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La Visión de Caronte, ¿saturación profesional?

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Por Miguel II Hernández Madero

 

Año tras año en miles de jóvenes inician el peregrinar buscando espacio para continuar sus estudios de educación superior, ante la falta de espacios en las universidades públicas, con el argumento (muchas veces) de que están saturadas las profesiones.

Decir que hay saturación de profesionales, es una respuesta fácil para simplificar el problema. Un país que no invierte en su educación no trabaja por su futuro; quizá piense en el crecimiento, pero no en el desarrollo. Ambos conceptos no son sinónimos.

Analicemos algunos ejemplos:

En Yucatán cientos de jóvenes aspirantes a médicos presentan examen de admisión en la Facultad de Medicina, pero sólo entran unos cuántos.  Casi la misma cantidad que se admitía hace 25 años o más, pero el estado ha crecido y ahora tenemos casi dos millones de habitantes, en vez del medio millón que había en los años ochenta. Esto se repite en todo el país y no sólo en la carrera de medicina, sino en general en todas las del campo de Ciencias de la Salud.

¿En realidad hay saturación de médicos? ¿El país no necesita más médicos? Una mirada en derredor nos indica que eso no es cierto, porque hay comunidades sin servicios de salud. Si sobraran los médicos no habría en las clínicas públicas consultorios con exceso de consultas, ni habría que madrugar para alcanzar ficha y ser atendidos, ni habría médicos cubriendo horarios agobiantes, mientras otros cumplen burocráticamente.

Además, el crecimiento de la población implica que más gente requiere atención social, médicos, educación, programas integrales y no se está preparando a los profesionales que puedan satisfacer esas demandas silenciosas de nuestra gente.

Lo mismo ocurre  con otras carreras que por  impopulares o “saturadas” dejan fuera a muchos aspirantes a ingresar y que pudieran fortalecernos. México y Yucatán necesitan que sus jóvenes se preparen, porque eso nos hará fuertes y hará que avance la sociedad. Hacer lo contrario es frenar el desarrollo y una sociedad que no avanza es una sociedad sin futuro. Es importante que se piense en qué país se quiere. En ese futuro próspero y anhelado no podemos dejar a un lado la educación profesional de los jóvenes, quienes requieren alternativas que les permitan desarrollarse a largo plazo.

Hace algunos sexenios la tendencia fue crear técnicos calificados para que se integren al mercado laboral a muy temprana edad. Los programas a corto plazo solucionarán las cosas de momento, pero en el aspecto educativo se necesita no sólo soluciones de momento, sino acciones permanentes para lograr la prosperidad que todos  queremos.

Las cifras alegres nada solucionan. Decir que se frenó el rezago educativo no es creíble cuando seguimos viendo jóvenes sin lugar en las preparatorias y universidades públicas y que corren el riesgo de engrosar las filas de los “mil usos” o de aspirantes a buscar “chamba” de lo que sea…

Ese definitivamente es un triste panorama, pero que puede ser revertido con adecuadas políticas públicas de largo plazo en vez de estar reinventando todo cada seis años.

Hasta la próxima…