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Pensar en Mérida, por José Miguel Rosado

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Pensar en Mérida

Durante el último mes, los ciudadanos, hemos sido el blanco de la intensificación de la mercadotecnia política llevada a cabo por todos los partidos políticos. Todos los días vemos en las calles de la ciudad, desde el norte hasta el sur, publicidad y propaganda de los candidatos a la alcaldía y a las diputaciones locales y federales, desde grupos de activistas en los semáforos hasta quienes han tocado a la puerta de nuestros hogares promoviendo a alguno de las y los candidatos, en fin, una estrategia avasalladora y ruidosa que causa más repulsión y hartazgo que empatía; opción que no visualizan los mercadólogos [en su mayoría ignorantes de la administración pública y sus fines] al momento de diseñar las estrategias y los lineamientos que seguirán para pedir el voto puesto que han olvidado el fin esencial de los procesos electorales que reside en el convencimiento de los ciudadanos a través de las propuestas, tal vez porque, como en muchas otras ciudades del país, es notorio que el partidismo predominante, indica qué tipo de campaña ofrecerán los candidatos a sus, posibles, electores.

Los meridanos hemos visto mucha “guerra sucia”, golpes mediáticos, notas zalameras, editoriales insustanciales que reflejan intereses comprometidos con algún partido político o candidato en particular, sin embargo, no hemos leído análisis profundos y serios de los programas de trabajo, pues muchas de las opiniones serias y acreditadas, consideran que sus voces se equiparan al eco que pudiera escucharse en un desierto árido y sin oasis en kilómetros a la redonda. Y, no los culpo; la indiferencia de los candidatos hacia temas muy específicos y de suma importancia para la ciudad provoca un desanimo natural en quienes producen proyectos, generan ideas y que, en concreto, han aportado y aportan con sus conocimientos y acciones a que Mérida, siga siendo la ciudad reconocida por su liderazgo en las artes y en la cultura, en la región sureste de la república.

Temas fundamentales como el urgente rescate del Centro Histórico, el desalojo y, posible, reubicación de los vendedores ambulantes que afean el panorama visual y entorpecen la vialidad urbana; el alto número de mendigos en sus calles; la permisiva aplicación de los reglamentos y bandos de policía a los comercios con respecto a sus desperdicios y desechos, su publicidad escandalosa y contaminante, entre otras decenas de problemáticas visibles, no se han visto formar parte de las propuestas de los candidatos y, si los han incluido, ninguno ha propuesto soluciones concretas, ni siquiera la más sencilla como lo sería la estricta aplicación de la ley; la generación de una cultura de la legalidad en la ciudad.

Tan sólo por mencionar un ejemplo, hace unos días me dirigí a la conocida Plaza de la Tecnología, ubicada a una esquina del primer cuadro de la ciudad (59 x 56), pensando que ahí tendrían un contenedor especial para desechos como baterías de celulares y computadoras, sorprendentemente, al preguntarle a los empleados y a los administradores del lugar, me informé con que el ayuntamiento nunca les ha exigido ningún tipo de recipiente o contenedor especial para esa clase de desechos, tomando en cuenta que un sitio como aquél produce gran cantidad de desechos tóxicos, que, como tirar una cáscara de plátano, se mezclan con desechos de toda clase y, esto sin tomar en cuenta el aturdimiento causado por la contaminación auditiva que constantemente, padecemos al visitar el Centro Histórico y sus calles aledañas en todas las direcciones.

Entre otros temas relevantes para la ciudadanía está el del Museo de la Ciudad, museo que a pesar de tener las puertas abiertas, lleva mucho tiempo sin aumentar su acervo, debiendo ser éste el museo líder y el espacio ideal para la promoción del Arte y del patrimonio histórico de esta capital.

En este mismo ramo, el de la cultura y las Artes, resulta cada vez más necesaria la preservación y el fomento de nuestra oferta cultural y artística, en todos sus campos, pues el Arte en sí, es un facto de cohesión e intervención social, más aún si se lleva a cabo por gestores culturales, asesorados por verdaderos expertos, que logren dar a nuestra ciudad una visión más cosmopolita del arte, sin perder de vista el factor de la identidad y su fortalecimiento a través del adecuado fomento de nuestros aspectos típicos así como de nuestra trova, sus canciones y la historia de sus poetas, autores y compositores; nuestra literatura, arquitectura, pintura, música, teatro, fotografía y danza.

Los candidatos han demostrado una enorme capacidad para realizar campañas, pero una vez más, muy poca o casi nula, visión de Estado; permanecen en la visión asistencialista, demagoga y populista de la compleja labor de gobernar. Mérida requiere, urgentemente, se creen y formalicen Consejos de Expertos en materias y ramos específicos, como se ha realizado en ciudades avanzadas y que, han dado resultados concretos, así nos referimos a urbanistas, arquitectos, literatos, promotores y gestores culturales, ingenieros viales y todos aquellos que dominando un área, aporten a la mejora y al desarrollo, tomando en cuenta que hablar del despegue y desarrollo de Mérida, es también hablar de un desarrollo local y regional.

Gobernar una ciudad como Mérida no es asunto fácil pero tampoco es imposible afirmar que con la implementación de una agenda estratégica incluyente y eficaz, pueden lograrse avances sustanciales en las áreas, que, de manera urgente, necesitan ser atendidas.

En alguna ocasión lo mencioné en otro editorial, si los grandes políticos de la Historia, los estadistas de todos los tiempos como Franklin, Juárez, Garibaldi, Bismark, Lenin, Churchill, entre muchos otros, sostuvieron la tesis de que los intelectuales y expertos eran necesarios para la transformación y el desarrollo positivo de las sociedades, nuevamente pregunto: ¿qué autoridad alegan los políticos de actualidad para no entenderlo? Y agrego, ¿será acaso que han sustituido las virtudes por las habilidades? Si la respuesta a esta última es sí, puedo asegurarles, que gane quien gane, sus acciones estarán ausentes de toda trascendencia social.

José Miguel Rosado Pat