Inicio Análisis político Alejandro López Munguía La ASEY una “tortuga reumática”, que genera sospechosa impunidad.

La ASEY una “tortuga reumática”, que genera sospechosa impunidad.

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La Auditoría Superior del Estado de Yucatán opera como una “tortuga reumática”. No informa, no comunica, no genera confianza a la ciudadanía.

I.- Si de por sí una tortuga es lenta por naturaleza, imagínese usted si está reumática. Así opera la Auditoría Superior del Estado de Yucatán, que ni siquiera está al día en sus dictámenes y resoluciones. Quizá exista una explicación burocrática de tal ineficiencia, pero a la luz de la expectativa social, queda mucho a deber.

II.- En su descripción, la ASEY se define como el órgano técnico del H. Congreso del Estado de Yucatán con autonomía técnica, presupuestal y de gestión para el ejercicio de sus atribuciones, creado constitucionalmente para la Fiscalización y Revisión de la Cuenta Pública en los términos que disponga la LFCPEY. Esto es, para dar certeza y claridad al buen manejo de los recursos públicos por parte de los funcionarios responsables de ejercerlos.

III.- Este órgano público juega un papel trascendental en el combate frontal a la corrupción. Es el brazo fiscalizador del Congreso del Estado que le permite garantizar que los funcionarios no saqueen al estado, ni a los municipios, ni a los poderes, para decirlo de manera coloquial y nos podamos entender. En su portal, no presenta comunicados y su último boletín de actividades lo generó en septiembre del 2018.

 

IV.- Dada su razón de ser, es preciso decir que la ASEY, ha despertado mucha dudas de su eficiencia y eficacia, debido a que no se conoce acción alguna que derive en castigo a los gobernantes que han lastimado a la población usando y desviando el recurso público para sacar provecho alguno.

V.- La corrupción es un elemento que en nuestros tiempos juega un papel de gran relevancia, pues gracias a ella el país no crece, no se desarrolla, no termina con la desigualdad ni con la injusticia social. Se habla mucho de combatirla pero ha dañado severamente a México y a Yucatán con plena impunidad.

VII.- En el estado, está latente la acusación que realizó el gobierno de Mauricio Vila Dosal en dos vertientes, la primera que significa el investigar el enorme faltante de más de 2 mil millones de pesos que se supone se ejercieron en el sector Salud en donde estuvo al frente el Dr. Jorge Mendoza Mézquita. Fue el propio candidato del PAN a la gubernatura quien lo denunció durante el primer debate entre candidatos. Tiempo después, una vez que ya asumió el cargo, el mandatario panista denunció públicamente que el gobierno de Rolando Zapata Bello le heredó un faltante por más de mil 800 millones de pesos, así como generó el quebranto financiero del Isstey.

VIII.- La segunda vertiente se dio cuando el gobierno del estado presentó denuncias por 533 millones de pesos, como resultado de diversas anomalías que se detectaron durante el proceso de entrega recepción. Hubo faltantes, desvíos, inconsistencias.

IX.- Es hasta el día de hoy que la ASEY no responde a nada. Está atorado en la revisión de la cuenta pública de años pasados. La “tortuga” aparentemente avanza pero está detenida en el pasado y eso significa dar al traste con la justicia que espera la sociedad. Porque lo pasado siempre se olvida y siempre encuentra caminos para la “negociación en lo oscurito”. Nadie puede evitar que la sociedad sospeche de que el atraso en realidad se debe a la complicidad de la ASEY con las fuerzas oscuras y oprobiosas de las cúpulas y de los grupos del poder.

X.- La ASEY no puede seguir con esa dinámica “tortuguista”, porque atenta contra la sociedad misma y alienta la impunidad. Quizá no sea el objetivo del titular de la ASEY Mario Can Marín, ni del equipo que con él labora, pero evidentemente están propiciando que la justicia se posponga. La sociedad no tolera más esta forma de operar de un órgano que se supone es poderoso, aliado de la justicia y por ende enemigo y antídoto de la corrupción.

La neta del planeta.- La ASEY padece de falta de recursos suficientes para realizar su deber, tal vez debería su titular ser más enérgico con el Congreso. La verdad, el desempeño de Can Marín ha dejado mucho que desear. Da la apariencia de ser tan tibio, tan supeditado, tan pasivo, tan temeroso, tan medroso que tal vez valdría la pena que sea relevado del cargo por alguien totalmente opuesto, acorde a la responsabilidad y a la exigencia ciudadana.