El “gasolinazo 2016”, y el rechazo de la ciudadanía
Nada más inoportuno que este anuncio. El gobierno de Enrique Peña Nieto a través de la secretaría de hacienda y crédito público anunció hace un par de día el incremento en el precio de las gasolinas premium, magna y diesel, como un ajuste por el incremento en las referencias internacionales de los precios de los combustibles, resultado del incremento del precio del petróleo a nivel mundial.
A partir del mes de agosto del 2016, la gasolina magna tendrá un costo de 13.96 pesos por litro (56 centavos más); la gasolina premium costará 14.81 pesos (44 centavos más); la gasolina diesel costará 13.98 pesos por litro, 21 centavos más).
La justificación es entendible, más no basta para impedir la irritación social y el rechazo ciudadano a esta medida.
No hay forma de que el gobierno haga tersa la introducción de estos incrementos, que impactarán a partir del lunes 1 de agosto, en la economía de las familias.
El gobierno federal celebra que la macroeconomía esté sólida y expone que el incremento en las gasolinas está dentro de los parámetros planteados para seguir creciendo. Sin embargo, esa exposición no encuentra respaldo de la ciudadanía.
Y no puede haber ese respaldo cuando la indignación está latente. La popularidad del presidente Peña Nieto no repuntará tras esta medida. Y aunque el mandatario mexicano haya dicho en el pasado que no gobierna para las encuestas, es evidente que frente al próximo proceso electoral del 2017 en el Estado de México, las cosas cambian.
El 2018 será el año en el que los mexicanos premiarán o cobrarán las facturas a los gobiernos: federal, estatal y municipales a lo largo y ancho del país. Y cuando la economía familiar es golpeada, el daño es tremendo.
Seguro que el nuevo presidente del PRI tendrá una estrategia para aminorar las afectaciones políticas – electorales que este “gasolinazo” ocasionará. Bueno, eso supongo.
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