Inicio Análisis político Enrique Vidales Ripoll La muerte de un símbolo: no es la terminación de la guerra

La muerte de un símbolo: no es la terminación de la guerra

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En lo particular considero que resulta difícil que aparezca
una imagen del líder caído, por más que esas sean las intenciones de los
americanos de exponer el trofeo alcanzado. En un mundo tan digitalizado
visualmente, la imagen de Bin Laden, expuesta aunque sea muerto, corre el
riesgo de convertirla en un símbolo para los mismos terroristas. Si eso
sucediera, no importa que se logrará la caída de Osama, ya que aún muerto, pero
idealizado, se convierte en un peor peligro que dejarlo vivo.

Lo mismo sucede con su cadáver. Según las fuentes militares
se afirma que éste fue tirado al mar. Sin poder verdaderamente corroborar la
veracidad de lo hecho con su cuerpo, es fácil darse cuenta que lo harán
desaparecer. No tendrá ninguna tumba con cuerpo presente. Riesgoso que se tenga
un lugar que de acuerdo con la cultura religiosa fanática se pueda convertir en
lugar de culto al terrorismo, un mausoleo inspirador para la destrucción y la
muerte.

Pero lo que también es cierto es que en gran medida los USA
fueron los responsables de lo que ha sucedido, desde los ataques terroristas
hasta esta guerra contra el terrorismo que continuará aún con la muerte del
líder y símbolo más importante. Osama Bin Laden creció como parte integrante de
la CIA en los tiempos de conflicto con los soviéticos en Afganistán. La
política del use y tírese en una máxima expresión. Cuando ya no servía para los
intereses al acabar la guerra fría, ya las células de lo que se convertiría
después del AlQueda, la peor pesadilla de los norteamericanos, estaban armadas
y entrenadas.

Con lo que se concluye que el principal enemigo de USA no se
encuentra en el exterior, sino en dentro del país mismo: en la opacidad de sus
intereses que obedecen a la propia conveniencia.

Es por ello que el mundo no necesariamente será diferente o
mucho más seguro ahora con la muerte de Bin Laden. Los intereses encontrados continúan,
el conflicto entre oriente y occidente perduran y se mantienen.

No obstante, el hecho si ha servido por lo menos para sanar
las heridas psicológicas de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Cuando
apenas faltaban meses para llegar a los diez años de los hechos, por fin sienten
que se ha hecho justicia.