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La violencia de género en la UADY

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 Mérida, Yucatán, 5 de marzo de 2020.- La violencia contra las mujeres representa uno de los grandes y graves problemas que enfrenta la sociedad mexicana en la segunda década del siglo XXI. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), revelan que de las 46.5 millones de mujeres mayores de 15 años que hay en el país, más de dos terceras partes han enfrentado violencia en alguna de sus múltiples manifestaciones a lo largo de su vida, lo que en Yucatán equivale a casi siete de cada 10 mujeres. La erradicación de la violencia de género es, ahora mismo en México, uno de los principales reclamos sociales, que demanda la intervención efectiva de todos los sectores e instituciones, entre éstas la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

La dimensión de lo que significa la violencia de género en la entidad, fue reflejada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. De acuerdo con ese organismo, durante 2019 en nuestro estado se recibieron ocho mil 838 llamadas de emergencia relacionadas con violencia de pareja; además, se registraron otras ocho mil 464 debido a violencia familiar, y tres mil 715 más por violencia en general contra las mujeres. Esos datos, por sí mismos, colocan a Yucatán por encima de la media nacional. Los registros de llamadas al 9-1-1 por incidentes de abuso, acoso y hostigamiento sexuales, fueron 215; mientras que hubo reportes por 22 casos de violación.

La comunidad universitaria está integrada por más de 26 mil 100 alumnos, de los cuales el 50.2 por ciento son mujeres y el 49.8 por ciento hombres; además, la planta docente, de trabajadores administrativos y manuales está compuesta por tres mil 578 personas, de las cuales el 46 por ciento son mujeres. En la UADY, diariamente conviven alrededor de 30 mil personas, una cifra superior al total de habitantes de municipios como Izamal (26 mil), Oxkutzcab (29 mil) o Peto (24 mil). La diferencia con entidades municipales, radica en el propósito fundamental de la Universidad que es la educación media superior y superior, así como la formación profesional con enfoque integral, en el que se destaca la educación humanista, lo que hace que concentre un importante potencial como agente de cambio social.

La UADY difundió en agosto pasado la entrada en vigor del Protocolo para la Prevención, Atención y Sanción de la Violencia de Género, Discriminación, Hostigamiento, Acoso y Abuso sexuales (Protocolo UADY). Desde que se implementó y hasta el 31 de diciembre de 2019, ese mecanismo atendió 34 quejas, de las cuales se resolvieron 24; otras seis no eran procedentes y fueron cerradas; en dos casos, quienes las presentaron no dejaron sus datos, lo que impidió que se procediera; y en dos expedientes más, hubo desistimientos. Asimismo, la institución informó sobre las resoluciones, que en dos de ellas se procedió a la baja definitiva de las personas señaladas, debido a la gravedad de la falta, y las demás quejas resueltas fueron sancionadas conforme a los reglamentos universitarios.

Las dependencias universitarias donde se dieron las quejas fueron: Educación, Veterinaria, Ciencias Antropológicas, Medicina, Odontología, Arquitectura, Química, Psicología, Ingeniería Química y la Unidad Académica de Bachillerato con Interacción Comunitaria (Uabic). De acuerdo con las estadísticas consultadas, el total de las quejas resueltas fue presentado por mujeres, de las cuales, en 22 casos las situaciones ocurrieron entre alumnos; en tanto que otra fue de una alumna contra un agente externo, y la última de una trabajadora contra una persona indeterminada. Además de la atención a las quejas se proporcionó acompañamiento psicológico cuando alguna de personas implicadas así lo requirió, según consta en la información consultada.

Antes de la entrada en vigor del Protocolo UADY, la institución tiene registro de que un docente y un trabajador dejaron de prestar sus servicios luego que se determinó que incurrieron en conductas de acoso sexual; también, se sancionó con suspensiones temporales a otros dos empleados administrativos.

Modelo de prevención

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) señala que las mujeres jóvenes, con edades medias de 15 a 34 años, son las que se encuentran más expuestas a la violencia de pareja o de cualquier otro agresor, por ello la importancia del Modelo de Prevención contenido en el Protocolo UADY. En la página 17 del documento, disponible para consulta pública en www.uady.mx, la Universidad declara que identificará los factores de riesgo del contexto social, cultural, comunitario y personal que propician la violencia de género, a fin de reducirlos e intervenir para modificar las conductas, condiciones o motivaciones que derivan en actos de discriminación, hostigamiento, acoso y abuso sexuales.

El rector José de Jesús Williams, en este sentido, advirtió que para atender las situaciones de violencia de género, es necesario el énfasis en los elementos educativos que permitan un cambio cultural, que involucre a la comunidad universitaria en particular, y a la sociedad en general, para que se aprendan nuevas formas de conducir las relaciones humanas. Añadió que, por lo anterior, han incorporado a varios profesionales de distintas disciplinas para abordar desde la Universidad la complejidad de los problemas actuales. Asimismo, destacó que se trabaja en fortalecer las capacidades de las y los docentes para impulsar una formación profesional que sea integral y humanista, haciendo de toda la comunidad universitaria agentes de cambio social.

Desde el 2015, dijo, la UADY implementó el Programa Institucional de Igualdad de Género (Progénero), para incorporar la perspectiva de género en su quehacer sustantivo, que incluye la formación educativa, la investigación y generación del conocimiento, así como la extensión y vinculación. Progénero, de ese modo, cuenta con representantes en cada dependencia universitaria, lo que facilita realizar acciones de prevención a la violencia contra las mujeres; es un colectivo trabajando al interior de la Universidad para la erradicación de ese tipo de conductas.

Durante el año pasado, de acuerdo con su informe de actividades, Progénero llevó a cabo la implementación de asignaturas libres dirigidas a las y los alumnos, que atendieron a un total de dos mil 196 personas; implementaron talleres y conferencias para docentes, trabajadores administrativos y manuales, con una participación de 672 personas; además, se llevó a cabo la quinta edición de un diplomado especializado en el tema, así como eventos y ciclos académicos sobre perspectiva de género. En total, a través de todas esa acciones se trabajó con tres mil 467 universitarios, lo que representa cerca del 12 por ciento de la comunidad de la UADY.

“Los docentes estamos en la primera línea de atención, obviamente después de los padres, porque somos quienes tenemos el primer contacto con las y los estudiantes”, declaró Pablo Azcorra Zapata, profesor de Historia Contemporánea de México en la Escuela Preparatoria Uno. Y es que la entrada en vigor del Protocolo UADY estuvo acompañada de una capacitación para detectar los signos de riesgo entre la comunidad estudiantil, lo que les permitirá una intervención oportuna.

La especialista en victimología de la Facultad de Psicología y asesora del Protocolo, Faride Peña Castillo, explicó que el Modelo de Prevención incorporó el curso “Detección temprana de riesgos y el cuidado en el contexto escolar”, dirigido en una primera fase al personal que trabaja en las escuelas preparatorias Uno y Dos, así como en la Uabic. Hasta diciembre de 2019, se habían capacitado un total de 339 personas. De ese modo, se dieron elementos básicos para sensibilizar sobre la problemática general de la violencia de género, así como los parámetros legales para la actividad docente; también, se informó sobre los criterios para identificar casos asociados a esos problemas; y, finalmente, difundieron los mecanismos para activar el Protocolo, puntualizó la experta.

Los retos

La Uabic, ubicada al sur de Mérida en una zona de alta vulnerabilidad, atiende más de 850 estudiantes, con edades que van de los 15 a los 17 años, quienes tienen deseos de superación que provienen de las mismas carencias que han experimentado, comentó Diana Rodríguez Basto, responsable del área de Tutoría, Orientación y Consejo Educativo (TOCE) de ese plantel.

“Hemos tenido historias de vida de todo tipo.  Encontramos quienes están en hogares con padres esforzándose para que puedan hacer sus estudios, con los trabajos que logran conseguir; pero también tenemos estudiantes que sus padres, para poder llevar el sustento, los dejan mucho tiempo solos, y en ese tiempo pueden estar en situaciones de riesgo. Hay que estar muy cerca de los estudiantes para que no normalicen situaciones en las que pueden ser objeto de violencia o de alguna otra forma de discriminación”, expresó Diana Rodríguez.

Enclavada en céntrica zona de la ciudad y donde conviven diariamente unas cuatro mil personas de orígenes muy diversos, procedentes de colonias aledañas, municipio y otros estados, la comunidad formada por la Escuela Preparatoria Uno presenta otro tipo de situaciones. “En la adolescencia, los jóvenes pueden estar expuestos cualquier clase de violencia, y una de ellas es la violencia de género. Por eso como docentes nos resulta importante generar un ambiente de cero tolerancia a esas conductas en el aula”, subrayó la responsable de TOCE en la Preparatoria Uno, Elidé Dájer Pérez.

En la práctica docente, reveló Pablo Azcorra, la Preparatoria Uno se ha enfrentado a casos de alumnos que empiezan con buena asistencia y calificaciones, pero que al paso de los meses bajan su desempeño, o cambian sus formas de vestir y se aíslan, por lo que hacen un primer acercamiento y notifican al área de TOCE para darle seguimiento. Así, han notado problemas intrafamiliares que impactan en el rendimiento y, con la detección temprana, permite que se apoye a las y los alumnos.

“Algunos chicos, que son los menos, sí se han acercado para comentar una situación más delicada, para comentar algo que ponga en riesgo su integridad física o emocional, primero notificamos a los padres, porque son menores de edad, y les decimos que deben acercarse a otra instancia o institución que ofrezca servicios especializados y si se cometió un delito, debemos darles parte a las autoridades, a la Fiscalía o al DIF”, precisó Elidé Dájer.

A su vez, la Escuela Preparatoria Dos, que reúne diariamente a más de cuatro mil personas, fue escenario de una manifestación encuadrada en el respeto a la diversidad cuando alrededor de 200 jóvenes se maquillaron de manera simbólica en apoyo a compañeros que comparten esas formas de autorrepresentación de su personalidad. La coordinadora de las áreas artística, cultural y deportiva de ese plantel, Dony Romero Hernández, destacó la importancia de la sensibilización entre alumnos y trabajadores para que exista en todo momento el respeto hacia quienes integran esa comunidad, tan diversa e intercultural como las de la Uabic y la Preparatoria Uno.

Activación del Protocolo

Los límites legales y el marco jurídico que rige a la UADY fueron considerados en la elaboración del Protocolo, de ahí que su cuerpo teórico establece cuáles serán las conductas que habrán de prevenirse, atenderse o sancionarse, sin que ello signifique una tipificación judicial, por eso se habla de “conductas asociadas” al hostigamiento, acoso y abuso sexuales, expuso la secretaria técnica de la Comisión Ejecutiva de ese mecanismo, Minerva Zapata Denis.

“Somos una universidad, no una autoridad judicial; y la única entidad que puede tipificar un delito es la instancia judicial. Hablamos de conductas asociadas debido a que se presentan situaciones que pueden estar relacionadas con acoso, discriminación u hostigamiento, y al asociar esas conductas se presenta una falta por parte de una persona, que puede ser desde menor hasta grave”, advirtió Zapata Denis.

Agregó que el Protocolo está enmarcado en una serie de principios de los Derechos Humanos, para la protección de todas las partes que se involucran en un procedimiento. “Se maneja el principio de confidencialidad, donde toda la información que se proporcione será cuidada con secrecía y ética, así como el debido proceso para que las partes se sientan protegidas en todo momento”, detalló.

El Protocolo UADY fue concebido para que tuviera la autonomía técnica necesaria, que garantizase su propia independencia y correcto funcionamiento, característica que lo hace único en su tipo; y que otras universidades buscan replicar. De ese modo, se le dotó con una estructura en la que, según el caso que deba atenderse, intervienen distintas personas de cada dependencia universitaria, que se coordinan a través de la Comisión Ejecutiva, concluyó el Abogado General, Renán Solís Sánchez.

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