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¿Por qué, o para qué, el Presidente AMLO claudica en su promesa y militariza al país?

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¿Por qué AMLO claudica en su promesa y termina por militarizar al país?.

En el 2017 el entonces líder máximo de Morena, Andrés Manuel López Obrador prometía que una vez que ganara la presidencia de la república, el ejército regresaría a los cuarteles militares. Expuso que “no vamos a utilizar la fuerza para enfrentar los problemas sociales, no vamos a reprimir al pueblo con el ejército, no es para eso el ejército, vamos a enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia atendiendo las causas, esa es la forma más humana, más eficaz, no como lo han venido haciendo (Fox, Calderón, Peña Nieto), que además, no ha dado resultado”.

Pero el Presidente de México acaba de disponer mediante decreto que el ejército se haga cargo de la seguridad pública, es decir, no solo no regresa a los cuarteles sino que se hace cargo totalmente de la tarea que según corresponde a los civiles. ¿Por qué hace esto?, ¿por qué da marcha atrás en su promesa?, ¿qué sabe el Presidente que los mexicanos no sabemos?. Tal vez ya pasamos del por qué, al para qué.

Definitivamente la inseguridad en el país es crítica, sin embargo, ésta no puede ser la razón, puesto que el ejército ya estaba en funciones de encargarse de la seguridad pública desde hace tres sexenios. Hay algo más y no sabemos qué es.

Durante su campaña política, López Obrador fue tajante al hablar del papel que debía jugar el ejército. Nunca le oímos decir que al país había que militarizarlo. Por el contrario siempre expuso su preocupación por generar las condiciones para mejorar la vida de los ciudadanos y con ello, la delincuencia, dijo, se reduciría en el territorio nacional. De hecho hizo énfasis en su célebre frase “abrazos no balazos”.

¿Cuál es el mensaje?. ¿Qué debemos entender con la claudicación del Presidente?. ¿Acaso estamos amenazados como nación?, ¿la delincuencia organizada ha incrementado su poder en el país que lo ha forzado a retroceder?.

¿Para qué militarizar a México?. Bajo el mandato del Presidente AMLO, el ejército se ha hecho cargo de la Guardia Civil que de “civil” tiene muy poco, de la construcción del nuevo aeropuerto, de la adquisición de aparatos para atender a los infectados por Covid-19, todo por voluntad presidencial.

No hay precedente en la historia de México de algo así desde que en 1946 el gobierno de la república quedó en manos de civiles, con Miguel Alemán Valdéz a la cabeza. El último Presidente proveniente de las fuerzas armadas fue el General Manuel Ávila Camacho, que entendió que el país necesitaba dar el paso hacia una presidencia civil y facilitó el relevo democrático nacional.

El mandatario mexicano debe ser preciso y transparente con el pueblo, pues el empoderamiento del ejército sobre la vida civil siempre implica riesgos. Es verdad que las fuerzas armadas aún generan respeto dentro de la mayoría de los mexicanos, sin embargo, hemos visto cómo se ha venido desgastando en esta lucha contra la delincuencia organizada y estamos conscientes de que por su formación, sus límites son de escaso margen.

Latentes están las palabras del General Carlos Gaytan Ochoa, cuando afirmó tan solo unos días después de la “liberación” del hijo del Chapo, tras ser capturado en Sinaloa, “No podemos soslayar que el hoy ejecutivo ha sido empoderado legal y legítimamente, sin embargo, es también una verdad inocultable que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes han permitido el fortalecimiento del ejecutivo que vienen propiciando decisiones estratégicas que no han convenido a todos para decirlo con suavidad. Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los actores fuimos formados con valores y acciones axiológicos sólidos que chocan con las formas con las que hoy se conduce al país. ¿Quién ignora que el alto mando enfrenta desde lo institucional a un grupo de halcones que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?.

Las funciones del ejército están bien delimitadas en la Constitución. No hay razón para sacarlas de su concepción. El militar está formado para ejecutar y ponerlo en acción es repetir la historia ya vivida con otros Presidentes. Y ya sabemos cómo termina la cosa. ¿Y si el alto mando de las fuerzas armadas se pone creativo y le entra la ambición?…