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Julián Zacarías Curi, ha entendido el juego de la política.

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La palabra “sinergia” ha sido definida como: 1. Acción conjunta de varios órganos en la realización de una función y 2. Incremento de la acción de diversas sustancias debido a que actúan conjuntamente.

Sinergia es; sin lugar a dudas, lo que los analistas del quehacer político hemos presenciado el último año y medio en Progreso, el principal puerto de Yucatán. Una sinergia que muy inteligente, pero sobre todo hábilmente, ha situado a ese municipio, otrora bastión priísta, en los ojos del país y del mundo.

Y es que, recibir una administración calificada por la gran mayoría de los progreseños como la peor en la historia en todos los aspectos y remontar el primer año sin descalabros, cumpliendo compromisos, armonizando esfuerzos, dinamizando la tarea pública, es de reconocerse y de aplaudirse.

Con mucha imaginación y audacia, Julián Zacarías Curi, el Alcalde progreseño a quien el PAN decidió abanderar el pasado proceso electoral, ha logrado lo que se pensaba imposible, pues no permitió que el barco municipal naufragara realizando un trabajo impecable.

Sus detractores han dicho que se ha enfocado en demasía en la construcción de una imagen para la ciudad, sin embargo, en la mente del político que posee un alcance de miras, lo primero para poder gestionar y obtener los cada vez más escasos recursos federales y estatales es posicionarse como un líder efectivo, que le de otra cara a un Progreso que por decenios estuvo completamente abandonado, dependiente; y como pelota de ping pong entre los grupos políticos locales, que dicho sea de paso, abonaron en gran medida al paulatino declive de la calidad de vida en el puerto. Los baches, la falta de agua, los cortes recurrentes de suministro eléctrico por falta de pago, las montañas de basura en las esquinas, y en especial, el marasmo del
Puerto son asuntos que poco a poco han ido quedando atrás.

No creo que algún progreseño bien informado me dejará mentir. Claro que entiendo las inercias e intereses que existen, que son muchos y comolejos. Romper círculos viciosos, desarticular intereses, terminar con cotos de poder no es fácil y se antoja titánico; pero un buen gobernante sabe que es parte de la consolidación del proyecto político que tiene como objetivo impulsar el desarrollo y el crecimiento del Puerto.

En el ambiente no se descarta un posible fuego amigo, que también podría existir, proveniente de quién pensó que el empresario de 43 años sería fácil de vencer. La mancuerna lograda por Julián Zacarías con el gobernador Mauricio Vila, así como la buena armonía alcanzada con los grupos empresariales que ejercen influencia en Yucatán, y con el mismo Presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, ha hecho de Progreso un manjar nuevo, apetecible. Sobre todo para los que buscan, a pesar de haberlo hundido en el pasado, volver a gozar de sus renovadas mieles.

A Mauricio Vila se le mira cómodo en Progreso, se siente como en casa, en un municipio cuidado y en crecimiento. Progreso está en boca de todos, con los anuncios de inversión privada en desarrollos inmobiliarios, instituciones educativas como la Universidad de la Aviación; las inversiones hechas en el municipio con recursos propios del ayuntamiento, sumadas a las inversiones estatales en el remozamiento de la puerta de Progreso al mundo; su malecón, están en marcha. Dragados y ampliaciones de los puertos de Chuburná y Yucalpetén. Rehabilitación de los equipos de bombeo de agua potable, ampliación de redes eléctricas, rescate de más de 50 espacios públicos como parques y campos deportivos dan cuenta de la sinergia lograda entre los tres niveles de gobierno.

Sin embargo, ha faltado sumar a la ecuación el dígito más importante: el ciudadano. Ahí es donde hay que enfocar las baterías. Normalmente somos muy dados a criticar y por qué no, a atacar cuando los escenarios no favorecen. Las estructuras políticas que dejaron de ser solventadas desde las arcas públicas, los sindicatos que vieron mermados sus ingresos al no poder seguir generando jornadas extraordinarias sin sustento, los mismos empresarios que tenían una fuente inagotable de recursos en el erario así como todos sus factores y dependientes son una hidra de mil cabezas esperando a que el líder cometa un error, cierto o no; para intentar recuperar por asalto lo que la ciudadanía libre y consciente de Progreso les arrebató en las urnas: el poder público y la confianza ciudadana.

Entregar una administración encaminada, ordenada y mantenerla así; es una obligación. Tomarla en pedazos y levantarla, es una proeza. 2020 será un año decisivo para Progreso y para Julián Zacarías. La consolidación de un proyecto que puede dar para más, para mucho más está a la vuelta de la esquina. Los resultados del buen gobierno de Zacarías Curi están a la vista.