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Legisladores, el tupperware de la política mexicana

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Bien dicen que la política es la arte de la manipulación sustentada con el pan y circo para distraer la atención de los ciudadanos ante los temas fundamentales, polémicos y necesarios en el debate nacional. Es lo que parece que está sucediendo en el seno de nuestro congreso nacional por el tema de la comida o del Tupperware que fuese iniciado por Martín Batrés.

Es cierto que molesta a los ciudadanos el dispendio del recurso público en manos de legisladores que gozan de privilegios y prerrogativas que les otorga un estatus de vida superior a lo que, en lógica simple, se merecen. No es justificable que se tenga que estar pagando millones y millones en alimentos en restaurantes suntuosos que no son necesarios, que no enaltecen ni dignifican la labora legislativa ni son parte de la labora legislativa.

Pero tampoco es digno de esa labor hoy estar discutiendo si los legisladores llegaran con su tupperware o de donde comerán ante ciertos temas que resultan necesarios discutir.

¿Acaso no se prometió en campaña que se iban a reducir el sueldo de los legisladores?

Entonces ¿qué paso? ¿Por qué se anuncia que no hay tal recorte salarial? ¿Quedo, como esuele suceder, en promesa de campaña?

También es importante discutir y en su caso aprobar la reducción de los impuestos especiales que se cargan a la gasolina. Hoy presumen diversos partidos políticos de presentar iniciativas al respecto pero olvidando que hace un año, alrededor de casi medio millón y medio de ciudadanos entregamos una iniciativa ciudadana encabezada por al ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco y esos mismos partidos no le hicieron caso. Ahora parece que la ex gobernadora tenía razón.

Qué bueno que los legisladores no hagan valer su palabra con respecto a la austeridad y lo pongan en ejemplo con la comida y dejen de cargar . Sin embargo, lo que coman o no no dará más poder adquisitivo al mexicano, ni abatirá con ello la pobreza extrema, tampoco hará que los niños y niñas como adolescentes no dejen la escuela por no contra con los materiales de aprendizaje necesarios, como tampoco permitirá que los hospitales públicos esté garantizado el suministro de medicamentos y la atención sea más pronta y expedita. Si llevan o no un tupperware no nos garantizan procesos jurídicos creíbles y confiables que abatan la delincuencia y prevengan el delito.

La llamada Cuarta Transformación a la que ha convocado Andrés Manuel López Obrador no puede ser tan insulsa e insignificante con estos temas. Transformar implica ir a fondo que en este caso es la modificación de un sistema corrupto a una más abierto, transparente y que rinda cuentas, como también, los resultados se reflejen en la cotidianidad de la vida ciudadana. Tiene que ir el debate nacional hacia los temas centrales, no en qué y cómo comen los legisladores.

Pero ahí están muchos mexicanos, inclusive analistas que vierten la pluma al respectco, todos enganchados en la discusión de lo estéril y estúpido, lo que nos aporta beneficio directo a los ciudadanos.

No hay dignidad en los legisladores ni enaltecen la representatividad de los ciudadanos con estas simplezas. No es lo que nos merecemos los ciudadanos que si queremos un cambio en la política y en la forma en como se deben desempeñar los diputados y senadores.