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La humildad: el aroma del éxito verdadero

Existen diferentes definiciones de la palabra éxito según los estándares personales de quien lo expresa o la postura doctrinal. Muchos asocian el éxito con el dinero o el poder, pero esta, es una visión limitada y si se analiza de modo más profundo, absurda, es un “correr tras el viento”. La persona que tiene puesto su corazón en las riquezas o el dominio sobre otros, jamás se saciará, y su vida se diluirá si un sentido mayor siendo esclavo de lo perecedero. Muchos otros, asocian el éxito con el amor terrenal, de pareja, sintiéndose fracasados si este no resulta según lo esperado. Este, también es un camino falso, ya que jamás un amor entre seres humanos imperfectos, por más fuerte o genuino que sea, llegará a ser perfecto.

Otros tantos, asocian el éxito con tener una familia unida, y aunque pudiera acercarse a lo que realmente significa el éxito en esta vida, aun así, se queda a kilómetros de distancia. Tener una buena posición económica, reconocimiento social y profesional, una pareja estable y una familia unida, son sin duda, los parámetros de éxito según muchos estándares actuales. Sin embargo, si se pone el corazón solo en ello, o se le da un lugar prioritario, puede ocurrir que si faltara alguna de estas condiciones, la persona se sintiera devastada, infeliz, y sin un sentido pleno de vida, lo cual ha conducido a más de un exitoso o exitosa, a quitarse la vida, y no sólo en Hollywood, similares y conexos.

Cuando falta lo más importante en la vida del ser humano: el Amor, entendiendo que sólo Jesús, Dios hecho hombre, nos modeló el Amor Verdadero, tipo Ágape, y sí, así con mayúsculas pues las merece, en realidad, falta todo, el motor detrás de la acción visible que se manifiesta desde lo invisible. ¿Qué caracterizaba a Jesús y porqué fue exitoso desde el punto de vista divino y también terrenal? Lo caracterizaba la humildad, la bondad, la sabiduría, el amor en su máxima expresión, y la guía total y plena del Espíritu Santo, esa voz que te indica lo que está bien o mal, aunque tu razón se resista. Tú sabes que lo sabes, y de ti dependen las sabias elecciones de vida al respecto.

Jesús, fue exitoso pues caminó sin apegos de ningún tipo, ayudó, sirvió, liberó, sanó, salvó, dio con generosidad, jamás le hizo falta pan ni agua, terrenal y de vida eterna. Si bien, murió en la cruz, y esta podría parecer una “derrota”, ello es falso, pues venció la muerte de cruz, resucitando al tercer día, y nos mostró el camino hacia el Padre, que se logra a través de la Fe en Él, y no en ninguna religión, tradición, rito, o demás. Jesús jamás mató a nadie “en su nombre”, mucho menos se enriqueció a costa de sí mismo, tampoco lucró ni buscó reconocimiento o poder, y sin embargo, fue coronado, exaltado, y hecho Señor de todo lo que hay en el universo, por toda la eternidad. Su nombre está por encima de todo nombre, y para lograr ese nivel de autoridad, ¿qué fue necesario? Que viniera a esta tierra en total humildad, no en forma de rey ostentoso, sino de oveja humilde pero con poder sobrenatural para transformar a la humanidad, en antes de Él y después de Él, en tan solo tres años de ministerio.

La realidad es que Jesús ya pronto regresará de nueva cuenta, y se llevará a su iglesia consigo, en algo que la biblia llama “arrebatamiento”, y que los teólogos, en especial, los escatólogos, han denominado como el inicio del fin para la humanidad. Mientras tanto, se oyen en la tierra rumores de guerras, millones sufren de hambruna, enfermedades, terremotos, violencia, tergiversación de lo bueno llamándolo malo y viceversa, todo lo cual ya estaba escrito hace miles de años, en el libro que mayor sabiduría conlleva para el lector entrenado en la exégesis, que es una metodología precisa para no sacar un verso fuera de contexto para el propio pretexto: la biblia. Mi recomendación es la versión Reina Valera de 1960. La humildad, es el aroma del éxito verdadero, esa que tanta falta hace a muchos gobernantes y personas que ostentan el título de líderes en la actualidad, y que van por el mundo haciendo alarde para el buen observador, de su psicopatía encubierta barnizada del típico narcicismo que les caracteriza. Jesús servía, no se servía.

Jesús, amaba no odiaba ni se vengaba. Jesús, puso el ejemplo con su vida y no esperaba que otros siguieran órdenes que Él mismo no estaba interesado en cumplir. Jesús, tuvo compasión por pecadores, prostitutas, recaudadores de impuestos, y los llevó al arrepentimiento, no los violentó. Jesús, es el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre sino es a través de Él. Jesús no es una religión, es una relación personal, que va más allá de lo que “se dice de Él”, y que tiene mucho que ver con un encuentro personal, de espíritu a espíritu, de corazón a corazón, que cambia vidas desde la raíz, acomodándose todo lo demás en nuestra vida, posterior a ello: al nuevo nacimiento. El tiempo está cerca ¿ya naciste de nuevo? ¿Actúas como Jesús lo haría? Tu momento de metamorfosis real, es hoy mismo.

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Deya Álvarez Villajuana.

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