La izquierda en México se ha tardado en pedir perdón a México y en especial a los jóvenes del país. Una solicitud que tiene tintes de urgencia nacional, pues a raíz de los acontecimientos, la imagen de la izquierda solidaria, justa, protectora de la juventud, se está esfumando. La izquierda nacional debe pedir perdón por cada uno de los 43 jóvenes que según testigos fueron asesinados a mansalva, luego de la orden dada por un líder de la izquierda en Iguala: el alcalde José Luis Abarca.
Fue la izquierda la que cobijó y promovió al presidente municipal de Iguala, Guerrero, José Luis Abarca, a su esposa, y al jefe de seguridad del municipio. Fueron ellos, los del PRD y los de Morena, los que fincaron en esos políticos coludidos con la delincuencia organizada, toda su confianza para colocarlos en la alcaldía y procurar desde allí su “bienestar”. Ni hablar.
López Obrador incluso, destapó para la gubernatura al tutor político de Abarca y se dejó apapachar por el alcalde y su esposa. Podrá decir lo que quiera AMLO, pero de que lo conoció, lo conoció.
La existencia histórica de la izquierda en México siempre había estado ligada a las luchas sociales de los jóvenes, sobre todo al reclamo por justicia. El 68′, marcó a la nación y elevó a la izquierda a niveles supremos de la política nacional. Hoy tristemente se sabe, que fue una autoridad emanada de la izquierda, el que ordenó la matanza de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa. Y en vez de pedir perdón a la nación, se hacen pedazos por los puestos públicos por venir.
¿Dónde quedó la justicia para esos jóvenes estudiantes, cuando la izquierda representada por una autoridad que debe protegerlos los manda asesinar?. Hoy se sabe, por conducto de los protagonistas, que fueron acribillados y luego incinerados para terminar en un basurero. Esa terrible tragedia hoy marca a la izquierda mexicana para toda su existencia.
La evidencia de que la izquierda en México es repudiada por los jóvenes es la expulsión de la UNAM, del emblemático Cuauhtémoc Cárdenas, y el ex dirigente nacional, Jesús Zambrano. Alejandro Encinas también ha sufrido ya la furia de la sociedad.
A López Obrador desde luego que le alcanza la tragedia también, en su afán por desviar la atención de la famosa foto con Abarca, ha infiltrado las manifestaciones con seguidores de Morena que forman grupos de choque. La quema de una puerta de Palacio Nacional no es otra cosa que la manifestación de la violencia que caracteriza a la gente ligada al ex candidato presidencial del PRD.
El silencio de los diversos partidos políticos de izquierda, como el PT, el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), para exigir castigo ejemplar a los culpables directos de la masacre es patente.
Más que justicia para los jóvenes, desean no cargar la culpa y con ello evitar un daño tremendo en las elecciones del 2015.
Pero son culpables de solapar a uno de los suyos: José Luis Abarca.
Sin embargo, sería lamentable omitir que en el pasado reciente, la izquierda llevó al Congreso de la Unión, a un delincuente hermano menor del gobernador en turno, Leonel Godoy.
Aunque quieran desviar la atención, la izquierda debe pedir perdón y asumir su responsabilidad.
Ya lo dijo Miguel Barbosa, todo el que tenga que declarar algo al respecto que lo haga ante la autoridad. Aunque también a Miguel Barbosa le debe quedar claro que ésta terrible situación amerita de parte de la izquierda el pedir perdón al pueblo de México y tal vez no evite el descrédito que tienen pero sí, marcaría el rumbo de la izquierda mexicana hacia el área donde juegan los sensibles, los decentes y los justos.
Aunque entiendo que eso, no lo van a hacer, porque está en juego la posición electoral y su futuro político.
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