económicos o etarios.

Todos estos cambios ligados al estilo de vida neoliberal del consumismo están influyendo negativamente en la participación política de los jóvenes pues estos disponen de un tiempo cada vez más limitado para desenvolverse en ámbitos ajenos al laboral y académico si lo comparamos con épocas pasadas, lo que disminuye el número de  jóvenes que participan en política.  Las encuestas y foros realizados por diversas instituciones como el Instituto Mexicano de la Juventud, arrojan que la indiferencia ante la participación política por los jóvenes resulta una de las principales problemáticas que se viven en las sociedades subdesarrolladas (véase Encuestas sobre Tendencias Sociales realizadas anualmente por el Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales).

Actualmente la ciudadanía, incluyendo a los jóvenes, es vista como clientela, como una masa acrítica consumidora desprovista de la información “política” objetiva y cuya opinión  se limita a  la publicidad orientada a convencerla de votar por alguno de los candidatos, a los que el marketing expone como un producto que nos puede traer tales o cuales beneficios si lo escogemos. Es en este proceso de convencimiento (o promoción) en el que el voto adquiere un valor absolutamente mercantil es cuando el ciudadano y en especial los jóvenes son “escuchados y tomados en cuenta”, una vez que el joven ha emitido su voto deja de merecer importancia para los partidos políticos y en mayor medida para los gobiernos una vez que se han conformado.

Dado que la juventud moderna, es una juventud mediatizada, presta un  alto grado de importancia a los asuntos relacionados con la  moda y en general a todo lo que implique el uso de la “imagen” a esto le agregamos que existe un elevado índice de desinformación entre  las y los jóvenes a quienes se les hace creer, mediante estrategias de mercado que una imagen les proporcionará todos los elementos que necesitan saber para emitir su voto y/o enrolarse en las filas de los  partidos políticos o agrupaciones, sin importar sea  pro o anti sistema.

Giovani Sartori señala que “la video política produce una participación y una movilización impulsadas por la emotividad en condiciones en que cada vez hay menos información y en las que se enfrentan fuertes problemas de hacer política, buena política”.

El desafío de los jóvenes es relacionarse con una sociedad y un modelo económico que los seduce a consumir y a participar de las modernizaciones pero al mismo tiempo los excluye y castiga por su misma condición etaria.

La incongruencia entre el discurso y las acciones

Otro factor que influye en las formas de participación política de los jóvenes es el fenómeno actual que se da en los partidos que componen la oferta política y nos referimos a la erosión del eje izquierda-derecha en su configuración clásica, este fenómeno, necesaria e inevitablemente está afectando su participación política, pues si el joven decide militar en un partido de izquierda, del cual sus dirigentes deciden ir en coalición con un partido de derecha solo para ganar una elección (ejemplifíquese con la alianza PAN- PRD) es evidente que la decepción no ha de hacerse esperar en aquél joven militante y en consecuencia su deserción, no solo de ese partido sino muy posiblemente de la participación política por la vía tradicional. Esta ausencia de congruencia entre el discurso político, usado como retórica pura, y las acciones de sus dirigentes está provocando una confusión entre los jóvenes que desean participar y hacer política.

Esta alienación política suscitada entre las nuevas generaciones respecto de las formas de participación clásicas a través de los partidos políticos,  causa que los jóvenes se dibujen una imagen muy negativa de los políticos y de los propios partidos, a los que llegan a considerar organizaciones carentes de identidad definida utilizados como simples medios para acceder a cargos de poder. He ahí la razón por la que muchos jóvenes se dicen ajenos a la política de manera involuntaria, por considerarlos a aquellos, “faltos de ideales y corrompidos por el poder”.

La convicción, el elemento clave

Aunque bien es cierto que no necesariamente para participar en política el joven debe optar por los medios tradicionales como militar en un partido político o pertenecer a sus agrupaciones afines como asociaciones o sindicatos, pero también es cierto qué, es la vía institucional, la más reconocida por la sociedad y la más viable para acceder a posiciones que permitan traducir los ímpetus de transformación en proyectos que incidan en la realidad social, si lo analizamos desde la perspectiva de la labor Estatal.

Pero para esto es necesario que, muy aparte de los factores antes mencionados, el joven se preocupe y ocupe por generarse su propia identidad política lo que le permitirá distinguir a los partidos políticos de las personas que los conforman y dirigen y que, aún cuando debiera, no siempre coincidirá su actuar con lo que señalan los postulados que enarbola esa institución política, por supuesto esto no significa que deban aceptarlo, sino por el contrario, es tarea de los jóvenes corregir esas malas prácticas y para ello deben involucrarse en política a través de los partidos políticos para generar los cambios desde su interior. Es decir, pertenecer a un partido político para lograr la transformación, ese debe ser el objetivo, y para lograrlo, es indispensable, además de pertenecer, conocer la plataforma política de cada partido, sus postulados y principios básicos, sus códigos y normas de conducta internos, su origen histórico y el desempeño de los gobiernos emanados de aquellos, así como el estudio de la Ciencia Política.  El ilustre poeta y estadista Jaime Torres Bodet, refiriéndose a la importancia del estudio de la política decía que “es imposible y aun de comprender la realidad presente sin el conocimiento de las grandes obras de la literatura política que guían la ruta de la humanidad. El examen profundo del pensamiento político, el estudio imparcial de los diversos aspectos de la teoría política forman el basamento sobre el cual pueden hoy día apoyarse los esfuerzos que tienden a desarrollar la Ciencia Política en una ciencia de observación positiva, teniendo como objeto la realidad política contemporánea”.

Las palabras del maestro Torres Bodet nos llevan a reflexionar sobre la importancia que tiene el estudio del pensamiento político como la única manera de lograr una participación pensada y responsable. La participación política de los jóvenes, por medios tradicionales o no, debe ser legítima; esa legitimidad debe sustentarse, en el caso de los que militan en un partido, en el grado de afinidad que encuentre con las bases ideológicas que fundamentan su filosofía y en el caso de quienes opten por otras vías alternas, deberán estar plenamente convencidos del resultado que ese esfuerzo arroje, tales vías pueden ser el periodismo, la literatura, las artes plásticas y cualquier otro medio de expresión que llegue a grandes masas, de lo contario su participación se reducirá a un activismo temporal o permanente y carente de impacto.

Existe un punto de convergencia entre ambas vías, el cual las dota de factibilidad y es que, sin perder de vista que todo es propenso a desvirtuarse cuando hay humanos involucrados en su consecución, mientras se priorice el interés público por sobre el privado y se eviten el entreguismo, el servilismo, producto de la negociación estéril y beneficiosa, que sacrifica los fines de la democracia, será difícil perder los objetivos que originaron esas inquietudes.

Don Jesús Reyes Heroles acertadamente definió lo que ser joven significa.
“Se es joven cuando se tiene impaciencia por los problemas del hombre y no por los personales. Se es joven cuando se está animado de constante inquietud, de propósitos de reformar. Se es joven cuando se ve la vida como un deber y no como un placer, cuando se admite la obra  “acabada, cumplida” cuando nunca, se cree estar ante algo perfecto. Se es joven si se está lejos de la docilidad y el servilismo, si se cree en la solidaridad y en la fraternidad. Se es joven cuando se quiere transformar y no conservar; cuando se tiene la voluntad de ser y no de poseer; cuando se sabe vivir al día para el mañana, cuando se ve siempre hacia adelante; cuando la rebeldía frente a lo indeseable no ha terminado”.