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La falacia de los primeros lugares de las encuestas

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Mucho cuidado con la “encuestitis”, siempre hay sesgo en los resultados de las encuestas políticas.

 

Con el advenimiento de instrumentos de medición social, diversos sectores de la población han utilizado medios de análisis de la realidad para investigar y conocer la realidad. En la política ha sido muy recurrente el uso de las encuestas para medir preferencias o consultar la opinión sobre diversos temas a un grupo de población y, con ello, generalizar los resultados.

Sin embargo ¿qué tan viable y confiable son los estas?

Esta es la principal interrogante que los investigadores sociales intentan resolver al plantearse las diferentes metodologías de medición, pero siempre quedará la duda de qué tan efectiva es la generalización. Por lo cual, es demasiado aventurar que un resultado lo es en términos absolutos.

Si un nuevo producto sale al mercado, por ejemplo, y la encuesta para conocer la aceptación de este se hace en una plaza junto al pasillo donde se está distribuyendo, será muy claro que en los resultados no quedará reflejado lo que piensan quienes no lo compraron o no pasaron por el pasillo, pero sí estuvieron en el centro comercial que también es parte del universo. Por lo tanto, muchos insisten que una encuesta solo representa una “fotografía” de un momento determinado, pero al mismo tiempo limitado a la población consultada dentro de un contexto específico.

Ahora que estamos en tiempo electorales la tentación de apoyarse en las encuestas para tomar decisiones es muy común. Partidos políticos están usando para el proceso de selección de candidaturas resultados de una encuesta. Ante la posibilidad de reelección en algunos cargos o para sostener una postura de aceptación y apoyo hay quienes pretenden argumentar con encuestas la aceptación o insistencia que se va bien, progresando y avanzando.

Sin embargo, el análisis de los hechos sociales, políticos y económicos es mucho más amplio para quedarse solo en unos números. Y mucho más en el contexto de como debemos ir entendido hoy en día el concepto de democracia que no solo se limita a sustentar una decisión política basado en la mayoría, aunque sea simple, sino que debe extenderse hacia la atención del pensamiento y necesidades divergentes de las minorías.

Muchos ejemplos tenemos en la historia para ser conscientes de esa realidad. Consideremos que el pueblo alemán apoyo sin recatos y mayoría al nazismo que como tal sostuvo y ejecutó la postura del genocidio contra los judíos y demás sectores vulnerables. Hoy el mundo lo recrimina.

¿Cuántas veces no hay empresas, como sectores políticos y sociales o hasta políticos que pagan por una encuesta para solo escuchar lo que ellos quieren oír?

¿Cuánto no seguían, en otro ejemplo, a Jesucristo? Sin embargo, Él siempre buscada a los pecadores, a los disidentes o quienes no estaban dentro de su grupo. Aunque no dejo de atender a los suyos, en la enseñanza de cómo consolidó su doctrina se preocupó más por ir al encuentro del que no pesaba igual. Al final, muchos de sus seguidores lo abandonaron y la consecuencia fue mortal.

Es por ello el cuidado de ser seducidos por ser parte de los primeros lugares si se pierde la capacidad de analizar por completo y de forma integral la situación de un país, entidad federativa o demarcación política. Esto evitaría caer en la soberbia y prepotencia por considerarse la supremacía en la opinión pública.

No se olvide que todo resultado de encuesta, por más metódico y sistemático que el estudio sea, la posibilidad de sesgos, aunque se miden y determinan, siempre están presentes. Su resultado es subjetivo en plenitud.

Ser demócrata implica ver más allá y unir la mayor cantidad de recursos sociales y políticos a la causa del interés público y del bien común. No solamente a quienes apoyan, por más que sean la mayoría.