Inicio Análisis político Alejandro López Munguía México, no todo está perdido.

México, no todo está perdido.

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La solidaridad de los mexicanos hace que México venza la tragedia de los terremotos.

 

No nos cansamos de reconocer la solidaridad de los mexicanos. Las desgracias nos unen, nos hacen ser héroes, nos permiten mostrar nuestro amor por nuestros hermanos y nuestra valentía ante la desgracia.

 

Tras los sismos que se suscitaron en Oaxaca, Chiapas y Ciudad de México, surgió de nuevo la hermandad de un pueblo que se sacudió en el alma. Son más de 300 hermanos fallecidos y cientos de miles que perdieron sus casas. México está de pie, lo dicen todos y así se siente.

 

El pueblo de México tiene un espíritu guerrero, es fuerte en principios y es leal con su prójimo. Lo demostró en 1985 cuando la Ciudad de México se cayó en pedazos y lo demuestra ahora, en medio de una economía que margina a muchos, comprime a otros y enriquece a minorías.

 

Los terremotos que han sacudido al país nos demuestran que a pesar de la gran corrupción nacional que nos saquea, existe la fe y la esperanza de ser grandes. Estos sucesos nos deben conducir a una profunda reflexión nacional para rescatar los valores que como nación hemos perdido.

 

México empieza una nueva lucha, es la lucha por la restauración de la esperanza. México no puede ni debe dejar que la perversión, la maldad del poder se apodere de estas desgracias.

 

Abundan los políticos rateros, los dobles caras, los perversos, de esos se debe cuidar el pueblo mexicano.

 

Toda la ayuda depositada en los centros de acopio, son la evidencia del profundo amor que los mexicanos sentimos por nuestros hermanos. Los mexicanos tenemos la fuerza de saber levantarnos el ánimo con mucha ayuda.

 

El pueblo de México es grande, porque grande es su espíritu. No me queda duda que así como lucha contra la tragedia por los terremotos, así luchará en el 2018 por un país donde la justicia sea una realidad; donde los gobiernos rindan cuentas y se combata la corrupción con la cárcel; donde el modelo económico impulse a las estratos sociales más vulnerables y se reduzca la brecha entre los que más tienen y los que más necesitan.

 

Es tiempo.