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La verdadera ¡indignación!

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En los últimos semanas, la comunidad yucateca se ha indignado por sonados casos de agresión contra mujeres. En las redes sociales existe un sentimiento de solidaridad y de reclamo de justicia como pocas veces se había visto. La violencia no es un tema nuevo, sin embargo, ahora repunta en importancia y se pide y exige que se haga algo para frenar la ola de violencia en nuestra sociedad.

A inicio de esta semana nos volvimos a inquietar ante la denuncia que se diera a conocer en las redes sociales por una joven de apenas 19 años que recibió una golpiza por parte de su ex novio, del cual había estado separado desde hace más de un año y que por casualidad coincidieron en un lugar donde se denotó la cobarde agresión.

El tema ha cobrado una trascendencia política y social por el parentesco del supuesto agresor de nombre Manuel Capetillo que es sobrino de la activista del grupo de Indignación Martha Carrillo Pasos. Ambos miembros de una familia de conocido renombre y aportación empresarial en la entidad.

Apenas en agosto de este año, con motivo de la no declaración de Alerta de Género en Yucatán como se pidió por algunas organizaciones sociales, asumía Martha Carrllo que la situación de violencia contra las mujeres era grave y que no había excusas para que la alerta de género no se decretara, que los hechos de violencia como los feminicidios eran el reflejo de la falta de una política seria y comprometida durante el sexenio de Rolando Zapata Bello en materia de protección a las mujeres y la creación de espacios libre de violencia contra ellas.

Ahora Martha Capetillo tiene la oportunidad de demostrar seriedad de su compromiso a favor de las mujeres. Pero hay mucho silencio en Indignación. Como grupo y ella como persona, no han salido a condenar este hecho ni a ponerse de lado de la sociedad que tiene una “indignación” genuina ante un caso que no debió nunca de pasar. Se sabe, en los espacios y personas cercanas a la familia del supuesto agresor, que hoy se encuentra oculto. Que se desconoce su paradero. Se ha visto movimiento policial cerca de la casa de la abuela, donde se supone que ahí podría encontrarse.

Pero también hay otro dato que en el contexto integral del caso que llama la atención. El supuesto agresor, Manuel Capetillo es un estudiante de la Unimayab. En la página web de la institución se destaca que tienen “… como misión formar líderes de acción positiva con educación integral e inspirada en los valores del humanismo cristiano”

Aunque al final es la conducta de un individuo es la que se cuestiona, no los valores institucionales, es claro que algo está sucediendo en la sociedad y en la educación que los fines y objetivos de los procesos formativos no se evidencian en la conducta individual y social.

La agresión a una mujer de manera artera no es una muestra de valores, mucho menos de un humanismo cristiano. No corresponde a una acción positiva ni evidencia una formación integral del individuo.

Como institución universitaria, ante los nuevos esquemas de comunicación social en las redes sociales, no puede quedar callada ante un hecho de violencia que lastima a la sociedad. Inclusive para solicitar el debido proceso a favor de su estudiante.

Esto nos debería llamar la atención a toda la sociedad, porque el tema de la violencia necesita de todo el esfuerzo social e institucional, así como el compromiso y congruencia de los actores políticos y sociales, ya sean autoridades como los propios integrantes de la sociedad civil organizada y las instituciones privadas que son parte de nuestra comunidad.

Hasta ahora ni Indignación ni la Universidad de la Anáhuac han salido a dar un posicionamiento con respecto a estos lamentables hechos. Su silencio contribuye a no darle importancia a todo el esfuerzo social de quienes en congruencia piden y exigen justicia en los casos de violencia de género que nos impactan y verdaderamente nos indignan. Nos demuestran que no están de lado de la sociedad, una indiferencia que lastima y vulnera los esfuerzos y los derechos de las mujeres.

Si queremos cambiar la cultura para que las mujeres se desarrollen en un espacio libre de violencia, todos contamos.