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La protección social, una herramienta para el desarrollo de la mujer rural

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Uno de los temas prioritarios dentro de la actual edición del periodo sesiones de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer que se celebra en la sede de la ONU en Nueva York este mes de marzo durante dos semanas son los sistemas de protección de social. 

Entre los organismos de las Naciones Unidas que trabajan esta cuestión más en profundidad está la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que define a la protección social como “un conjunto de intervenciones” que busca “reducir el riesgo y la vulnerabilidad de tipo social y económico, así como aliviar la pobreza y privación extremas”.

La directora de la división de políticas sociales e instituciones rurales de la FAO, Junko Sazaki, explicó a Noticias ONU la importancia de invertir en programas de protección social que tengan en cuenta la dimensión de género en entornos rurales.

“Hay que recordar que tres cuartas partes de las personas que viven en la pobreza se enfrentan a la desnutrición crónica y viven en zonas rurales. Muchos no tienen acceso a la protección social y a servicios públicos de calidad”, aseguró.

La protección social es una medida efectiva para reducir la pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y también fomentar el desarrollo rural.

¿Por qué invertir en protección social?

Sazaki nos explicó que una de las principales razones para invertir en programas de protección de social en contextos rurales es que las mujeres y los hombres experimentan la vulnerabilidad y la pobreza de manera diferente como resultado de las normas de género y las desigualdades en el acceso a los recursos productivos, los servicios, las oportunidades y la limitada capacidad para tomar decisiones.

“La segunda razón es que las mujeres rurales se enfrentan a mayores barreras para participar en los programas de protección social. Las mujeres rurales a menudo trabajan en empleos informales y pueden tener una historia de empleo interrumpido y por eso tienen menos posibilidades que los hombres de contribuir a los planes de seguridad social”.

De la misma manera indicó que en términos de asistencia social, las mujeres rurales se enfrentan a menudo barreras tangibles y socioculturales que obstruyen su participación como la falta de cuidado infantil, las limitaciones de movilidad, la falta de infraestructura, el analfabetismo y el limitado acceso a la información.

Tras describir estos obstáculos, Sazaki quiso destacar los cuatro pilares en los que se basa el trabajo de la FAO en materia de protección social.

“Promover la expansión de la cobertura de la protección social en las áreas rurales; en segundo lugar, el trabajo conjunto de la protección social y la agricultura, ya que juntas pueden tener un mayor impacto en la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la nutrición, que sí actúan por separado”.

La experta de la FAO nos comentó que el tercer pilar se fundamenta en la protección social adecuada a la nutrición.

“La contribución de la protección social a la nutrición puede mejorarse cuando estos programas incluyen objetivos específicos de nutrición, llegan a los que son nutricionalmente más vulnerables y promueven la diversificación de la dieta”.

Destacó como cuarto pilar a la resiliencia ya que la población rural se enfrenta a todo tipo de riesgos.

“La protección social desempeña un papel en la construcción de la resiliencia de los hogares y puede usarse para la respuesta de la reducción de los riesgos ante desastres y la acción climática. El uso de la protección social para responder a un impacto de una manera sistemática es lo que llamamos la protección social sensible al impacto”.

Colaboración entre la FAO y los gobiernos

Finalmente, nos comentó que el enfoque que aplica la FAO para ayudar a los gobiernos a garantizar el diseño y la puesta en práctica de los sistemas de protección social, se basan en un conjunto de herramientas de orientación técnica con enfoque de género que sirven para combatir la pobreza rural y el hambre.

“La perspectiva de género ha de aplicarse a lo largo de un ciclo de programas que incluye las etapas de planificación, diseño, implementación, monitoreo y evaluación”.

Entre las diferentes etapas de este ciclo, Sazaki destacó la importancia de incorporar medidas que empoderen económica y socialmente a las mujeres, más allá de su acceso directo al dinero.

“Por ejemplo, abrir cuentas bancarias individuales, recibir clases de economía y alfabetización, y fomentar la participación de las mujeres en las redes sociales puede mejorar su estatus social y autonomía financiera”.

Asimismo, señaló que los programas de las administraciones públicas pueden permitir una mejor gestión de las responsabilidades laborales de las mujeres rurales ofreciendo horarios de trabajo flexible, una distancia adecuada al sitio de trabajo e instalaciones de cuidado infantil.

Del mismo modo, indicó la relevancia de que estos programas también ofrezcan condiciones de trabajo decente, ya que ni las transferencias en efectivo ni los programas de las administraciones públicas pueden ocuparse por sí solos de todos los aspectos multidimensionales de la pobreza y la vulnerabilidad en los entornos rurales.

“El apoyo a los ingresos básicos debe ir acompañado de programas y servicios complementarios para tratar las diversas necesidades de las mujeres rurales y aumentar sus perspectivas de empoderamiento y de una salida sostenible de la pobreza”, finalizó.

Boletín de prensa de la ONU