Seguramente la mayoría de ustedes me dirán que aman de veras a sus abuelos y que no necesitan que nadie se los diga, pero hoy que celebramos el Día del Abuelo, yo les invito a todos, a los nietos y a los hijos, a que sean constantes en manifestar a los abuelos el cariño que les tienen. Que no haya escusas por el trabajo o las distancias, siempre hay alguna manera de contactarlos y unir nuestro corazón al de ellos y ellas. Basta una llamada, quizá un “whatsapp” ¡ah, porque muchos abuelos se han vuelto cibernéticos! Pero en cuanto sea posible darles una vueltecita para abrazarlos, besarlos y apapacharlos un ratito. No necesitan demasiado tiempo porque también les hace falta muy pronto, su soledad a la que están acostumbrados.
A todos nos hacen falta nuestros abuelos, aunque algunos solamente podamos acudir a nuestra memoria y a nuestra oración para recordarlos y tenerlos presentes. Yo les quiero recomendar especialmente a los jóvenes que se acerquen con frecuencia y cariño a sus abuelos y beban de la gran sabiduría que ellos y ellas han acumulado a lo largo de su existencia; guarden en su memoria y en su corazón ese gran tesoro que ellos siempre están dispuestos a compartir.
Decía el Papa Francisco a los jóvenes reunidos en Río de Janeiro en el 2013: “¡Que importantes son los abuelos en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad!”.
¡Felicidades abuelitos y abuelitas, que el Señor les colme de sus bendiciones!
+ Gustavo Rodríguez Vega
V Arzobispo de Yucatán
