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La familia y el plan de Dios

La relación  existente entre el padre, la madre y un hijo o hija, es fundamental para el pleno desarrollo como personas. La palabra de Dios, bien nos exhorta a que seamos sabios y honremos a nuestros padres, sin importar la circunstancia de vida que les haya tocado afrontar, o características de personalidad, adicciones, acciones inadecuadas, capacidades diferentes, e innumerables variables que pueden tener lugar por el simple hecho de ser humanos. Un cúmulo de sabiduría de lo alto, se esconde tras esta exhortación proverbial: “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre; átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello. Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes. Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen”. Proverbios 6.20-23. Lo que Dios espera de un hijo o hija hacia sus padres es obediencia y honra, y eso se logra, guardando los mandamientos de Dios, sus enseñanzas y poniéndolas por obra.
Existen en la actualidad, distintas formas de concebir al sistema familiar, pero Dios instituyó un solo modelo, y este debe contemplarse. El mismo está compuesto por varón y mujer, esposos ambos, junto con sus hijos. Si existió un divorcio en alguno de ellos con anterioridad, con causales como infidelidad, amenazas, acoso, violencia en cualquiera de sus formas, hechicería y/o falta de amor desde el principio, Dios es capaz de restaurar el corazón y brindar una nueva oportunidad de ahora sí, elegir a la persona correcta, habiendo puesto límites sanos a la incorrecta, y hacerlo no por emoción, chantaje o presión social, sino por amor, genuino, puro, verdadero, de los que cada día y con voluntad se construyen, de manera fluida y natural, durando para siempre. En la misma sintonía, cuando la biblia nos habla de honrar y obedecer a nuestros padres, va más allá del ámbito de lo natural, argumentos u opiniones personales, ya que no deben depender nuestras acciones, de si se “lo merecen” o no, si se divorciaron y volvieron a casar o no, son adictos o con alguna circunstancia personal atípica o no, pues el único que juzga con justo juicio es Dios ¿Quiénes seríamos nosotros al hacer algo así?, sin duda, los menos indicados. Es en suma interesante, que el honrar a quienes nos dieron la vida, sea el primer mandamiento con promesa. A Dios en su inmensa sabiduría, no entendible jamás por nuestro limitado razonamiento humano, le plació que nuestro padre y madre, fueran exactamente los que fueron. Múltiples posibilidades de que hayan sido otros, pudieron darse de manera simultánea, pero no fue así, los ganadores fueron ellos dos. Otro punto significativo, es que de la primera gran carrera por la que todos y todas atravesamos, la de los millones de espermatozoides esperando ganar el premio mayor: fecundar al óvulo, nosotros somos los campeones. Si se piensa bien, meditando a profundidad, toda esa serie de acontecimientos no puede ser “azarosa”, debe tener un porqué, pero sobre todo un para qué muy preciso.
Nuestra vida tiene un sentido, un propósito superior, divino y perfecto. Y la familia en la que nacimos, es parte del plan de Dios para que su voluntad se cumpla. Él, es el arquitecto perfecto, maestro por excelencia, el mejor químico, físico, médico, psicólogo, sociólogo, y demás profesiones existentes, que ha existido y existirá jamás. Todo lo hace exacto, así que si él quiso que tuviéramos la experiencia de vida con una familia determinada, hay que empezar a valorarla, amarla cada día más y demostrándolo con acciones concretas, a verla con sus ojos y no con los nuestros limitados, y las más de las veces, sesgados o prejuiciosos de acorde a expectativas introyectadas de una sociedad confundida, como ovejas sin pastor, donde reina el típico auge del momento en materia de modas, que dista de lo que Dios ya ha establecido en su palabra, y además, lo legaliza. La mejor guía para el ser humano está en la biblia y lo que en ella ha quedado establecido como una serie de principios, valores y virtudes, que marcan una diferencia en positivo en la vida de cualquiera, pero no sólo en esta, sino en la venidera también, la más importante de todas.
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Éxodo 20:12