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Herodes. Por José M. Rosado Pat.

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Herodes
Al lector:
<<No hay que llegar primero, sino hay que saber llegar>>
José Alfredo Jiménez
¿Sabe usted, apreciado lector, cuál es la parte de su cuerpo que más cuida un columnista? Si su respuesta es no, déjeme decirle: La cabeza. Su buena cabeza. No sin antes haberse asegurado los pies de plomo y andarse con cautela para lograr la mayor objetividad posible pero no por miedo. Es una característica indispensable de quien decide ser el ‘primero’ en pagar el desayuno de la cita acordada con un político, o en no aceptar obsequios, dádivas y otros instrumentos de seducción. Buenos hábitos de los periodistas duros, difíciles de mantener por estos días de pesos contados para la profesión periodística. Para muchos mantenerse en la virtud es un error, más si eso significa estar fuera del presupuesto… y al fondo se oyen exclamaciones de terror: ¡¿Estar fuera del presupuesto?! ¡Eso es de locos! ¡De suicidas!
En ocasión de un artículo, un viejo amigo me decía, si sigues así te van chingar. Y bueno, no me pareció ilógico su comentario, al fin que, como decía Octavio Paz, la vida para el mexicano es la posibilidad de chingar y ser chingado. A raíz de eso, aprendí a jugar con esa posibilidad, la de ser “chingado”. Todos hemos sido chingados o hemos chingado a alguien alguna vez. Eso me recordó aquella famosa Ley de Herodes, de la que he tomado sólo el nombre de Herodes, para esta columna. Estoy seguro que, casi por defecto, le vino a la mente la célebre cinta mexicana La Ley de Herodes (1999), dirigida por Luis Estrada y en cuyo guion participaron Jaime Sampietro, Fernando León, Vicente Leñero y el propio Estrada.

“La Ley de Herodes… o te chingas o te jodes”: filosofía mexicana pura. A esta ley tan sabia, se debe el nombre que he escogido para esta columna; a la filosofía con que un grueso de la población mexicana se identifica, y que por suerte no toda. Todos recordamos la famosa comedia satírica sobre la corrupción política en México, la cual, por cierto, no es propiedad exclusiva del Partido Revolucionario Institucional al que hace alusión esa producción cinematográfica, ni de los partidos políticos y los gobiernos.
El problema es mucho más profundo. Las raíces de la corrupción nos han alcanzado a todos, por lo menos una vez en algún momento de la vida.
¿Recuerda, respetable lector, al flamante alcalde de San Pedro de los Saguaros, Juan Vargas? ¿Ese que de ser el encargado de un basurero, “sucumbió” por las mielecillas del poder y que extorsionaba hasta no más a los pobladores de aquella localidad?,
¿Lo recuerda? Espero que sí. Porque si de algo carecemos es de memoria histórica. En Herodes trataré algunos de los casos de “Juan Vargas” que hay en las filas de la connotada clase política mexicana. Esos que aplican a diario, la Ley de Herodes: o te chingas o te jodes; que no dejan respirar y que asfixian la de por sí,compleja y nada sencilla labor de gobernar.

Empero de que no todo es culpa de los que han decidido dirigir los destinos de los gobernados. No todos los males se deben a ese complejo aparato burocrático llamado gobierno y a sus vicios, artimañas que se rige por reglas inasibles al entender del común.

Por eso, abordaré también, temas de ciudadanía. Es tiempo de comenzar a ver la solución de los problemas, como una responsabilidad compartida con el Estado, el que debe darles todas las herramientas posibles a sus buenos ciudadanos para poder coadyuvar, de otra manera es imposible.

Muy de vez en cuando señalaremos a los actores. Esta columna pretende ser un espacio reflexivo sobre aquellos temas políticamente incorrectos. Esos que los funcionarios y políticos platican sólo en el café, asegurándose que nadie los observa y, cuando alguien lo hace, intentan despistar haciendo un comentario en voz alta sobre las cualidades que envuelven al Jefe político en turno, pues hasta en privado se le “reconoce”. No es ni será mi objetivo, desacreditar el trabajo de nadie, mucho menos causar daño a la honra o al nombre de alguien, (pues ellos lo hacen solos).
Plantearé los temas mediante reflexiones, anécdotas políticas, pasajes de la historia nacional y universal y artículos de los periodistas e intelectuales cuyo pensamiento ha sido referencia en México y el mundo, para el desarrollo de la vida política y la generación de opinión pública.
De forma que, usted, lector será quien decida si meditar lo que aquí se expone, desecharlo o incomodarse por ello. Dependerá, únicamente, de usted.

Antes de despedirme, déjeme darle una sugerencia: lea esta columna sin prejuicios, con suma tolerancia, de preferencia sentado y, si es posible, mientras bebe café o vino. El primero le ayudará a profundizar en lo leído; y, el segundo a potencializar su imaginación.
Hasta la próxima.