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La valía del magisterio

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Maestro de Guerrero dando clase en aula improvisada por sismo

La educación es la base y fundamento de una sociedad. Un pueblo que no se preocupa por la educación sus probabilidades de sobrevivencia son mínimas. Por lo menos eso nos dice la teoría cuando en los primeros días de formación profesional inicias en la carrera de la educación.
En mi casa el ser maestro lo tengo muy fresco. Crecí a lado de dos tías, que por circunstancias de la vida igualmente son consideradas como mis otras dos madres, que fueron maestras. Desde chico entendí lo valioso que significa esta profesión. Me quedo con las experiencias que me contaban desde infante. Las penurias que significó, en aquel entonces, irse a trabajar a otro estado de la república y separarse de la familia. Ambas siempre comprometidas, al igual que muchos otros docentes con la educación y formación de nuevas generaciones.
Tal vez por ello, decidí estudiar educación como opción profesional. Por interés propio me especialice en el campo de la educación de media superior y superior.
Ser maestro hoy en día no resulta sencillo. Ya no es cuestión de librar batallas épicas, sino de realmente darle un sentido al trabajo que uno realiza con preparación constante, estudio sistemático y no perder nunca la esperanza de que los esfuerzos que uno realiza lo hace en favor de la formación de estudiantes que constituyen las generaciones del presente.
Hoy mi esposa es maestra en educación básica y en formación universitaria. Cuenta con una trayectoria de 15 años de servicio de la cual destaco su profunda convicción en las funciones y tareas que como educadora realiza. No es una persona que se queda a esperar que le resuelvan los problemas, sino que busca, indaga e investiga como resolverlos. Está a punto de terminar una maestría en educación especial. Igualmente se acaba de escribir a un diplomado para aprender a como enseñar mejor las matemáticas. Esta inscrita a Carrera Magisterial y hace lo posible por alcanzar los puntos y seguir creciendo como maestra y profesional.
Veo a mi alrededor amigos que comparten esta profesión mucho “amor a la camiseta”, un compromiso genuino por la formación de niños, adolescentes y jóvenes. Que son más que los malos – que los hay.
Lamentablemente vende más la nota amarilla de los maestros que no quieren trabajar. Las imágenes de Oaxaca y Guerrero enlodan en mucho el esfuerzo continuo de preparación y compromiso magisterial. Hay quienes quieren vender que la educación es un fracaso, sin darse cuenta al mismo tiempo, que ellos son producto de un sistema educativo que si bien tiene muchas deficiencias por encima se encuentran grandes historias de éxito y superación que se ven en las aulas día a día.
Es por ello, por esos ejemplos que no debemos caer en la provocación de disminuir el valor del magisterio. Mucho más cuando se hace en la perversidad de manejar la realidad educativa con fines distintos a un análisis propositivo de la realidad.
Si un maestro por sus éxitos, su aportación, compromiso demostrado y evidenciado con los mecanismos escalafonarios logra tener mejores ingresos, se les debe destacar y reconocer por ser producto del esfuerzo.
Si el Didy busca confrontar a los maestros al publicar supuestos sueldos millonarios se equivoca de estrategia. Por lo menos quienes conocemos del sistema educativo y como funciona sabemos que alcanzar ese estatus salarial se requiere de esfuerzo, de mucha preparación y una carrera profesional basada en la superación. Que tal proceso es libre y voluntario. Que el maestro comprometido es quien asume para sí mismo el valor del trabajo constante y lucha por mejorarse a sí mismo. Habrán quien no quiere participar, que quiera seguir en su zona de confort, pero el resultado es quedarse estancado, sin superación ni la renumeración económica legitima que es producto de una mayor preparación. De eso se trata la superación personal y por consiguiente la auténtica valía del maestro; la que la sociedad no debe cuestionar, sino al contrario, de agradecer.
PD. Solo el que ha sido un auténtico maestro lo puede entender.