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Palabra de honor.

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Palabra de honor

Pocas cualidades humanas son tan preciadas como la confianza. Cuando percibimos a una persona como íntegra, casi de inmediato se produce un sentimiento de respeto y admiración hacia ella. Se dice que la sinceridad consta de ser un individuo de una sola pieza, pues la congruencia entre las palabras que se externan y las acciones que se realizan, es fundamental para ser considerado como fiable. Todos quieren tener un amigo confidente con quien compartir experiencias personales e incluso secretos.

Las mujeres y los hombres honestos conocen el valor de un acuerdo, por lo que su palabra vale mucho y nunca incumplen una promesa. Aquellos que profesan estos principios, se generan una reputación positiva de forma inevitable. El conducirse con franqueza evita muchos males debido a que nos hace más prácticos y menos tediosos en los procesos de interacción con terceros. Por naturaleza, confiamos en aquellos que percibimos como sinceros y transparentes.

Expresar mentiras y falsedades solo nos provoca enredos, malentendidos y conflicto. La verdad es liviana mientras que la falta a la verdad es una carga pesada y difícil de sostener. Además, la confianza requiere de numerosas acciones para construirse, mientras que una sola traición puede derrumbar ese cúmulo de confiabilidad forjado con tanto esmero.

Ahora bien, hay quienes aseguran que no debemos confiar absolutamente en nadie. Particularmente, me parece una postura fatalista, que nos puede hacer caer en el riesgo de aislamiento con respecto a la sociedad si se lleva a los extremos. El entregar un voto de confianza a los que nos rodean no supone forzosamente hallarse en un estado de vulnerabilidad, sino un gesto de nobleza.

Por supuesto que hay que tener sensibilidad para detectar a sujetos tóxicos que supongan una influencia negativa para nuestras vidas, pero esto no significa que debamos predisponernos a que todos los individuos son malos. Al contrario, como miembros de una comunidad debemos justamente de confiar en que la mayoría de la gente busca una sana convivencia cimentada en valores familiares y sociales.

Si queremos un entorno mejor, debemos comenzar por asegurarnos de ser agentes de impacto con credibilidad auténtica. Debemos inspirar confianza en los demás como consecuencia de una imagen verdadera de integridad que se refleje en la conducta. Seamos responsables y aprendamos a confiar en las causas justas para trabajar en equipo y así elaborar una agenda ciudadana que se disponga a solucionar las asignaturas pendientes del colectivo.