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Principales cualidades que deberán contemplar los que suspiren a ser candidatos

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Hoy en día existen muchos estudios en el mundo sobre las cualidades que deben tener todos los que aspiran a ser gobernantes del algún país o estado, basándose en muchos aspectos, como los sociales, económicos, de seguridad, salud, etc. etc.

De esa forma se han calificado a muchos gobernantes sobre si se han desempeñado bien, regulares o mal, y obtener estadísticas sobre las situaciones de sus periodos de administración para sus gobernados y poder ser comparados gestión tras gestión.

¿Qué es lo que hace que una persona forme parte del primer grupo y no del segundo? ¿qué cualidades debe reunir alguien para pasar a la historia como un gran gobernante?

Por supuesto toda la historia política depende en el momento que se vive y de las circunstancias que se viven  en ese momento, pero que hay gobernantes que sobresalen a pesar que las circunstancias son adversas pero con sus decisiones y su actuar les permite sobresalir como mejores ante gobernantes que a pesar de tener todo a su favor se hunden en la mediocridad.

Aquí daremos alguna de las características que creemos que son muy importantes,

1) Humildad

La palabra Humildad proviene del latín humilitas, que significa “pegado a la tierra”. Es una virtud moral contraria a la soberbia, que posee el ser humano en reconocer sus debilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo. De este modo mantiene los pies en la tierra, sin vanidosas evasiones a las quimeras del orgullo.

2) Habilidad como comunicador público.

Un buen gobernante debe ser un buen comunicador. De nada sirve que tenga buenas ideas si no tiene capacidad de explicarlas y defenderlas en público. En una democracia, los políticos no deben solamente vencer, sino también convencer; y eso se hace hablando, dialogando, comunicando proyectos, iniciativas, propuestas, etcétera.

3) Capacidad organizativa.

El gobernante es el líder que encabeza la administración pública de su entidad, lo que significa muchas dependencias y oficinas de todo tipo. Es el jefe de miles de empleados públicos.

Debe tener la capacidad suficiente para elegir a buenos colabores (los mejores que estén disponibles en cada área) y hacer que trabajen de forma coordinada, para que en efecto conformen un equipo. No se trata de sumar talentos que trabajen de forma aislada, sino de conformar una organización que sirva y sea efectiva en la consecución de las metas diseñadas por el presidente.

Además, el gobernante debe tener la capacidad de supervisar el trabajo de sus colaboradores y tener el temple necesario para realizar los ajustes que sean necesarios, incluyendo los relevos en el gabinete.

4) Liderazgo político.

Un buen gobernante debe tener claridad del rumbo que le quiere dar a su gobierno, de las medidas que hay que tomar para lograr sus metas y de los apoyos que requiere para tal fin. Debe dar muestra permanente de liderazgo.

5) Claridad en sus políticas públicas.

El desempeño de un buen gobernante debe basarse en un plan maestro preconcebido, en el que se articulen con claridad los propósitos que hay que lograr, las áreas responsables de cada tema, los tiempos de ejecución de los proyectos y la forma en que se van a rendir cuentas respecto de los avances logrados y de los no logrados. Todo eso debe estar en la cabeza del gobernante, desde el inicio de su gestión. Seis años puede parecer mucho tiempo, pero en política se pasan en un simple abrir y cerrar los ojos. El gobernte debe desde el primer día de ejercicio del cargo comenzar a correr y no detenerse hasta el último minuto de su gestión; pero esa carrera debe tener rumbo y orientación, para evitar demoras y extravíos, que pueden ser dañinos para el gobernante, pero terribles para su entidad en su conjunto.

6) Capacidad para procesar información.

A las manos del gobernante llegan diariamente cientos o miles de documentos, recibe varias docenas de llamadas, conversa con muchas personas de dentro y fuera del país, tiene acuerdos cotidianos con sus principales colaboradores y debe registrar con cuidado lo que dicen los medios de comunicación sobre el trabajo que realiza y sobre muchos otros asuntos de interés general.

Para poder procesar con eficacia ese torrente informativo el gobernante debe tener una gran capacidad de análisis, que le permita separar el grano de la paja, que lo oriente respecto de la mayor o menor veracidad de lo que escucha o de lo que lee, y sobre todo debe ser capaz de digerir la información indispensable para tomar decisiones, con rapidez y con eficacia.

7) Inteligencia emocional.

El gobernante recoge cotidianamente una gran cantidad de apremios de todo tipo: recibe buenas y malas noticias; se entera de cosas que le informan por todos los medios posibles; debe ser reservado en muchos aspectos, pero abierto en otros. Debe darles la mano a gente que no le son de su agrado y y otras veces estar junto a personas de las que puede ser de muy mal intencionados. Sabe que muchas de las personas que se le acercan le van a pedir favores inaceptables o simplemente quieren aprovecharse de su amistad o de su capacidad de influencia. Todo eso causa un impacto evidente en cualquier ser humano, sin importar el cargo público que ocupe.

El gobernante debe ser capaz de ejercer un gran autocontrol sobre sus emociones. No puede dejar que le gane el enfado, el coraje, la rabia, ni siquiera la indolencia o el desinterés en algún tema.