En la recta una campaña electoral, sobretodo cuando el resultado es evidentemente adverso, queda lugar a la noticia mediática de alto impacto para ver si con ello se podría revertir en algo los ánimos.
Una de los cuestionamientos severos al régimen de gobierno foxistas ha sido la fuga del “Chapo Guzmán” en apenas un par de meses de asumido el cargo el primer presidente panista Vicente Fox Quesada, de una cárcel de máxima seguridad. Lo que trajo como consecuencia muchas interpretaciones y rumores de vínculos del gobierno federal con los cárteles de la droga en México. Un punto del cual no aseguró nada, ya que nada de eso me consta ni tengo las evidencias para afirmarlo.En los últimos meses, cuando más se acercaba la jornada electoral y por la situación de violencia en la guerra fallida de Calderón contra la delincuencia organizada, el tema volvió a surgir. Por lo cual, los encargados de seguridad pública anunciaban que la recaptura del conocido narcotraficante, que aparece hasta en la listar Forbes entre los hombres más ricos del mundo, sería pronto.
El anuncio de la captura del supuesto hijo la semana pasada, anunciada por las autoridades de la Marina mexicana, ha resultado un duro golpe a la credibilidad de los encargados de la persecución del delito, y muy especialmente, ha manchado la honorabilidad de la fuerzas de la marina que siempre se les ha distinguido por un alto sentido y compromiso a los valores patrióticos de lealtad a las instituciones y garantes de la soberanía nacional.
Es aquí donde empieza el juego perverso del poder. A sabiendas de la pulcritud de las fuerzas castrenses el anunció quedo en sus manos. No la fue la Procuraduría General la que da el aviso.
Cuando la DEA, agencia para el combate a las drogas americana, interesada por la captura del hijo del Chapo Guzmán da en anuncio de que el presentado no era éste, sino otra persona, el resultado se convierte en vergüenza y la exhibición de autoridades que quisieron aprovechar el impacto de la noticia que evidentemente tiene ya en la lectura política un sentido electoral.
Pero las consecuencias de este hecho traspasan de la simplicidad que se le quiera reducir. En los próximos meses habrán cambios en la Suprema Corte de Justicia con la salida de los ministros Sergio Aguirre y Guillermo Ortiz. Entre los aspirantes se menciona el nombre de la Procuradora de Justicia de la Nación, la abogada Marisela Morales, que tiene el mérito de haber sido la primera mujer en tan importante cargo federal.
Si viviéramos en otro país del mundo, un error de la magnitud de involucrar a un ciudadano en el “oso” de atribuirle otra personalidad con la supuesta tecnología de punta que el gobierno federal ha presumido para el combate a la delincuencia, la responsable de la dependencia sería indudablemente despedida y reemplazada de inmediato ante una pifia garrafal.
Pero vivimos en México y en la presidencia de Felipe Calderón. El mismo presidente que no quiso proceder en contra de Horcasitas con aquello de la guardería ABC, y aunque si lo saco del IMSS, lo premió colocándolo en otra dependencia.
Por lo que no sería raro que antes de su salida, el presidente proponga a Marisela Morales como integrante de la Suprema Corte de Justicia. Una ministra que tendrá en su haber la mácula de la incompetencia no sólo de recapturar al Chapo, sino que equivocarse, haciendo el oso a nivel internacional, de querer echarle una culpa a quien no se la merece.
Eso es darle una incertidumbre al sistema jurídico nacional.