Inicio Análisis político Alejandro López Munguía Homofobia divide a México. Matrimonios igualitarios.

Homofobia divide a México. Matrimonios igualitarios.

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Iniciativa de Ley pro matrimonio entre homosexuales divide a México.

 

matrimonio gay en yucatanEl concepto “matrimonio igualitario” vino a resaltar en México, el sentimiento de homofobia. Definida como “la antipatía u odio a los homosexuales”, evidentemente la homofobia se hizo presente de inmediato, tanto en las redes sociales, como en las mesas de los cafés, los restaurantes, los centros de trabajo, los campos deportivos, los atrios, las bancas del parque, etcétera.

 

La bandera contra los homosexuales, se vio matizada en el momento en el que el Presidente Peña Nieto presentó la iniciativa de Ley ante el Congreso de la Unión. El rechazo sin duda es contra los homosexuales, y después contra el “matrimonio entre ellos” y lo que se deriva de ellos, principalmente, la adopción de niños.

Para los que están en contra, los homosexuales se están extralimitando en sus aspiraciones; para los que están a favor, es la oportunidad de ser lo que aspiran a ser desde hace mucho tiempo, incluso desde que nacieron.

 

La iniciativa dividió a la sociedad. Unos a favor y otros en contra. Lo que no sucedía desde hace muchos años.

 

En un santiamén las calles fueron el escenario para protestar. Allí estaban los unos contra los otros. Las famosas marchas pro y en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo hicieron patente que en México aún estamos impregnados de prejuicios, y que por encima de los derechos civiles y humanos, están los conceptos morales que sustentan una forma de vida basada en tradición más que en una cultura del respeto ajeno.

 

Los que no aceptan la iniciativa, argumentan que no es permisible que los homosexuales en matrimonio adopten niños como lo hace o haría un matrimonio heterosexual. Pero en realidad ocultan que tras esos argumentos, existe una desaprobación espontánea hacia los homosexuales. Un rechazo “natural” dirían los “moralinos”.

 

México es un país que soporta muchas cosas, que desaparezcan 43 jóvenes estudiantes a manos de la delincuencia organizada, del alcalde de Iguala, de su esposa y al amparo del gobernador del estado de Guerrero, soporta que desde hace 15 años hayan más de 100 mil muertos; soporta gobernadores priístas y panistas rateros, diputados delincuentes, senadores y dirigentes panistas corruptos amantes del “moche”, soporta casi todo, menos que los homosexuales tengan el derecho a contraer matrimonio. Pareciera que eso sí pudiera desatar una guerra a muerte entre los mexicanos.

 

En ambas posturas cabe porciones de razón. Sin embargo, todos los ciudadanos tienen derechos civiles que son sagrados en un estado democrático. No es cuestión de dogmas, es cuestión de derechos.

 

No seremos un país democrático si no somos capaces de respetar los derechos civiles y humanos de nuestro prójimo. Tampoco seremos un país demócrata dejando suelto y sin responsabilidad social y jurídica a los homosexuales a partir de que se aprobara tal iniciativa. Todo está en la Ley. Y dentro de la Ley, deberán establecerse las normas de conducta que deberán cumplir.

 

En un estado democrático los derechos no deben sujetarse a la presión social. Sin embargo, soy consciente de que en una democracia, también la presión política suele ganar de todas, todas.

 

El tema pues, queda en el terreno de la política, y no de los derechos. No soy quién para juzgar a nadie, pero puedo asegurar que México es un país cuya sociedad quiere avanzar pero que cuando se enfrenta a estos dilemas recurre a la política como solución inmediata. Lo cierto es que los homosexuales cada día son menos minoría que antes.